La feminista española Rosa Cobo considera que la pornografía es un canal directo hacia la prostitución, y que ambas se suman a la trata de mujeres, para constituirse en soportes fundamentales de lo que describe como una industria de mucho poder

Al respecto, en declaraciones reproducidas el 5 de noviembre por Efe, agencia informativa de España con cobertura mundial, denunció que, el país europeo es, a nivel global, el tercer mercado de consumo masculino de prostitución.

En ese sentido, y citando cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Efe indicó que, en España, el trabajo sexual representa aproximadamente 0.35 por ciento del producto interno bruto nacional, canalizando algo más de 4,200 millones de euros (casi 4,500 millones de dólares).

También aludió a diferentes estudios -que no identificó- para señalar que alrededor de 45 mil mujeres y niñas son sexualmente explotadas en España, y que, en esa población, un 90 a 95 por ciento está constituido por víctimas de trata.

De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de la Juventud, del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, para su Informe Juventud en España 2020, un 10.6 por ciento de los jóvenes en el segmento etario de 15 a 29 años admitió consumió prostitución.

En opinión de Cobo, “la prostitución, la trata, y la pornografía, se han colocado, en los últimos años, en el centro de la agenda feminista, porque son formas de violencia extrema contra las mujeres, y, especialmente, contra las mujeres más vulnerables”.

La realidad es que “pornografía, prostitución, y trata, forman parte de una industria poderosísima, que mueve un negocio millonario, en España”, aseguró la experta, quien es profesora de Sociología del Género, en la Universidad de La Coruña, ubicada en la noroccidental ciudad gallega de igual nombre.

“Es la segunda que más beneficios tiene, a escala global, dentro de las economías ilícitas, que se convierten en lícitas cuando entran en contacto con el capital financiero y blanquean el dinero”, precisó cobo, quien también es directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de ese centro de estudios superiores.

Por otra parte, “la industria de la explotación sexual es indispensable para muchos países que tienen altas tasas de pobreza”, puntualizó, a continuación.

Ello, “porque les permite engancharse a la economía global, explotando a mujeres para la prostitución y la trata, para que ellas envíen dinero (remesas familiares), al país de origen, reactivando su economía”, agregó, en calidad de denuncia.

La docente, quien es, además, investigadora en el tema, subrayó que “hay un canal directo, desde la pornografía, hasta la prostitución”.

Se trata de “un canal que tiene dos direcciones, porque las mujeres transitan, de un lugar a otro, en función de las necesidades de la industria”, explicó.

“Y porque quienes acuden a la prostitución, han sido antes consumidores de pornografía”, aclaró, asimismo.

De modo que “las tres realidades -pornografía, prostitución, y trata-, son formas de violencia extrema hacia las mujeres”, y que, por lo tanto, “políticas abolicionistas de la prostitución y de la pornografía”, planteó.

“La sociedad lo demanda y el (…) gobierno no debe perder un solo minuto”, enfatizó.

Para ello, se requiere que autoridades y sociedad comprendan que “la prostitución no está formada por un grupo de mujeres que hacen una elección libre y racional”.

Quienes la ejercen -principalmente en el contexto de trata-, son víctimas de “una industria internacional que funciona de forma similar a las multinacionales, y con conexiones entre el país de origen y el de destino”, advirtió.

Cobo reveló, igualmente, lo que describió como “una preocupación creciente, entre los padres y madres, sobre los efectos que tiene, la pornografía, en sus hijos”.

“No hay duda de que, con la aparición de los teléfonos inteligentes, las redes sociales, e Internet, la pornografía se ha hecho accesible, y gratuita, para cualquiera”, precisó.

Al respecto, en alusión a los datos del Injuve, la especialista aseguró que “esto es una barbaridad”.

En ese sentido, expresó “preocupación por los efectos que tiene la pornografía, sobre la visión de los jóvenes acerca del sexo, y (de) sus relaciones con sus compañeras”.

Son “unos efectos que van más allá del sufrimiento que tienen las chicas que la protagonizan, porque alcanzan a los adolescentes que la consumen”, explicó.

“Hay niños que consumen horas de pornografía, en las que se ejerce violencia contra las mujeres”, advirtió en modo de denuncia.

En tal contexto se establece “una relación directa entre el consumo masivo de pornografía y el aumento de los delitos de agresiones sexuales entre menores”, agregó.

Esa conexión queda en evidencia “en las cada vez más recurrentes violaciones grupales”, indicó, de inmediato, a manera de ejemplo.

Cobo aclaró, asimismo, que “la pornografía es una forma de prostitución”, para puntualizar que “la idea de que la pornografía es ficción no es cierta”.

En los hechos, “la pornografía es la pedagogía de la violencia contra las mujeres, porque las escenas de violencia sexual, en el cine, se simulan, pero, en la pornografía, no hay simulación”, señaló.

“En la pornografía, lo que se ve, ocurre en la realidad”, siguió aclarando, para reafirmar que “la pornografía, no es ficción”.

Por si todo lo anterior no fuese los suficientemente alarmante, “la pornografía alimenta el imaginario sexual de más del 90 por ciento de los chicos jóvenes”, según lo indicado por la académica.

“También de las chicas, que, aunque consumen pornografía en menor cantidad, casi siempre lo hacen a instancias de sus parejas”, reveló.

En ese cuadro de situación, “se ven presionadas a tener el tipo de sexualidad que le demandan sus parejas, y que está muy mediada por la pornografía”, agregó.

Para hacer frente a ese problema social, en cuyo contexto “la pornografía inunda toda la cultura contemporánea, la música, el cine, la moda, la televisión”, la educación constituye una herramienta de naturaleza esencial, de acuerdo con el análisis de Cobos.

Existe “una relación directa entre el imaginario de la pornografía y una buena parte de las industrias culturales”, aseguró.

Por tal razón, “es fundamental que los jóvenes no se eduquen en la idea de que las mujeres son una mercancía, que se las puede cosificar”, dijo.

“Cuando acuden a un burdel, no piensan si esas mujeres sufren, o no”, señaló, en calidad de ejemplo.

“Han crecido viendo pornografía, y acuden allí pensando que las mujeres son cosas, con la ventaja, sobre sus parejas, de que, además, nunca les van a decir que no”, explicó la docente.

Al recomendar la elaboración de políticas públicas abolicionistas, con el propósito de erradicar la explotación sexual, dijo que tales iniciativas deben atender varios frentes.

Tienen que enfatizar “la persecución del proxenetismo, la sanción a los puteros”, además de proporcionar “apoyo integral a las mujeres que están en prostitución”, y consolidar “una educación sexual afectiva, fuerte”, sugirió, a continuación.

Al respecto, aseguró que “hay un sector, muy amplio, de la sociedad, que demanda la abolición de la prostitución”, a lo que agregó que “también hay que prohibir la pornografía, y, sobre todo, impedir el acceso de los menores”.

“Hace falta tener voluntad política para salvar las presiones de una industria poderosa”, cuyo poder se debe limitar mediante legislación, recomendó, además.

En opinión de Cobo, “necesitamos una ley para proteger a nuestros hijos y nuestras hijas”, algo que “es de sentido común”.