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Inmigrantes indocumentadas en España soportan violencia de género

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Víctimas de diversas y brutales formas de violencia de género, en sus respectivos países de origen, una proporción considerable de esas mujeres volvieron a sufrir, en el país europeo, machismo agresor

Algo más de treinta y un mil extranjeros ingresaron irregularmente, en 2022, a España, población cuyo componente femenino se ubicó en alrededor de once por ciento.

Víctimas de diversas y brutales formas de violencia de género, en sus respectivos países de origen, una proporción considerable de esas mujeres volvieron a sufrir, en el país europeo, machismo agresor.

Al informar, el 3 de junio, sobre tal situación, la agencia informativa española Efe, denunció que, por temor a represalias, las inmigrantes se abstienen de denunciar las violaciones a sus derechos.

Para combatir ese dramático cuadro de situación, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el Ministerio de Inclusión y Migraciones, de España, impulsan una iniciativa que, denominada Proyecto Semilla, apunta a la implementación de un protocolo de protección de víctimas, agregó el medio de comunicación.

“El año pasado llegaron, de forma irregular, a España, más de 31,000 personas, por vía marítima y terrestre, de las que un 11 % eran mujeres y un 14 % niños y niñas”, reveló Efe.

En el caso de las adultas y las memores, precisó que, “muchas de ellas, huyendo de matrimonios forzosos, violencia de género o en el ámbito familiar, violencia sexual, trata de seres humanos, y de la mutilación genital femenina”.

“El miedo a ser expulsadas, frena las denuncias de las mujeres migrantes víctimas de maltrato que llegan a España, una realidad que se vive en los centros de acogida de refugiados, donde se ha puesto en marcha un proyecto para implementar el Protocolo de Actuación sobre Violencia de Género”, puntualizó.

“Se trata del ‘Proyecto Semilla’ desarrollado (…) para garantizar una aplicación efectiva del protocolo de actuación ante la violencia machista en el sistema de acogida de protección internacional, y que ahora se va a ampliar a los centros de atención humanitaria”, señaló, a continuación.

En materia de incidentes de agresión machista, la agencia reveló, a manera de denuncia, que “una de cada tres víctimas asesinadas por violencia de género en España es extranjera, sin embargo, las mujeres migrantes sólo representan el 5.8 % del total de población”.

También detalló que, “desde 2003, 1,204 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España y, de ellas, 399 eran extranjeras”.

Respecto a ese preocupante contexto, Efe reprodujo declaraciones de Eva Menéndez, especialista en temas de género, de la representación de Acnur en España.

“El Proyecto Semilla nace de la necesidad de desarrollar un marco de aplicación del protocolo -existente desde 2021- para todas las entidades que gestionan las plazas de acogida”, explicó Menéndez.

De acuerdo con la versión periodística, solamente “en el primer semestre del año pasado, se detectaron al menos 90 mujeres víctimas de violencia de género”.

La agencia informativa reveló, asimismo, que, “con el Proyecto Semilla, se ha elaborado una veintena de herramientas que complementan el protocolo de actuación frente a la violencia de género”.

En ese esfuerzo, “el testimonio de las víctimas ha resultado fundamental para el grupo de trabajo que ha elaborado las herramientas y el material que se han puesto al servicio de las propias personas solicitantes de asilo y de los profesionales que trabajan en los centros”, informó.

Efe citó, asimismo, a manera de ejemplo, la historia de vida de una inmigrante venezolana, a quien identificó, solamente, como Madison, una joven integrante de la población sexualmente diversa.

De acuerdo con la versión periodística, la sudamericana llegó, en noviembre de 2021, a la sureña y costarea ciudad española de Almería, en el sector de Andalucía.

Madison decidió huir de la dramática situación sociopolítica y humanitaria que golpea, principalmente desde 2014, a Venezuela -habiendo generado, desde entonces, la migración forzada de aproximadamente siete millones de personas -principalmente hacia la limítrofe Colombia, otros países sudamericanos, Costa Rica, Estados Unidos, y naciones europeas-.

También lo hizo “harta de que no la respetaran por formar parte del colectivo Lgtbi”, indicó Efe, que la describió, además, como una geógrafa quien “trabajaba como personal civil en el Ejército, donde sufrió situaciones de acoso de las que no fue consciente hasta que llegó a España”.

“Lo hizo en el centro de acogida que gestiona Cruz Roja en Roquetas de Mar -Almería- en el que le asignaron una plaza de protección internacional”, siguió narrando el medio de comunicación español.

“Era una de las únicas cinco mujeres que había en el centro, donde el principal perfil era el de hombre joven subsahariano ‘con unas identidades culturales muy distintas’ a la venezolana”, agregó la agencia.

Efe aludió así a integrantes de la población de países africanos en la zona inmediatamente al sur del Desierto del Sahara, en el área continental norte.

“Yo me juntaba con ellos, pero muchos malinterpretaban el hecho de que yo fuera simpática y amable”, comenzó a narrar, la venezolana, quien, de acuerdo con lo informado por la agencia, cumple estudios de doctorado sobre Migración y Género.

“Creían que estaba interesada (en contacto íntimo), hasta que un día (uno de ellos) intentó agarrarme en un ascensor, darme un beso, y hasta tener sexo”, siguió relatando.

“Reaccioné, aunque pudo haber pasado cualquier otra cosa”, agregó la joven, quien, según el relato periodístico, aseguró que logró superar el incidente, aunque la condujo a mantenerse esencialmente aislada, dentro del centro de recepción de migrantes.

La sudamericana también dijo que, en el lugar, estaban alojadas otras víctimas de violencia de género, quienes “no denunciaban su situación, porque tenían muchísimo miedo de ser expulsadas”.

Por lo tanto, “asumí el papel de denunciar estas situaciones, porque soy una mujer soltera, y tengo poco que perder en comparación con alguien que tiene unos hijos y no quiere que le echen a la calle”, reveló.

Habiendo establecido, para ello, contacto con personal de Acnur, en Roquetas del Mar, la joven fue invitada a participar en el proyecto.

“Comienzan a abrirse puertas, nos han facilitado un espacio por si necesitamos apoyo emocional y presencial de otras mujeres, nos han dado la oportunidad de hacer actividades de autocuidado”, indicó.

“Ha sido poco a poco, ha sido una lucha, una reclamación, pero se están logrando cosas, y me llena de orgullo”, aseguró.

En materia de violencia de género, en su desplazamiento hacia el exilio obligado, las migrantes venezolanas -lo mismo adultas que menores de edad- quienes se desplazan irregularmente, por tierra, desde su país de origen hacia Colombia, normalizan la agresión de la que sean víctimas, por parte de efectivos de seguridad –de ambos países- así como de grupos armados, de acuerdo con la denuncia formulada por un medio de comunicación.

Esas personas son, en porcentaje considerablemente elevado, objeto de diferentes tipos de abuso sexual, mientras otra proporción es capturada por organizaciones delictivas dedicadas a la trata de personas, informó, asimismo, el periódico venezolano Crónica.Uno, en el artículo que, al respecto, publicó el 26 de diciembre de 2021.

Al pormenorizar algunos componentes de esa situación, el medio de comunicación indicó que numerosas migrantes se desplazan solas, lo que incrementa la probabilidad de que el riesgo se convierta en realidad.

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