Ban Zhao por Jin Guliang, 1690

Posiblemente la primera intelectual china de la que se tiene conocimiento. Fue escritora, historiadora, poeta, ensayista, y se interesó tanto por temas políticos como por la astronomía y las matemáticas.

Ban Zhao nació aproximadamente en el año 45 de nuestra era, dentro de la China de la dinastía Han Occidental. Era hija del historiador chino Ban Biao, famoso por haber sido el que comenzó el Hanshu (Libro de Han), considerado una de los clásicos de la historia china.

Zhao –también conocida como Huiban– se casó a la temprana edad de 14 años pero no pasaría mucho tiempo antes de quedar viuda, y no volvió a casarse. Solo tuvo 1 hijo, quien era un oficial del ejército imperial.

Entre sus labores se destaca haber sido maestra y consejera de la emperatriz Deng Sui, además de ser instructora de “las prácticas sexuales taoístas” (o “el arte chino de la alcoba”), práctica sexual-espiritual bastante popular hasta que el confucionismo ganó mayor fortaleza, reprimiendo todo aquello que tuviera que ver con la sexualidad. La dama Zhao también fue la bibliotecaria oficial de la corte, donde supervisó el archivo de gran cantidad de obras de toda clase, así como se encargó de aumentar la “Biografía de mujeres eminentes” del académico Liu Xiang.

Como escritora concluyó el Libro de Han, el cual comprende la historia china desde la Dinastía Han Occidental, obra comenzada por su padre y continuada por su hermano, Ban Gu, también historiador. Como dato adicional, esta obra contiene la primera mención histórica de Japón.

También escribió “Lecciones femeninas”, un tratado sobre el correcto comportamiento de las mujeres. Este libro, escrito bajo una moral preponderantemente confuciana, abarca una pluralidad de temas tales como la de propiciar el debido respeto al esposo (parte del principio de harmonía doméstica del confusionismo), así como la necesidad de una vasta educación a las mujeres en toda las áreas intelectuales.

Ban Zhao moriría en el año 116. Fue su nuera, Née Ding, quien se encargó de recopilar su obra, aunque la mayor parte de esta no sobreviviría al paso del tiempo.