La virginidad antes de la boda es un requisito impuesto, por el primario patriarcado de Irán, a las mujeres

La humillación llega al despropósito de exigir, a la novia, la presentación de un documento que garantiza la imprescindible castidad: el certificado de virginidad.

Las iraníes han sido, históricamente, víctimas de esa variante de agresión de género, que implica un examen físico -que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera carente de ética lo mismo que de validez científica-.

En un acontecimiento sin precedente en el país -geográficamente ubicado en la convergencia del oeste asiático y oriente medio-, una campaña lanzada, al final del año pasado, en línea, para rechazar la certificación, es favorablemente recibida.

Al informar sobre la iniciativa, la emisora British Broadcasting Corporation (BBC) indicó que la oposición a esa brutal tradición es masiva.

“Permanecer virgen antes de la boda sigue siendo crucial para muchas aspirantes al matrimonio y sus familias”, señaló la BBC, para agregar que “es un valor que está incrustado en los sectores más conservadores de la cultura”.

“Pero recientemente las cosas han empezado a cambiar”, indicó, en la nota informativa que, titulada “Las mujeres que necesitan un certificado de virginidad para casarse”, difundió el 12 de agosto.

“Mujeres y hombres alrededor del país han comenzado a hacer campaña para acabar con los certificados de virginidad”, precisó.

En ese contexto, “el pasado mes de noviembre, una petición hecha por internet alcanzó las 25, 000 firmas en menos de un mes”, puntualizó.

“Fue la primera vez que los exámenes para certificar la virginidad recibieron un rechazo abierto por parte de miles de personas en Irán”, destacó el medio de comunicación británico.

Dos testimonios que la BBC incluyó en el artículo, revelaron el impacto del rechazo que ambas denunciantes -identificadas con nombres ficticios, por razones de seguridad- recibieron de sus respectivos esposos, quienes sospecharon que las mujeres no eran vírgenes.

Maryam relató que, tras el primer encuentro sexual del matrimonio, su esposo le reclamó que “tú me engañaste para casarte conmigo, tú no eres virgen”, además de afirmar que “nadie se casaría contigo si supiera la verdad”.

La emisora indicó que “ella trató de convencerlo de que, a pesar de no haber sangrado tras la penetración, nunca antes había tenido relaciones (sexuales), pero él no le creyó y le exigió que consiguiera un certificado de virginidad”.

También informó que “el certificado que le dieron a Maryam decía que su himen era del tipo elástico, lo que significa que tal vez no sangre después de una relación”.

La víctima agregó que “él hirió mi orgullo”, y subrayó que ella “no había hecho nada malo, pero él me seguía insultando”.

“No lo pude soportar”, siguió narrando, y explicó que, “por eso, intenté quitarme la vida con una sobredosis de pastillas”, acción extrema a la que sobrevivió, porque fue hospitalizada.

“Nunca me voy a olvidar de esos días tan duros: perdí como 20 kilos”, dijo.

En términos similares, Neda -cuya identidad también fue protegida en la nota informativa-, aseguró que la exigencia de prueba de virginidad “es una violación de la privacidad, y es humillante”.

Esta iraní relató que, a la edad de 17 años, mientras era estudiante en un establecimiento educativo en Teherán -la capital nacional-, protagonizó su primera relación sexual.

“Entré en pánico”, porque “me asustaba el hecho de saber qué pasaría cuando mi familia se enterase”.

Agregó que ello la condujo a someterse al procedimiento quirúrgico de reconstrucción del himen.

La emisora europea señaló que, “técnicamente, este procedimiento no es ilegal, pero tiene implicaciones sociales peligrosas, por lo que hay hospitales que se niegan a realizarlo”.

En tal cuadro de situación, “Neda tuvo que buscar una clínica privada, hacerlo en secreto, y pagar una fuerte suma de dinero”, agregó, para precisar que “me gasté todos mis ahorros, vendí mi portátil, mi celular, mis joyas”.

De acuerdo con lo informado por la BBC, “además, tuvo que firmar un documento en el que asumía toda la responsabilidad si algo salía mal”.

En cuanto a la intervención, según el medio, “una partera fue la encargada de realizar el procedimiento quirúrgico”, lo que “tomó cerca de 40 minutos”.

Según la mujer, la recuperación insumió semanas, tiempo durante el cual “tenía mucho dolor, no podía mover las piernas”.

Neda explicó que, debido al enraizado prejuicio social, se abstuvo de informar a sus padres respecto a la operación.

Por ello, “me sentí muy sola, pero pensé que el miedo a que se enteraran me ayudaría a tolerar el dolor”, reflexionó.

La iraní relató, además, que, un año después, conoció a un hombre con quien quiso casarse. En ese contexto, la pareja incursionó en actividad sexual.

El hecho de que Neda no sangró durante el primer contacto íntimo, determinó que su pareja la abandonase.

Al respecto, narró que “mi novio me acusó de tratar de engañarlo para casarme con él, me dijo que era una mentirosa y me dejó”

La BBC informó que “este reclamo no es inusual en Irán”, razón por la cual, “después de comprometerse, muchas mujeres van al médico para que certifique que no han ‘perdido la virginidad’”.

Cada certificado incluye la machista aclaración de que “esta mujer parece ser virgen”.

Sobre esa verificación de “castidad”, la OMS ha sido clara en denunciar la absoluta falta de validez de los certificados.

La emisora indicó, en la nota informativa, que, “aunque la OMS ha señalado que los exámenes para determinar la virginidad son antiéticos y carecen de soporte científico, todavía se llevan a cabo en distintos países”.

Al respecto, en un estéril esfuerzo por justificarlos, “la Organización Médica de Irán afirma que solo realiza este tipo de exámenes bajo circunstancias específicas, como casos judiciales y acusaciones de violación”, de acuerdo con la misma fuente.

“Sin embargo, la mayoría de las solicitudes para estas prácticas sigue viniendo de parejas que están planeando casarse”, aclaró, para precisar que “las mujeres acuden entonces a cínicas privadas, a menudo acompañadas de sus madres”.

Según la versión periodística, en estos casos, “una ginecóloga o una partera realizan el examen y expiden un certificado”.

“Este incluye el nombre completo de la mujer, el nombre de su padre, su documento de identidad y algunas veces, una foto”, agregó la emisora británica.

“En las familias más conservadoras, el documento lo firman dos testigos, normalmente las madres (de la pareja)”, puntualizó.

Citada en la nota, una médica identificada solamente como Fariba -quien se ha dedicado, Si ellos ya han tenido sexo y quieren casarse, le diré a las familias que esa mujer es virgen durante años, a la realización del examen y a la expedición de certificados- expresó que se trata de “una práctica humillante”, no obstante lo cual “está ayudando a muchas mujeres”.

“Ellas están bajo mucha presión, por parte de sus familias”, subrayó, además de revelar que, debido a ello, “algunas veces, miento para ayudar a la pareja: si ellos ya han tenido sexo, y quieren casarse, le diré, a las familias, que esa mujer es virgen”.

Foto: Anna Tarazevich