La migración femenina representa el 49 % de la cifra total mundial, pero en América Latina es de un 50,1 %.
La obsesión del presidente Donald Trump en levantar un muro fronterizo con México de 1.600 kilómetros, que requeriría 10 años de construcción, emplearía a unos 10.000 trabajadores y costaría al menos 25.000 millones de dólares, bajo la premisa de que la mayoría de los inmigrantes son peligrosos y esta nación debe protegerse de ellos, es objeto de discusión y duros enfrentamientos políticos entre republicanos, demócratas y diferentes sectores.
“Cuando México nos manda gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que nos traen drogas, crimen, violadores”, esta es una de sus frases de Trump más discriminatorias e intolerantes durante expresadas en el discurso de lanzamiento de su candidatura ante el partido republicano, en junio de 2015. Pero cuán cierto es que esta población, y específicamente las mujeres que llegan a los Estados Unidos, son delincuentes. Una mirada a los datos aclararán cómo es el perfil de las que migran al norte.
Razones por las que migran
Según el Banco Mundial, las mujeres representan el 49% de la migración en el mundo y su número va en aumento. Sin embargo, en América Latina estos números cambian y la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU sostiene que aumenta hasta un 51,1%.
Las razones de este desplazamiento hacia los Estados Unidos son similares a las del resto del mundo: ellas buscan mejores condiciones de vida, escapar de situaciones de violencia familiar y comunitaria, reunirse con su familia y encontrar un empleo que les permita apoyar económicamente a sus hijos.
En Centroamérica una de cada dos mujeres migra por miedo a perder la vida o a sufrir agresiones y daños físicos y emocionales en sus comunidades de origen.
En qué trabajan
En general, las mujeres migrantes toman la decisión de dejar su patria en forma voluntaria o forzada para mejorar su calidad de vida. Muchas de ellas comienzan a trabajar en oficios domésticos como encargadas de limpieza en hogares, mucamas, cuidadoras de personas enfermas y otras se desempeñan como agricultoras, camareras y trabajadoras en fábricas. Esta decisión de mejorar su calidad de vida a veces tiene un alto costo porque un grupo de ellas terminan trabajando como trabajadoras del sexo.
Sostiene la Organización Internacional del Trabajo, OIT, que las migrantes tienen mucho mayor riesgo que los hombres de ser esclavizadas y ser víctimas de trata hasta explotación de las trabajadoras domésticas. “Hay millones de mujeres migrantes corriendo riesgos que dan pruebas de la carencia de protecciones adecuadas a sus derechos y de la ausencia de oportunidades para migrar sin riesgo y legalmente… Se estima, cada año hay entre 600.000 y 800.000 mujeres, hombres y niños que son objeto de trata a través de fronteras internacionales; de ellos, un 80% son mujeres y niñas», afirma la OIT.