La violencia que golpea a Haití, presenta, como rasgo particularmente fuerte, el secuestro de mujeres y menores de edad, delito que este año, para el período enero-agosto, se tradujo a números superiores a un centenar de casos.
La cifra representa una porción importante de las más de cuatrocientas capturas ocurridas durante esos ocho meses, y marca un aumento considerable respecto a las menos de cien que tuvieron lugar, en igual período, el año pasado.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) agregó, al revelar los datos -en la nota informativa que, titulada “Alarmante aumento de los secuestros de mujeres, niños y niñas en Haití”, difundió el 21 de octubre-, que en Puerto Príncipe, la capital de la isleña nación caribeña, se contabiliza la mayor cantidad de casos.
Citada en el artículo, la directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe, la hondureña Jean Gough, aseguró que, para la población vulnerable a ese fenómeno delictivo, en Haití, no hay lugar seguro.
La precaria situación en materia de seguridad ciudadana, está generando masivos desplazamientos internos, por parte de potenciales víctimas quienes procuran, de ese modo, no ser alcanzadas por la creciente ola criminal, indicó la agencia especializada de la organización mundial.
El contexto haitiano es uno de máxima inseguridad ciudadana, con críticos niveles socioeconómicos -estimándose, entre otros indicadores, que un 80 por ciento de los 11.4 millones -50.6 por ciento mujeres-, subsiste con menos de dos dólares diarios-.
Todo ello agudizado por recurrentes fenómenos naturales destructivos -huracanes, terremotos-, lo que, sumado a la masiva corrupción, enmarca un escenario de alto grado de criminalidad -lo mismo común que organizada-.
En ese sentido, la entidad internacional señaló, en la nota informativa, que, “según estimaciones de UNICEF basadas en fuentes oficiales, 71 mujeres y 30 niños y niñas fueron secuestrados en los primeros ocho meses de este año, frente a 59 mujeres y 37 niños y niñas en 2020”.
“Representan un tercio de los 455 secuestros registrados este año”, puntualizó, para contextualizar que “la mayoría de los secuestros tienen lugar en la capital, Puerto Príncipe, y la gran mayoría de los secuestrados son haitianos”.
“El aumento de los secuestros se produce en un contexto de violencia callejera relacionada con las bandas en Puerto Príncipe y sus alrededores, lo que ha provocado que más de 15.000 mujeres, niños y niñas se vean obligados a huir de sus hogares”, agregó.
En cuanto a las secuelas de tal delito, explicó que “estos actos violentos dirigidos a los niños y a sus madres tienen un impacto duradero”.
“Para los padres, los niños y las niñas secuestrados, el cautiverio siempre provoca un trauma, ya que a menudo son testigos o experimentan humillaciones, amenazas y, en algunos casos, violencia”, continuó precisando.
En materia de acciones para enfrentar esa manifestación de criminalidad, la agencia especializada informó que trabaja con dos actores locales: el Institut du Bien-Etre Social et des Recherches (Instituto de Bienestar Social e Investigaciones, Ibesr), y la Brigade de Protection des Mineurs (Brigada de Protección de los Memores, BPM), entidad, la segunda, de la Police Nationale d’Haïti (Policía Nacional de Haití, PNH).
Al respecto, indicó que, “para mejorar la notificación de incidentes y la asistencia a los niños y niñas necesitados, incluidos los niños y niñas secuestrados, UNICEF apoyó a la agencia nacional de protección de la infancia, IBESR, en la reactivación de su línea telefónica gratuita que se utilizará junto con una línea de ayuda” de la BPM.
En términos más generales, detalló que “Haití aún se recupera del devastador terremoto que azotó el suroeste del país en agosto, dejando 130.000 casas, más de 1.000 escuelas y unas 90 instituciones sanitarias dañadas o destruidas”.
“Además, la expulsión de más de 7.600 migrantes haitianos, más de la mitad de los cuales son mujeres, niños y niñas, de Estados Unidos y otros países, podría poner a más niños, niñas y mujeres vulnerables en riesgo de sufrir la violencia de las bandas”, debido a su forzado regreso a Haití, advirtió.
El cuadro de situación se agrava a causa de “la violencia creciente, los saqueos, los bloqueos de carreteras y la presencia omnipresente de bandas armadas”, todos los cuales “son obstáculos para la ayuda humanitaria tras el terremoto”, planteó.
“Debido a que la carretera nacional que conduce a las zonas afectadas en el suroeste del país es objeto de secuestros y asaltos, UNICEF y sus socios están utilizando rutas alternativas para llevar los suministros de emergencia a las comunidades más afectadas, lo que aumenta los costes de transporte y el tiempo de entrega”, continuó testimoniando.
Citada en la nota informativa, y transmitiendo lo angustioso de la situación, Gough denunció que “ya, ningún lugar es seguro, para los niños y niñas en Haití”.
“Ya sea de camino a la escuela, en casa, o, incluso, en la iglesia, las niñas y los niños corren el riesgo de ser secuestrados en cualquier lugar, a cualquier hora del día o de la noche”, siguió expresando.
“Esta es la peor pesadilla de cualquier padre”, reflexionó, a continuación.
“Las bandas criminales utilizan a los niños y niñas como moneda de cambio, y se lucran a costa del amor de los padres por sus hijos”, agregó.
“En medio de la pobreza generalizada y la criminalidad rampante, los secuestros de niños y niñas se han convertido en un negocio lucrativo”, subrayó, para plantear que “esto es aborrecible”.
En tal contexto, Unicef indicó que “insta a todos los actores relevantes a que se abstengan de atacar a los niños, niñas y a las mujeres y hace un llamamiento al Gobierno de Haití para que tome medidas para hacer frente a la violencia de las bandas contra los niños y las niñas”.
En un artículo de opinión publicado recientemente por el diario español El País, la directora regional de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) para las Américas y el Caribe, la uruguaya María Noel Vaeza, llamó a respetar los derechos de las haitianas.
Al referirse a la vulnerabilidad de la población femenina en la francoparlante nación caribeña, mencionó la afectación por el terremoto del 14 de agosto, e indicó que, además de la pandemia mundial del nuevo coronavirus, “el año pasado tuvo que enfrentarse (…) a la tormenta tropical Laura, que mató a decenas de personas, dañó miles de hogares y destruyó cultivos; y a la intensificación de la violencia que ha obligado a huir a casi 20.000 personas”.
“Antes del terremoto, en Haití ya se preveía que más de cuatro millones de personas —60% mujeres y niñas— necesitarían ayuda de emergencia”, informó, para agregar que, en 2020, “los casos de violencia por motivos de género se dispararon en un 377% en el marco de la pandemia”.
“Se espera que la actual crisis incremente aún más este tipo de violencias”, advirtió, a continuación.
Vaeza agregó que, “desde ONU Mujeres estamos trabajando junto al Gobierno, nuestras contrapartes de organizaciones de mujeres y todo el equipo humanitario de las Naciones Unidas para en conjunto responder al desastre”.
“Sin embargo, la insuficiencia de recursos y capacidades y las dificultades de comunicación y transporte limitan la velocidad y el alcance de la respuesta”, indicó.
Sumado a ello, “los problemas de seguridad también obstaculizan estos esfuerzos”, advirtió.
Vaeza reafirmó que, “en Haití, donde el 45% de los hogares están encabezados por mujeres, la crisis política y la inestabilidad social se han visto agravadas por el impacto socioeconómico” de la emergencia sanitaria.