La investigación permitió descubrir que “muchas mujeres experimentaron sentimientos de presión y expectativa para verse de cierta manera, el día de su boda”
Una boda implica, como costumbre, altos niveles de presión a causa de los incontables detalles a tomar en cuenta, según las exigencias de la industria matrimonial, aunque el mayor nivel de estrés se origina en el componente de aspecto.
El tema del peso -en realidad, del sobrepeso- constituye, en el rubro de imagen, probablemente la principal preocupación.
La obsesión por lucir la “figura perfecta”, con el “peso perfecto”, induce a la implementación de medidas extremas -incluida la cirugía abdominal-.
Llenar las expectativas en materia de presentación, puede implicar, entre otros sentimientos tóxicos, el de cosificación.
Al informar, recientemente, sobre un estudio que, al respecto, produjeron -específicamente en el caso del Reino Unido-, las docentes universitarias Alison Owen y Jennifer Taylor señalaron que la presentación de las novias es parte destacada del ritual.
La investigación incluyó entrevistas individuales con más de un centenar de futuras esposas, precisaron Owen y Taylor, quienes se desempeñan como profesoras de, respectivamente, Psicología de la Salud, y Métodos de Investigación Psicológica Cualitativa, desempeñándose ambas en la Universidad Staffordshire -en el occidental condado inglés del que toma su nombre-.
“Se supone que las bodas son alegres, pero esta alegría puede ir acompañada de mucho estrés”, indicaron, en el artículo de opinión que, inicialmente difundido por la plataforma de información y análisis The Conversation, reproducido, el 16 de mayo, por el periódico chileno La Tercera.
“Además de elegir el menú, las flores y la decoración y ordenar el plan de la mesa, la imagen corporal -cómo pensamos y nos sentimos sobre nuestra apariencia- también puede causar preocupaciones”, aclararon, a continuación.
“No pudimos identificar ninguna investigación previa que hubiera analizado formalmente cómo se sentían las novias sobre su imagen corporal”, de modo que, “para abordar esto y llenar el vacío en nuestro conocimiento, nuestra investigación exploró cómo se sentían las novias acerca de su imagen corporal en el periodo previo a la su boda”, explicaron.
En tal contexto, “nos enfocamos en particular en cualquier preocupación que tuvieran sobre su apariencia y cómo las hacían sentir, desde la etapa de planificación hasta el gran día”, precisaron.
Fue así como “ciento treinta y cuatro mujeres participaron en una entrevista o en una encuesta en línea”, escribieron.
Las catedráticas universitarias puntualizaron que la población meta del sondeo resultó ser “una mezcla de mujeres que planeaban sus bodas y las que se habían casado en los últimos tres años”.
La investigación permitió descubrir que “muchas mujeres experimentaron sentimientos de presión y expectativa para verse de cierta manera, el día de su boda”, informaron.
En este contexto específico, Owen y Taylor indicaron que casi 70 por ciento de las entrevistadas quienes estaban programando su boda, aseguró que necesitaba perder peso, por tratarse de un factor de fuerte incidencia en materia de sentimientos y emociones.
“Una, dijo: ‘estoy realmente preocupada de que preparar mi peso para mi boda vuelva a desencadenar mi anorexia, y no creo que la gente hable sobre la presión innecesaria para que las novias -y los novios- bajen de peso’”, señalaron.
La cirugía es una de las medidas extremas a la cual varias de las entrevistadas dijeron que acudieron para lograr su objetivo en materia de aspecto personal.
“A una, le colocaron una banda gástrica, durante el período previo a la boda: esta es una banda alrededor del estómago que limita su expansión, lo que hace que (al ingerir alimentos) se sienta satisfecho antes”, informaron, para agregar que, “otra, se sometió a una cirugía estética de abdomen, para mejorar la forma del área del estómago”, pero la mayoría no logró el objetivo al que apuntó.
“Entre las mujeres con las que hablamos, que ya estaban casadas, sólo el 27% había alcanzado el peso que deseaba, para su boda”, escribieron las docentes.
En tal cuadro de situación, la fuerza de la tradición condujo a una proporción considerable de novias, a someterse a la costumbre en materia de aspecto, escribieron.
“Muchas de las mujeres con las que hablamos sintieron la necesidad de adherirse a estas presiones, por temor a ser juzgadas y por la expectativa de que todas las novias deberían lucir hermosas”, señalaron.
“Sintieron que esta presión provenía de varias fuentes, incluidos familiares y amigos”, de acuerdo con lo observado por las autoras del estudio social.
Al respecto, “nos dijeron que las percepciones de los demás, sobre cómo se (ellas) veían, afectaban sus propios sentimientos, tanto el día de la boda como después”, según lo señalado
“Una dijo: ‘si sabes que otras personas ‘piensan que te ves bien, entonces, tienes más confianza’”, relataron.
“Otra nos dijo: ‘no quería avergonzarme de mi apariencia, sabía que habría mucha atención y comentarios al respecto, no quería sentir que estaba defraudando a la gente’”, narraron, a continuación.
Esa novia, agregó que “había muchas preguntas sobre mi apariencia y mi ropa, principalmente de otras mujeres”, por lo que “sentí que mi apariencia era parte de la ‘decoración’, de la misma manera que la disposición de las mesas y el orden del servicio”.
Foto: Jeremy Wong