Las Cholitas Escaladoras Bolivianas, constituyen un grupo de vanguardistas indígenas aymaras quienes, en el conservador contexto machista y racista local, están derribando barrera de discriminación que han mantenido, a la mayoría de las mujeres, en permanente marginación.
Por una parte, en el transcurso de los pasados cinco años, el grupo se ha convertido en un exitoso equipo montañista, habiendo llegado a varias de las más altas cimas cordilleranas de Bolivia, y han trascendido el ámbito nacional para llegar a Argentina, y conquistar el monte Aconcagua, el de mayor elevación sobre el nivel del mar a nivel sudamericano -algo que era inconcebible, en Bolivia, como actividad femenina-.
Por otra parte, utiliza, para su identificación, la expresión “cholitas”, diminutivo de “cholas”, palabra de fuerte contenido racista con la que, en Bolivia -y en otros países del área-, suele hacerse despectiva alusión a las mujeres de la mayoritaria población indígena nacional.
En equivalencia, “cholos”, se refiere al componente masculino de ese sector poblacional.
Tradicionalmente, mujeres indígenas cumplen tareas de apoyo -principalmente, elaboración de alimentos- para escaladores y sus guías locales -por lo general, esposos de las trabajadoras-.
Si bien desempeñan labores a alturas considerables, en diferentes elevaciones cordilleranas, no ascienden a las respectivas cimas.
Esto fue así, hasta que surgieron Las Cholitas, quienes, vistiendo su ropa tradicional, han llegado al techo sudamericano -Aconcagua, a 6950 metros de altura-, y, ahora, proyectan escalar hasta el techo del mundo -Everest, a algo más de 8848 metros, en un punto de la frontera China-Nepal-.
En cuanto a Bolivia, han ascendido hasta las seis principales cumbres -Acotango (a 6070 metros), Huayna Potosí (6088 metros), Pomarapi (6250), Parinacota (6350), Illimani (6440), y Sajama (6542), la más elebvada-.
Cinco de las Cholitas lograron llegar a la cima del Aconcagua -Lidia Huayllas, Dora Magueño, Analía Gonzáles, Elena Quispe y Cecilia Llusco-.
En declaraciones a diferentes medios, varias de las montañistas aymaras han narrado el exitoso proceso que ha tenido culminación en sus numerosas hazañas, las que marcan hitos de empoderamiento femenino.
Al respecto, indicaron que la inquietud por llegar a una cima derivó de la recurrente pregunta, formulada por diferentes escaladores del monte Huayna Potosí, respecto a si conocían la cima.
Las mujeres, quienes no habían pasado de los 5200 metros -donde se ubica el campamento en el cual desempeñaban labores, denominado Campo Alto-, nunca se había planteado ascender los restantes 888.
Hasta que, según declaraciones reproducidas el 30 de mayo, por el diario paraguayo La Nación, varias integrantes del grupo comenzaron a formularse interrogantes tales como “Por qué no?”, y “Por qué no subiríamos?”.
En respuesta a esas inquietudes, Huayllas, fue quien tuvo la iniciativa. y así surgieron Las Cholitas -inicialmente una decena de escaladoras aficionadas-.
En diálogo con la publicación argentina Marcha, publicado el 30 de noviembre de 2020, Huayllas y Quispe narraron el origen del grupo, lo que incluye un componente de empoderamiento de género.
“Hace 20 años atrás, trabajaba como cocinera de alta montaña”, comenzó a relatar la primera, quien agregó que “nosotras íbamos a cocinar para los turistas, a una altura de 5200 metros sobre el nivel del mar”.
“A su vez, yo veía, también, que en nuestro país hay tanto feminicidio y maltrato a la mujer, donde nosotras las mujeres indígenas somos muy rechazadas, entonces a razón de eso estaba muy enojada de que nos traten y vean con discriminación por ser mujeres aymaras e indígenas”, expresó.
“Así que pude agrupar a mis compañeras, yo les decía: ‘hermanas, tal vez podemos hacer cima, y ver que hay allí’, y se animaron para poder ver qué había en la cumbre”, continuó refiriendo.
“Todas queríamos ver cómo nos sentíamos de estar en la cima”, agregó.
Al respecto, Quispe planteó que, “por mi parte, he empezado a trabajar a mis catorce años, cargando mochilas de hasta treinta kilos, y he subido a 5200 metros”.
“Siempre, los turistas me preguntaban si había subido a la cima, y yo decía que no, que no conocía”, recordó, para agregar que “nunca había pensado que mi compañera Lidia lo iba a organizar”.
“Desde ahí que me ha gustado”, reflexionó, además de indicar que “hicimos el pico más alto de Bolivia (Sajama, a 6542 metros), y, por último, cima del Aconcagua (a 6950), en Argentina”.
En cuanto al proceso que el grupo ha seguido, la fundadora aseguró que “me siento muy orgullosa de haber agrupado a mis cholitas, y haber dado un primer paso para llegar a donde estamos, haber conseguido el transporte, hacer la logística, el equipo de montaña, hemos hecho todo lo posible para conseguirlo (…) nadie tenía nada pero hicimos lo posible, se han prestado”.
“Nosotras queríamos conocer cómo es la cumbre”, expresó, al reafirmar que “estoy muy feliz de llevar a mis compañeras”.
Respecto al nombre, planteó que “yo decía: ‘y por qué no? Si somos cholitas’. Entonces, nos quedamos con ese nombre, para que nos conozcan”, y aseguró que la denominación “nos ha caído muy bien”.
También hizo referencia a los obstáculos patriarcales que el equipo debió superar.
“Al principio, no era fácil”, empezó a narrar en ese sentido.
“Nos han ayudado, y, después, nos quisieron frenar: ‘cómo va a querer una cholita subir así?’, ‘no podemos permitirlo, es un gran peligro, puede haber accidentes’”.
“‘Claro -decía yo-, pero la montaña es de todos’, y nosotras queríamos subir con lo que somos: con nuestras polleras (faldas tradicionales indígenas) y nuestros aguayos (telas rectangulares que sirven para cargar objetos y como abrigo) en vez de mochilas”, agregó Huayllas .
“Somos mujeres indígenas, y de pollera, esa es nuestra vestimenta, y no nos la vamos a sacar, así vamos a escalar, y así queremos que nos conozcan”, expresó.
“Jamás nos hemos sacado las polleras, así hemos escalado tanto, y así nos conocen”, subrayó.
Al describir la sensación personal al momento de lograr cada cumbre, ambas coincidieron en referirse a la de libertad.
“Yo me siento la mujer más feliz, más libre”, expresó la fundadora del grupo.
“Tengo una emoción muy grande, cada vez que lo hago”, según manifestó.
“A los cincuenta años hice la primera cumbre, y ya tengo cincuenta y cinco”, precisó.
Por su parte, Quispe aseguró que, “cuando llego a la cumbre, me siento la mujer más fuerte”.
“También, mucha gente me decía que no iba a poder, pero pude, soy fuerte y libre: puedo volar, desde la cumbre, como un águila”.