La pornovenganza es el intercambio de videos y mensajes de contenido sexual e íntimos, que sin el consentimiento de la persona que lo protagoniza se publica haciéndolo de dominio público.

En el 2009 María José Castillo, la cantante costarricense finalista en la tercera temporada de Latin American Idol, denunció que estaba siendo extorsionada por una persona que le robó un vídeo íntimo que ella realizó con su novio, intentó venderlo a varios medios de comunicación del país y finalmente fue publicado en redes sociales. El video fue hecho por ellos y para su consumo personal. Este hecho le dificultó continuar con su carrera en la música.

Karina Bolaños Picado fue destituida del cargo de viceministra de Cultura de Costa Rica en el 2012, por la circulación de un video íntimo que fue grabado por ella misma en 2007 y que fue sustraído de su computadora sin su consentimiento.

Pocas voces se elevaron a favor de la otrora viceministra, y el gobierno, que debió  hacer un pronunciamiento sobre esta violación y proteger su derecho a la privacidad, por el contrario la destituyó de su cargo.

Años después de este suceso países como México han reformado su Código Penal Federal para que el hostigamiento sexual en Internet, incluyendo la “pornovenganza”, sea castigada hasta con tres años de cárcel. Con esta medida se pretende disminuir la publicación de imágenes íntimas por parte de  ex parejas o cualquier persona que actué por despecho, broma o extorsión, mostrando y circulando vídeos íntimos sin consentimiento de la persona que lo protagoniza.  

Este acto delictivo tiene repercusiones serias sobre sus víctimas, que son un 90% mujeres, y es una forma de abuso sexual y discrimen de género con repercusiones que afectan sensiblemente y resultan trágicas a quienes lo sufren.

En Costa Rica, Castillo y Bolaños tuvieron mejor suerte que Tiziana, una italiana que envió el video de contenido sexual a su ex novio y a otras tres personas, quienes lo publicaron en las redes sin su consentimiento. Más de un millón de personas lo vieron en páginas de pornografía. Tiziana cambió de nombre para empezar una nueva vida, pero la historia del video pornográfico la persiguió hasta que no pudo soportar los comentarios y burlas y se suicida.

Tras la tragedia de Tiziana en el 2015, en Italia se impulsó una ley con penas de uno a seis años de prisión y multas de 5.000 a 15.000 euros a quienes compartan sin consentimiento videos íntimos.

El Reino Unido tipifica como delito desde 2015 compartir imágenes sexuales sin permiso de quien aparece en ellas.

Francia adoptó en 2016 la Ley para la República Digital, que endureció las sanciones (dos años de cárcel y multas de 60.000 euros).

En Alemania, un tribunal declaró ilegal en 2014 que una persona guarde imágenes íntimas de su expareja si esta ha pedido que las borre.

En el 2017 unos 40 estados de los Estados Unidos ya castigan el “revenge porn”.

En el 2017, en Costa Rica, se reformó el Código Penal, de manera podría ser  sancionado “con pena de prisión de uno a tres años quien en beneficio propio o de un tercero, con peligro o daño para la intimidad o privacidad y sin la autorización del titular de los datos, se apodere, modifique, interfiera, acceda, copie, transmita, publique, difunda, recopile, inutilice, intercepte, retenga, venda, compre, desvíe para un fin distinto para el que fueron recolectados o dé un tratamiento no autorizado a las imágenes o datos de una persona física o jurídica almacenados en sistemas o redes informáticas o telemáticas, o en contenedores electrónicos, ópticos o magnéticos”.

Disculpas y justicia a las víctimas: “Si tiemblas de indignación ante toda injusticia, entonces eres mi compañero”, Ernesto Guevara.

Revista Petra pide disculpas a María José Castillo y Karina Bolaños en nombre de todas las personas que no levantaron la voz para defenderlas en el momento en que lo necesitaban. Ambas fueron víctimas de uno de los más humillantes discrímenes de género, y en vez de ser apoyadas, fueron juzgadas. El hecho de mantenerse de pie después de este agravio merece todo nuestro respeto. Que el tiempo duerma el dolor…

«La difusión no consentida por internet de imágenes y videos de carácter íntimo es una forma de violencia de género online, una violencia, que por el canal de difusión, se amplifica de manera imparable, con consecuencias que muchas veces no se pueden medir».  Dubravka Šimonović, relatora sobre violencia contra las mujeres y niñas de la ONU.