Dos femicidios en Perú, aplicando gasolina y prendiendo fuego a mujeres, ha causado conmoción mundial.

Un  poco más de un mes ha pasado desde la trágica muerte Eyvi Agreda Marchena, fallecida tras haber sido rociada con gasolina y quemada en un bus, cuando otro acto similar fue ejecutado en Perú a Juana Mendoza Alva, que murió recientemente al haber entrado en un estado de shock y septicemia derivado de las quemaduras en el 80% de su cuerpo.

La causa de haber sido quemada viva se reduce a que Esneider Estela Terrones, el ex cuñado y verdugo de Juana, estaba furioso porque ella se oponía a la relación con su hermana y lo había denunciado por los constantes maltratos que había sufrido.

La Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Cajamarca, en donde ocurrió el femicidio, solicitó 9 meses de prisión preventiva para el agresor.

La abogada de Promsex, Brenda Álvarez,  una organización no gubernamental feminista, conformada por hombres y mujeres, profesionales y activistas, que busca contribuir a la vigencia de la integridad y dignidad de las personas en el acceso a la salud sexual y reproductiva, la justicia y la seguridad humana, dijo que “lo que impulsa al agresor a realizar este tipo de delito es sancionar a su expareja, hermana de la víctima, por haber roto la relación. En este caso, según la doctrina, sería un feminicidio indirecto, pues a través de los familiares se realiza este crimen de odio”.

Según cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) de Perú, en lo que va del año se han registrado más de 100 casos de feminicidios y tentativas en este país. En el primer trimestre del 2017 se ejecutaron 29 femicidios; en el mismo periodo van 32.