La mentalidad misógina del movimiento fundamentalista islámico Talibán no cambió en los veinticinco años durante los cuales el grupo terrorista estuvo fuera del poder en Afganistán
A su regreso, en agosto de 2021, ahora para controlar la totalidad del país asiático, la actitud antimujer persiste, no obstante las declaraciones iniciales, por parte de autoridades del régimen de facto instalado el 15 de ese mes.
En esta línea de análisis, la activista de derechos humanos Arifa Fatimi considera que la política de género que la dictadura está imponiendo, así lo demuestra.
“Las órdenes del gobierno de los talibanes, y su mentalidad hacia las mujeres, no han cambiado”, planteó Fatimi, en declaraciones que la agencia informativa española Efe dio a conocer el 12 de abril.
“Son los mismos que hace 25 años”
La defensora de las garantías fundamentales hizo, así, alusión a los cinco años (desde 1996 hasta 2001), durante los cuales la organización terrorista se mantuvo en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio afgano.
Entre otras violaciones a los derechos humanos -algunas de las cuales constituyen crímenes de lesa humanidad- perpetradas durante ese quinquenio, los talibanes reprimieron violentamente a las mujeres, para obligarlas a, esencialmente, encerrarse en sus casas.
“Desde que los talibanes volvieron al poder, han restringido sistemáticamente (los derechos) de las mujeres y las niñas”, denunció Fatimi.
Ello, “aislándolas de la sociedad, al tiempo que prometían derechos humanos, a la comunidad internacional”, agregó, de inmediato.
Ahora, entre otras medidas violatorias de los derechos de la población femenina, el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio -creado en 2021, en reemplazo del eliminado Ministerio de Asuntos de la Mujer-, amplió, recientemente, a los vuelos internacionales, la prohibición viajar sin velo y sin acompañante familiar masculino, en caso de trayectos largos.
Al respecto, la también activista afgana de derechos humanos Nahid Noori, dijo, en declaraciones a Efe, que esta nueva restricción es “el último golpe a las ilusiones de las afganas de trabajar, recibir tratamiento médico en el extranjero, o recibir una educación”.
“Estudié mi licenciatura en India, y había decidido ir a estudiar un máster en dirección de negocios, en otro país, pero no puedo ir, por culpa de la restricción”, indicó.
“Junto con los problemas económicos y de seguridad, a los que también me enfrento (…) esta prohibición significa una sentencia de cárcel”, expresó, a manera de reflexión.
De acuerdo con la agencia informativa europea, “las prohibiciones de los talibanes se extienden a otros ámbitos e incluyen también la segregación por sexos en los parques de Kabul (la capital nacional), obligando a mujeres y hombres a acudir en días separados”.
“La separación por sexos se ha infiltrado también en eventos educativos universitarios, donde las mujeres sí pueden acceder a las clases, mientras que los fundamentalistas han prohibido los deportes femeninos sin que por el momento se vislumbren cambios”, de acuerdo con la versión periodística.
Efe hizo referencia, igualmente, a una muestra adicional de la histeria misógina talibana, al señalar que “las prohibiciones han llegado también a las televisiones, con los talibanes prohibiendo la emisión de programas de ficción en los que aparezcan actrices”.
No obstante el hecho de que la mentalidad machista del grupo talibán no ha cambiado, sí lo ha hecho la sociedad afgana -en particular las mujeres-.
Así lo señalaron, a la agencia periodística, defensoras de los derechos humanos.
“Durante el último régimen talibán (1996-2001), éramos una generación crecida en la guerra, y no teníamos derecho a hablar por nosotras mismas, ni las nociones para entender nuestros derechos”, explicó la escritora Humaira Qadari.
La autora se refirió así a la guerra civil afgana (1992-1996) -durante la cual surgió, en 1994, el grupo fundamentalista-.
“Pero esta generación más reciente ha crecido en una sociedad democrática, en un gobierno republicano, comprende sus derechos y está conectada con el mundo”, agregó, en alusión a las dos décadas (2001-2021) de gobierno respaldado por Estados Unidos y otros países occidentales, en el marco de la ocupación militar principalmente estadounidense de ese período.
Resultado de tal contexto de incipiente empoderamiento de género, numerosas manifestaciones femeninas de protesta antitalibana han tenido lugar, en Kabul y otras ciudades, desde la instalación del régimen de facto.
No obstante, su naturaleza de protestas pacíficas, las demostraciones han sido violentamente reprimidas por la dictadura.
En materia de ataques a la comunidad afgana defensora de los derechos humanos, el régimen desapareció, las primeras semanas de 2021, a cuatro dirigentes feministas locales.
Dos de ellas fueron capturadas al inicio de febrero, indicó la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (United Nations Assistance Mission in Afghanistan, Unama), según versiones periodísticas internacionales.
Se trata de Zahra Mohammadi y Mursal Ayar, informó la Agence France Presse (AFP), que citó, como fuente, a una activista quien, por seguridad, solicitó que no se la identificara.
Ambas fueron detenidas, según la militante feminista anónima.
Mohammadi es una odontóloga quien se desempeña en una clínica, indicó.
El arresto de Ayar ocurrió luego de que una compañera de trabajo le solicitó su dirección, usando como excusa que debía entregarle, personalmente, su salario, agregó.
Creada el 28 de marzo de 2002, mediante la Resolución 1401 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el cometido general de la Unama es el de asistir, al Estado y al pueblo afganos, a establecer la base para el desarrollo y la paz sostenibles en el país asiático.
En declaraciones reproducidas, el 13 de abril, por el diario español El País, activista local de derechos humanos Shaharzad Akbar -exiliada, hace ocho meses, en Italia-, aseguró que, “ahora, la ley son los talibanes”.
Sin embargo, “los talibanes son incapaces de gobernar”, denunció.
En similar línea de reflexión, una afgana identificada -por razones de seguridad- solamente como Khadija, dijo, en declaraciones que Efe reprodujo el 16 de agosto de 2021, que “los talibanes son como animales, no entienden el Corán”.
Khadija hizo así referencia a la arbitraria implementación que la dictadura hace, lo mismo del contenido de libro sagrado musulmán, que de la Sharia -la legislación islámica-.
A esa brutal realidad, se suma el hecho de que los talibanes “no entienden qué es Afganistán”, lo que obedece a que “muchos, ni siquiera son de aquí”, además de que suelen padecer “delirios y problemas mentales”, precisó.
Foto: Mohammad Azarniya