Las pepenadoras -mujeres quienes recorren un vertedero de basura, buscando elementos para subsistir-, son el sostén de decenas de familias en Honduras
Decenas de núcleos familiares en una empobrecida comunidad en el noroeste de Honduras, sobreviven a la pobreza extrema por el insalubre trabajo de las pepenadoras -mujeres quienes recorren un vertedero de basura, buscando elementos para subsistir-.
La población femenina del lugar se ha empoderado de esa particularmente precaria variante de la economía informal del país centroamericano, actividad que era, según lo establecido por los esquemas machistas, ámbito exclusivamente masculino.
Se trata de habitantes de La Metálica, en las afueras de la ciudad de San Pedro Sula -el principal centro maquilador textil hondureño- ubicadas en el caribeño departamento (provincia) de Cortés, fronterizo con Guatemala.
Ese sector, caracterizado por plantaciones bananeras, sufrió fuerte afectación por los huracanes Eta e Iota que, al final de 2020 -y en el lapso de dos semanas- golpearon, con particular intensidad, a Honduras -lo mismo que a las limítrofes Guatemala, al norte, y Nicaragua, al sur-.
El depósito de residuos está ubicado a corta distancia de las casas de esas familias, indicó, al reproducir testimonios de algunas pepenadoras, el diario español El País, en la nota informativa que, titulada “Buscar la supervivencia entre montañas de desperdicios”, publicó el 29 de agosto.
“Los huracanes Eta e Iota inundaron esta zona (…) el agua arrasó con las plantaciones, el ganado y las viviendas”, indicó, para agregar que “las condiciones son precarias todavía, carecen de electricidad y muchas casas son de chapa y lona”.
En ese sentido, señaló que “los huracanes y la pobreza, entre otros factores, han hecho de la zona una de las más deprimidas del norte de Honduras”.
La Metálica es una comunidad “conocida por un gigantesco vertedero de basura que se encuentra a escasos metros de las viviendas”, precisó el medio de comunicación.
“Varios camiones procedentes de San Pedro Sula llegan diariamente para descargar toneladas de basura que se han convertido a su vez en el medio de vida de muchas mujeres de la zona”, agregó.
Una de las trabajadoras explicó la razón por la cual la pepena -vocablo indígena náhuatl que significa escoger, o recoger- dejó de ser una actividad excluyente por razón de género.
El País citó a Martha Elena Enrique, de quien dijo que “tiene 61 años y es pepenadora, como su hermana Ana Rosa”.
“Cada día camina una hora para llegar al vertedero donde pasa los días recolectando basura para su posterior reciclaje”, indicó el diario.
“Cuenta que hoy es un trabajo solo para mujeres, porque antes, cuando también lo desempeñaban hombres, surgían problemas y disputas”, agregó.
Por su parte, Rosa Iveth Acosta, dirigente de la comunidad, “vivió el destrozo de los huracanes y es una de las personas que lucha cada día por hacer que la comunidad prospere poco a poco”, de acuerdo con la versión periodística.
“Además de los estragos que dejaron las inundaciones y la parálisis económica consecuencia de la pandemia, reconoce que la subida del precio de los alimentos es ahora una de las mayores preocupaciones”, precisó la publicación.
Respecto a la destrucción causada por ambos fenómenos naturales destructivos, Dinora Ruiz presidenta del patronato local -y la dirigente comunitaria de mayor antigüedad en La Metálica-, expresó que “145 casas se perdieron bajo el barro” de la masiva inundación.
Ruiz narró que, en tan dramático cuadro de situación, en el techo de su vivienda, “salvaron la vida decenas de personas”.
De acuerdo con cifras oficiales de cada país, los dos huracanes cobraron más de cien vidas en Honduras, otras sesenta en Guatemala, y por encima de veinte en Nicaragua.
Solamente en Honduras, las tormentas generaron daños superiores a 15 mil millones de dólares, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Foto: Omotayo Kofoworola