¿Es o no la ética parte del ADN de las mujeres, o por el contrario, se aprende y desaprende según el libre albedrío de cada individuo?
En un periodo menor a cinco años, tres mujeres líderes de diferentes naciones, han sido destituidas por presunta corrupción, traición a la patria, asociación ilícita y hasta lavado de dinero.
Se trata de la ex presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye (2013-2017), envuelta en un escándalo de corrupción que culminó en su destitución por soborno, abuso de autoridad, coerción y filtración de secretos gubernamentales. La expresidenta de Argentina, Cristina Fernández (207-2015), acusada por presunta traición a la patria y encubrimiento agravado en el marco de la causa que investiga la intervención de su Gobierno en un plan criminal para dar impunidad a los sospechosos del atentado contra la mutual judía Amia en 1994. También ha sido acusada de asociación ilícita, negociaciones incompatibles y lavado de dinero. La última del grupo, Dilma Rousseff (2011-2016), ex Presidenta de Brasil, fue acusada de corrupción y tráfico de influencias al emitir tres decretos que modificaron los presupuestos sin autorización del Congreso y de contratar créditos con la banca pública en favor del Gobierno.
Excluyo en esta lista (por haber ocurrido hace más de una década) a Mireya Moscoso (1999-2004), expresidenta de Panamá, que fue acusada por malos manejos en una partida de gastos reservados de 23 millones de dólares durante su mandato, a lo que ella misma respondió no haberse robado nada, ya que con parte de ese dinero (partida de gastos reservados) adquirió vestidos, joyas y accesorios para representar al país. Moscoso fue también investigada por el manejo de 45 millones de dólares donados por Taiwán para hospitales y obras educativas, que fueron administrados por fundaciones privadas, sin control del gobierno.
Pero no solo el sector público tiene ejemplo de mujeres corruptas, también algunas líderes de empresas privadas han actuado bajo la sombra, como Leona Helmsley, la multimillonaria propietaria de una cadena de hoteles en Nueva York que fue a la cárcel por evadir impuestos. Martha Stewart, la empresaria y presentadora de televisión estadounidense que fue declarada culpable de conspiración, falso testimonio y obstrucción a la justicia en el año 2004 y cumplió condena en prisión. Más reciente, en este año, en Colombia, la presidenta de la empresa Servientrega Luz Mary Guerrero, con un récord de más de 25 distinciones y reconocimientos por su labor como mujer emprendedora y comprometida con el desarrollo social del país, fue acusada de delitos de falsedad ideológica, estafa, administración desleal, fraude procesal, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, entre otros delitos. Actualmente se encuentra en prisión domiciliaria mientras se ventila su caso.
La ética en el ADN de las mujeres
A pesar de que los casos anteriores demuestran que las mujeres no son inmunes a la corrupción, la realidad -si la comparamos con los hombres-, es que la formación de las féminas, más apegadas a los valores, a la familia, a las acciones justas y más distantes a la codicia, la hacen menos propensa a las faltas éticas.
Roger Steare, un filósofo corporativo, consultor, orador y autor británico, que ha realizado importantes investigaciones sobre el carácter moral, el juicio y el comportamiento, asegura que las mujeres son más honestas que los hombres.
Steare, co-diseñador de la “Prueba del ADN moral”, utilizada para medir valores morales, en un estudio que aplicó a 60.000 participantes de 200 países y de orígenes sociales muy diversos, descubrió que “las diferencias entre hombres y mujeres resultaban muy evidentes cuando nos fijábamos en las decisiones laborales. Las mujeres reparaban especialmente en el impacto que tendrían en los demás, lo que llevaba a producir mejores decisiones, mientras que los hombres tendían a ser más individualistas y a tener mucho más en cuenta su propio interés”.
Afirma Steare que las mujeres a la hora de dirigir empresas e instituciones, tienden a valorar los intereses a medio plazo y a forjar empresas más sostenibles mientras que los hombres buscan más los resultados inmediatos (y los bonus) sin importarles el impacto que sus medidas pueden tener para el futuro.
¿Son las mujeres más éticas que los hombres?
En el Foro de noticias y discusiones sobre la ciencia, el desarrollo y los derechos humanos, del Instituto de la Ciencia y Tecnología de América Latina (ICETAL), bajo el título ¿Son las mujeres más éticas que los hombres?, se afirma lo siguiente:
“…Mientras que las mujeres son entrenadas a ser buenos individuos–y esto no es un crimen debido que deberíamos de entrenar a todos individuos a ser buenos–no deberíamos de necesariamente presumir que terminaran de esta manera. Mientras que los hombres ciertamente tienen una predisposición hacia la actividad física como medio de resolución de conflicto debido la presencia elevada de testosterona, el hecho no subestima la tendencia femenina hacia un tipo de sadismo psicológico bajo las mismas condiciones–un tipo de violencia que de hecho puede ser mucho más dañino a otra persona a largo plazo. Mientras que los hombres tienden a usar los puños, las mujeres tienden a usar las palabras. La presencia de uno (abuso físico) ciertamente no justifica la segunda (abuso emocional), pero en los estudios de violencia el segundo rasgo rara vez es tomado en consideración–y por lo tanto distorsionando sus resultados finales. Idealmente quisiéramos aumentar la presencia de individuos éticos en la sociedad, independientemente de su género o sexo (como sea que quiera llamarlo). La sociedad no-ética, a largo plazo, es últimamente una no-sostenible”.
Comentarios finales
Ser o no ser ético es propio de los seres humanos, por lo cual encontraremos individuos morales e inmorales en ambos géneros. Sin embargo, la educación y formación de la mujer con mayor apego a conductas éticas, su socialización en un entorno menos competitivo, más enfocada a preservar los valores tradicionales y menos expuesta a la tenencia de poder, pareciera (no hay estudio científico) que propicia una conducta más ética en estas, que traslada al campo laboral.
En 124 años, fecha distante y preocupante en la que se estima que la mujer tendrá igualdad y equidad (salario, educación, puestos políticos, gerencia de empresas) en la mayoría de las sociedades en desarrollo, realmente conoceremos sí seguirá siendo portadora de esta característica diferenciadora, o si al obtener el mismo trato y formación que el hombre, su comportamiento será igual al de sus pares. De suceder esta situación, me apego a la frase del ICETAL: “La sociedad no-ética, a largo plazo, es últimamente una no-sostenible”.
mbatistapetra@gmail.com