La candidatura de Hilary Clinton a la presidencia de los Estados Unidos, después de 240 años de historia independiente, y 96 años del primer sufragio femenino en esta nación, es motivo de discusión e interpelaciones para los demócratas, republicanos y las feministas.

La mayor economía del mundo, que cuenta con un 20% de mujeres en el senado, y un gabinete compuesto por 24 personas, (incluyendo al Presidente de los Estados Unidos), cuyos miembros femeninos son 7, ha permitido hasta ahora, que el mayor puesto ocupado por una mujer en el gobierno sea de Secretaria de Estado, cargo que por primera vez recayó sobre Thomas Jefferson, y que ha sido desempeñado en los últimos 19 años por cinco personas, tres ellas  mujeres: Madeleine Albright, Condoleezza Rice y Hilary Clinton.

Con su elección como primera mujer candidata a Presidenta y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de esta nación, emerge el temor a la ruptura del patriarcado, que ha suscitado todo tipo de cuestionamiento en cuanto a la capacidad de Clinton, aunque haya sido Primera Dama de Arkansas y Estados Unidos, senadora del estado de New York y Secretaria de Estado, además de la primera socia mujer en el Rose Law Firm.

Más allá de los comentarios sexistas de algunos de sus detractores, que la tildan de ser dura, fría, calculadora, ambiciosa y dominante, -características comunes en el liderazgo masculino, pero intolerable en una mujer-, algunas feministas como Dana Edell, directora ejecutiva de SPARK, un movimiento antirracista, que lucha por defensa de la justicia de género, considera que ella “podría no ser la primera mujer correcta” en ser lanzada como candidata a Presidenta de esta nación.

Hillary Clinton, especialmente para las jóvenes, representa al denominado “feminismo liberal”, que impulsa el empoderamiento femenino en beneficio de mujeres blancas, de clase media alta, para poder ascender a las cúpulas políticas y empresariales del país.

Hillary, ¿es feminista?

Volviendo al tema de si Hillary es o no feminista, me remito a los hechos. En una entrevista realizada en setiembre del año pasado, en la cual la periodista Lena Dunham le preguntó, si era feminista. Ella contestó: «Absolutamente…por definición, una feminista es una persona que cree en la igualdad de derechos. Espero que la gente no sienta miedo de decirlo. No quiere decir que se odia a los hombres… Sólo significa que se cree en que mujeres y hombres tienen los mismos derechos».

Más allá de su auto declaración de feminista, existen hechos que sí confirman su vínculo y lucha por la igualdad de género, por ejemplo, cuando presidió la Comisión de Mujeres en la American Bar Association en 1982 a 1988, en la que introdujo la perspectiva de género en la profesión del Derecho e impulsó potenciar medidas que combatieran las desigualdades en este campo.

En el marco de su plan de Gobierno, se ha comprometido en impulsar la equidad salarial, permisos familiares, aumento del salario mínimo y acceso a guarderías, para incidir positivamente en la posición económica y social de la mujer de clase media.

Se ha involucrado y apoyado campañas nacionales e internacionales que impulsan el empoderamiento de las mujeres, y la defensa de los derechos de las niñas.

Su enfática critica a la resistencia de los Estados Unidos en facilitar permisos de maternidad pagados a las madres trabajadoras, lo cual convierte a esta nación en una de las nueve en el mundo que no ha avanzado en este tipo de derecho humano, ha levantado ronchas entre republicanos y algunos demócratas.

Sin tapujos ha dicho que el «doble estándar» que se aplica a las mujeres está «vivito y coleando», haciendo referencia a su propia vida, cuando siendo una joven abogada fue subestimada por sus colegas, y en la actual contienda electoral ha tenido que sobrellevar comentarios sexistas que la califican de “mandona” (bossy) y “perra” (bitch), y tolerar los textos machistas en pancartas que dicen: “Hillary, plancha mi camisa”.

¿Se debe votar por ella?

La candidata a Presidenta por el Partido Demócrata nos hace preguntar si las féminas tienen la obligación de votar por ella, solo por ser mujer.

En las redes sociales cientos de personas han escrito comentarios en contra de basar el voto únicamente en el factor de género. Sin embargo, feministas como Gloria Steinem, que expresó respetar a las mujeres “que miran más allá del género” insta a votar por Clinton, no solo por un asunto de género, sino también por su idoneidad.

La ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, fue enfática en el tema de la sororidad entre mujeres, expresando que «hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres».

Mientras tanto, celebridades que van desde Katy Perry hasta Barbra Streisand, George Clooney y Steven Spielberg, apoyan su candidatura por “ser la primera mujer”, sin desmeritar su carácter y exaltando sus competencias.

Los hombres -y algunas mujeres- que piensan en una Hillary diabólica con cuernos, garras y pezuñas en tacones altos pisoteando a los hombres, solo evidencian sus temores ante un fuerte liderazgo que socialmente no se ha vinculado a las mujeres.

Si me preguntaran si votaría por ella, respondería con un sí rotundo, ya que pocos candidatos a la silla presidencial en toda la historia de los Estados Unidos han tenido la experiencia, educación, inteligencia, brío y resiliencia de Hillary Diane Rodham Howell. Con estas características, lo de ser la “primera mujer” a aspirar a ser Presidente, es un “plus”.

Marilyn Batista Márquez
Presidenta Programa Mujer Empresaria
Cámara de Comercio Costa Rica