Mediante la anunciada instalación de cámaras en lugares públicos, el gobierno de Irán puede detectar a las mujeres que se niegan a acatar la obligación de usar el hijab -velo religioso- y sancionarlas

Al anunciar la medida, el 8 de abril, mediante un comunicado, la represora Gasht-e Ershad  (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de cumplimiento de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral”- señaló que se trata de un componente innovador en la política de cero tolerancia contra cualquier violación a la Ley del Hijab.

También planteó que la nueva medida constituye un esfuerzo por frenar actos contrarios a la espiritualidad del asiático país musulmán.

Se procura, igualmente, proteger los valores morales y la paz, de acuerdo con lo indicado por la fuerza policial en el texto reproducido por medios de comunicación locales, incluido el influyente periódico Mizan (Balanza de la Justicia).

“En una innovadora medida para evitar tensiones y conflictos en la aplicación de la Ley del Hijab, la Policía usará herramientas y cámaras inteligentes en lugares públicos y carreteras para identificar a las personas (quienes se nieguen a usar el velo religioso)”, indicó.

“Se enviará mensajes de texto, a las mujeres quienes no cumplan con la ley del velo y la castidad, informándoles de las consecuencias”, informó.

A continuación, advirtió que “no se tolerará ningún comportamiento individual o colectivo contrario a la ley”.

Asimismo, precisó que, mediante la nueva disposición, se trata de “preservar los valores familiares, fortalecer la salud mental, y garantizar la paz de los ciudadanos”, así como de “evitar actos que ensucian la espiritualidad del país”.

Una vez identificadas, las infractoras recibirán «mensajes de texto de advertencia sobre las consecuencias», informó la policía en un comunicado.

El objetivo de la medida es «impedir la resistencia contra la Ley del hiyab», dice el comunicado, difundido por la agencia de noticias Mizan y otros medios estatales, y añade que esa resistencia empaña la imagen espiritual del país y propaga la inseguridad.

El anuncio fue difundido mientras las iraníes, en números crecientes, se niegan a llevar puesto el velo religioso -que cubre la cabeza, hasta los hombros-, cuyo uso es obligatorio, para las mujeres -y las niñas, a partir de la edad de siete años-, según la respectiva ley impuesta, en 1983, por la dictadura teocrática -instalada en 1979-.

La aplicación de esa arbitraria y abusiva legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -algo así un ministerio de la moral-, y la severidad en la aplicación de esa ley fue fortalecida, en agosto de 2022, mediante decreto firmado por el masivamente cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.

El propósito específico del velo religioso es el de cubrir el cabello -que, de acuerdo con lo establecido por la costumbre musulmana, las mujeres mantienen largo-.

Según lo determinado por la dictadura, esa prenda debe usarse ajustada a la cabeza, de modo que, no hacerlo, implica brutal sanción, ya que, entre otras disposiciones, el código penal vigente en Irán determina que las mujeres cometen un delito si, en público, aparecen sin el hijab -o lo llevan incorrectamente puesto-.

Cualquiera de esas situaciones, implica brutal castigo, como ocurrió en el caso de Mahsa (Jina) Amini, de 23 años, la iraní asesinada, el 16 de setiembre de 2022, luego de su detención, en Teherán, por efectivos de la “policía de la moral”.

Los agentes involucrados en el arresto, la acusaron de haber violado la estricta legislación sobre el velo y la castidad, al llevarlo inadecuadamente puesto, porque no le ocultaba, completamente, el cabello.

El crimen desencadenó, de inmediato, masivas manifestaciones de protesta, a nivel nacional, inicialmente participación femenina, bajo la consigna «mujer, vida, libertad».

El número de hombres participantes en las marchas fue creciendo, y el movimiento se amplió para incluir la exigencia del fin de la dictadura religiosa.

La brutal represión lanzada contra las protestas -con saldo de aproximadamente 550 víctimas fatales, según versiones periodísticas-, ha reducido la magnitud de las marchas, aunque no las ha eliminado.

Resultado del movimiento, la tendencia a no usar el hijab se mantiene en ascenso, no obstante, los serios riesgos implícitos.

Foto: Wildan Zainul Faki