La sola denuncia de los hechos de agresión machista contra mujeres no elimina ese nocivo fenómeno, lo que implica educación además de legislación eficaz
Al exponer el dramático panorama que, en ese aspecto, se enfrenta la población femenina regional, la directora de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) para América Latina y el Caribe, la uruguaya María Noel Vaeza, planteó que, para tener éxito en el combate a la violencia de género, hay que lograr, en cada país, que gobierno y sociedad civil se alíen.
Al unirse, las demandas de las oenegés defensoras de los derechos de las mujeres, y el trabajo de las instituciones, producen una efectiva combinación, aseguró Vaeza, en declaraciones que la agencia informativa Europa Press reprodujo el 12 de junio.
“La cultura de la violencia no se acaba sólo con la denuncia”, comenzó a explicar la experta.
“La lucha a favor de los derechos de las mujeres, pasa por tratar de cambiar el comportamiento que reproduce la violencia machista”, señaló, a continuación.
En ese marco, hay que “transformar las actitudes y conductas de aquellos que ejercen la violencia”, recomendó, para agregar que ello es posible, por la vía de la “transformación cultural a través de un esfuerzo educativo”.
“No podemos seguir viviendo en sociedades que reproducen la violencia contra las mujeres”, planteó, citada en la nota que el medio de comunicación europeo tituló: “La violencia contra las mujeres en América Latina: el reto de modernizar la región para salvar vidas”.
“A la hora de luchar contra la violencia machista, desde las instituciones, es importante lograr un esfuerzo conjunto de los gobiernos y la sociedad civil”, expresó Vaeza, una abogada especialista en políticas públicas, en cuya opinión, tal conjunción de esfuerzos “da frutos”.
En ese sentido, la jerarca regional de ONU Mujeres hizo referencia a avances logrados en algunos contextos regionales.
“Así lo demuestran algunas leyes que se han aprobado, en Europa y en América Latina, a favor de la igualdad de género y en contra de la violencia hacia las mujeres”, dijo, a manera de ejemplo.
“Y eso ha sido posible, precisamente, gracias a las demandas de la sociedad civil, y al trabajo de las instituciones que articulan y dan forma a esas aspiraciones”, aseguró.
En cuanto a América Latina, planteó que las realidades nacionales no se enmarcan en parámetros iguales.
A nivel de esta región, “cada país se enfrenta a su propio reto, en materia de defensa de los derechos de las mujeres”, dijo.
Por lo tanto, “está claro que hay que seguir trabajando con toda la sociedad, para que los avances cosechados se consoliden, y no haya retrocesos”, sugirió, además de subrayar que, en tal sentido, resulta fundamental contar con “una sociedad civil vigilante y activa”.
Sin embargo, un factor que ha atentado fuertemente contra los progresos de diferentes países en el área, es la pandemia de coronavirus, estallada temprano en 2020.
“Esta pandemia ha supuesto un retroceso, de entre 15 y 18 años, en relación con los derechos de las mujeres”, indicó.
“Esto, sólo ha agravado la pandemia de violencia -que ya existía previamente- contra las mujeres”, precisó.
Sobre ese tema, en declaraciones formuladas dos meses antes, la directora adjunta de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, la uruguaya Cecilia Alemany, subrayó que la región requiere cambios en la prevención de la violencia de género, y advirtió sobre la negativa incidencia que la pandemia ha tenido en esa materia.
La efectiva prevención en materia de violencia de género, en el área, pasa por modificaciones en lo que tiene que ver con políticas, particularmente en campos tales como justicia, seguridad, y educación, indicó.
“El derecho a una vida libre de violencias sigue siendo una preocupación principal en la región, para las mujeres, más aún, para aquellas que tienen vulnerabilidad económica”, aseguró Alemany, en declaraciones difundidas, el 30 de abril, por la agencia argentina informativa estatal Telenoticiosa Americana (Télam).
“O sea, se vincula a la necesidad de abordar pactos nacionales contra la violencia de género, no solo con las leyes integrales marco que tenemos sino, realmente, fortalecer los sistemas de prevención y respuesta”, agregó.
En opinión de la experta internacional, “hay que transformar la justicia, trabajar mucho su acceso a los más desfavorecidos, pero también el cambio de estereotipos del sistema judicial, y de todo el ecosistema de prevención de violencia, porque está la llamada violencia institucional, que se reproduce a lo largo de todo el ciclo”.
Igualmente, “hay que fortalecer el cambio de mentalidad en quienes responden, tanto desde la policía como del sistema judicial, y también cambiar la percepción y la educación”, continuó recomendando la jerarca de ONU Mujeres, una especialista en relaciones internacionales, quien advirtió que “la cultura de la violencia se reproduce en muchos ámbitos”.
“Entonces, tenemos que pensar en políticas integrales para construir paz social, y sociedades libres de violencia, que vayan de la mano de una mirada de interseccional y de género, pero que apunten, también, a trabajar no solo con las víctimas, sino con la prevención”, sugirió, además, aunque reflexionó en el sentido de que “esto nos falta mucho en América Latina: la prevención es un gran debe”.
Según lo indicado por Alemany, la violencia de género, en el área, se agudizó, según las respectivas realidades nacionales, a causa de la pandemia.
Tal realidad “es diversa, porque, al interior de la región -y de los países-, tenemos brechas que afectan a las mujeres, de forma diferente”, puntualizó.
“Pero, en general, podemos decir que la crisis de la pandemia vino a exacerbar una crisis previa”, aclaró, a continuación.
“Empezó como una crisis sanitaria, que se volvió una crisis social, económica, y, en algunos países, una crisis de gobernanza, también”, planteó, a causa de lo cual “las mujeres se vieron afectadas, de muchas formas”, subrayó.
“Estamos hablando de un aumento de la pobreza, en estos dos años, que afecta, particularmente, a las mujeres y, en especial, a aquellas que ya eran las más pobres”, denunció, a continuación.
“Ahí, además, en América Latina, tenemos un corte de discriminación étnico-racial, que hace que las mujeres afro y las indígenas vieran empeorar más su situación socioeconómica”, reveló, asimismo.
Sumado a todo lo anterior, “la violencia machista también se vio exacerbada, en estos últimos años”, puntualizó, de inmediato.
En la visión de Alemany, a causa de la persistente emergencia sanitaria, “lamentablemente, las latinoamericanas están con menos perspectivas de futuro, en muchos casos”.