Superada, en algún momento, la pandemia global de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, COVID-19), será necesario admitir y abordar la vulnerabilidad y la interdependencia de la humanidad, conceptos planteados, tiempo atrás, por dirigentes feministas.

Exponente de esta línea de análisis, la investigadora española Carmen Magallón planteó, en un reciente artículo de opinión, que el sistema mundial presente no está en condiciones de hacer frente a esa realidad.

El predominante pensamiento patriarcal ha conducido a pensar que la vulnerabilidad humana afecta solamente a algunos sectores poblacionales, algo que la pandemia –que está golpeando con particular fuerza a algunos países, entre ellos España- ha demostrado como un presupuesto falso, aseguró Magallón, en el artículo titulado “Hacer de la necesidad virtud: coronavirus, feminismo y vulnerabilidad”, que la revista española La Marea publicó el 17 de abril.

Se trata de una “vulnerabilidad radical”, que es necesario asumiera para corregir prioridades gubernamentales, en general más centradas en la acumulación de riqueza y el armamentismo que en, por ejemplo, la salud pública, señaló la autora, experta en el tema de la relación entre género, ciencia, y cultura de paz.

“Después de lo que estamos viviendo globalmente, no nos queda otra que reconocer y asumir de una vez por todas que el ser humano es radicalmente vulnerable e interdependiente”, indicó.

“Estos rasgos, tan claros para quienes se hacen cargo de ellos, han sido históricamente ignorados por un sistema que pone en el centro la acumulación económica, al tiempo que jerarquiza y desdeña precisamente lo que nos une a todos”, agregó. Magallón, quien dirige, desde 2003, la española Fundación Seminario de Investigación para la Paz (SIP).

Ello, no obstante el hecho de lo señalado, históricamente, por dirigentes feministas, respecto a la vulnerabilidad individual lo mismo que colectiva de las personas, advirtió.

Fueron feministas quienes pusieron el énfasis en que los humanos, además de seres racionales -que es en lo que se queda el pensamiento instituido dominante- somos seres vulnerables e interdependientes”, escribió.

“Lo somos desde el nacimiento, cuando no sobreviviríamos sin los cuidados materiales y afectivos de las personas adultas, pasando por etapas de la vida en las que sufrimos enfermedades, o la dependencia en la vejez, sin olvidar que también en el día a día hemos de alimentarnos, vivir en entornos sanos y crecer en espacios de relación afectiva necesarios para un desarrollo integral”, expresó, a continuación.

“Y fue sobre las espaldas y las vidas de una mayoría de mujeres sobre las que recayeron estas tareas”, precisó, de inmediato.

“Fueron feministas las que hablaron de que era preciso poner la vida en el centro, un pensamiento intrínsecamente unido a valorar su cuidado, tanto en la concepción y reparto del trabajo cotidiano como en el cómputo global de la economía”, reafirmó la autora, una catedrática en el campo de la física y la química, quien, además, preside, desde2011, la representación, en España, de Women’s International League for Peace and Freedom (Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, WILPF), organización cuya sede central está en la occidental y francoparlante ciudad suiza de Ginebra.

“Eran conscientes de que este trabajo invisible se había impuesto a las mujeres por los roles de género, y que era tal su importancia que no quedaba otra que ponerlo sobre la mesa, atribuirle valor y universalizarlo (compartirlo), porque ellas sí comprendían la radical vulnerabilidad humana”, escribió.

Sin embargo, el sistema mundial en general no está en condiciones de atender esa realidad, como tampoco lo están  las específicas estructuras nacionales, advirtió la experta de 60 años.

“Hoy vemos cómo el sistema global, lejano y cercano se desmorona porque no está preparado para afrontar la vulnerabilidad humana”, contexto en el cual “vemos cómo se gasta más en armas que en respiradores, cómo se adelgazan los sistemas públicos de salud, cómo la persecución de la acumulación económica impone valores, ritmos y horarios que impiden organizar el cuidado como merece”, explicó.

“Vemos que nuestra acción política no parte de asumir la vulnerabilidad” precisó Magallón.

También puntualizó que la interpretación feminista del fenómeno se ha caracterizado por tener mayor agudeza y profundidad que la tradicional, enmarcada en el predominante esquema patriarcal de pensamiento.

“Como movimiento social crítico del estado de cosas existente (…) las visiones feministas fueron siempre más agudas y penetrantes que las instituidas”, porque “la reflexión feminista partió de la materialidad de los trabajos de cuidado que necesita un ser vulnerable, desde la experiencia vital de una mayoría de mujeres en la historia”, expresó.

“Partir de las vidas de las mujeres posibilitó rescatar las tareas de cuidado y formular su crucial importancia para el desarrollo de la vida de todos”, aseguró, a continuación.

Magallón sugirió, a manera de reflexión, que esa visión es una enseñanza que debe aprovecharse, con miras a mejorar las políticas públicas, y a entender que la humanidad y el plantea son únicos.

En ese sentido, planteó que “es tiempo de aprender lo que el feminismo lleva tiempo afirmando: que la radical vulnerabilidad individual y colectiva no es algo coyuntural sino una característica del ser humano de la que es posible y necesario extraer conse­cuencias para la vida y para las políticas públicas”.

Y “que asumirla coherentemente ha de conducir a otro tipo de actitudes y prioridades: a políticas orientadas, no a un crecimiento depredador de la naturaleza y una supremacía dominadora, sino a planificar la centralidad del cuidado; al fortalecimiento de la gobernanza global”.

“En suma, a plas­mar de modo pragmático en la acción política que somos una humanidad interdependiente habitando un planeta común”, reflexionó.