Bayat es víctima sobreviviente de la violencia bélica que ha afectado, durante diferentes períodos, a Afganistán

Nilofar Bayat esa una tenaz afgana quien, como deportista con una discapacidad, y como activista por los derechos humanos, mantiene, en el exilio en España, la lucha por sus compatriotas y por la liberación de su país de origen.

Antes de la instalación de su actual gobierno de facto -en agosto de 2021-, el movimiento fundamentalista islámico Talibán tuvo el control, desde 1996-hasta 2001, de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio del país asiático.

Esa violenta administración talibana -caracterizada por brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.

No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada -la que llevó a la organización a instalarse en el poder-.

Durante una acción bélica registrada en 1999 -cuando Bayat tenía seis años-, un misil hizo impacto en la casa de sus padres, lo que la dejó sin posibilidad de caminar.

A causa de ello, pasó a desarrollar su actividad deportiva -específicamente, el baloncesto- en la especialidad de silla de ruedas.

En el marco de la anterior y la actual dominación talibana, Bayat ha combinado la práctica de ese deporte, con la defensa de los derechos humanos -en particular, de las mujeres, sector poblacional principalmente maltratado por ese movimiento-.

Su activismo -algo prohibido para las mujeres, según el inflexible patriarcalismo talibán- determinó que tuviese que salir de Afganistán, junto con su marido, para exiliarse en España, en la ciudad de Bilbao, la capital de la costera provincia de Vizcaya, a su vez, localizada en el norteño País Vasco -que es fronterizo con Francia-.

En su nuevo lugar de residencia -y después de haber sido la capitana de la selección femenina afgana de básquetbol en silla de ruedas-, la deportista está en la alineación del equipo local Bidaideak Bilbao BSR (Baloncesto en Silla de Ruedas).

La actual, “es una nueva experiencia, para mí, y, al mismo tiempo, (es) muy buena”.

Respecto a su inserción en el contexto del equipo de su lugar de exilio, la activista indicó que se trata de un contexto completamente diferente a aquel al cual estaba acostumbrada, en Afganistán.

“Todo era nuevo, cuando llegué a España, y no fue fácil”, comenzó a narrar.

“El equipo es muy fuerte, y estoy tratando de aprender de ellos, estoy muy feliz por jugar en un equipo tan bueno y fuerte…al principio, no tenía suficiente confianza en mí misma para jugar”, confesó, para indicar que “era una cosa nueva, para mí…

Al relatar su fuga de Afganistán -donde permanece la mayor parte de su familia-, aseguró que se trató de un proceso complejo.

Citada, al respecto, por el diario español La Tribuna, en el artículo informativo que el medio de comunicación difundió el 25 de junio, la afgana dijo que “fue muy difícil, y lleno de estrés”.

“Tenía un sentimiento extraño: quería asegurar mi vida y salir del país, pero, por otro lado, mi país lo significa todo para mí”, expresó, para agregar, a manera de reflexión, que “estaba dejando a mi familia, estaba perdiendo una vida para la que trabajé durante años”.

Bayat aseguró, asimismo, que “me enfrenté a los talibanes, y vi la caída militar de mi país”, todo lo cual “es el peor recuerdo de mi vida”.

Al contextualizar en ese escenario, su caso, hizo referencia a la dramática situación las personas que integran su círculo más inmediato.

En ese sentido, explicó que “el resto de mi familia está en Afganistán”.

Esas personas, “no están en buenas condiciones, no tienen trabajo, y las mujeres están encerradas en casa”.

En el último punto, la activista hizo alusión a la violación de los derechos de las mujeres, por parte de la dictadura talibana, mediante la antojadiza implementación de la sharía -la legislación musulmana que constituye un código de conducta-.

En calidad de denuncia, señaló que “no se les permite ningún tipo de actividad, las mujeres están muy decepcionadas y tristes: no hay futuro para ellas”.