La obligación del registro facial, como requisito para ejercer el voto, suma una dificultad a las muchas que las mujeres enfrentan, en Afganistán, por patriarcales usos religiosos y sociales.
El requisito de reconocimiento facial para los votantes en Afganistán, como mecanismo de transparencia electoral en ese país del sur asiático, debe eliminarse para las electoras, ya que, a causa de la costumbre patriarcal de cubrirse fuera del ámbito hogareño, las mujeres suelen abstenerse de participar en comicios, de acuerdo con lo planteado por la líder feminista y política afgana Fawzia Koofi.
La activista subrayó que el hecho de que el personal encargado implementar el registro biométrico –fotografías faciales- esté integrado mayoritariamente por hombres, genera temor principalmente en mujeres del área rural afgana, caracterizada, más que la urbana, por el estricto ceñimiento a patriarcales usos religiosos y sociales islámicos que imponen severas limitaciones de género.
En tal contexto, las mujeres debe usar una prenda exterior denominada burka, que las cubre desde la cabeza –ocultando el rostro- cuando están fuera del ámbito hogareño y en presencia de hombres que no pertenecen al círculo familiar inmediato.
Koofi, la primera mujer fundadora de un partido político –el Movimiento de Cambio para Afganistán-, y una ex vicepresidenta parlamentaria, expresó, en declaraciones reproducidas el 8 de noviembre por la agencia británica informativa Reuters, la necesidad de que las autoridades dela Comisión Electoral Independiente (CEI) busquen opciones, en lo que tiene que ver con las mujeres votantes, para promover la transparencia en los comicios.
“Las mujeres deben estar en condiciones de votar, es su derecho, de modo que cualquier cosa que impida el ejercicio de ese derecho es un problema”, indicó, en alusión a que la Constitución establece el sufragio universal, no obstante lo cual, el electorado femenino es altamente minoritaria –alrededor de la tercera parte de los aproximadamente 9.6 millones de votantes registrados-.
En cuanto al planteamiento de la CEI, en el sentido de que, sin registro biométrico resulta particularmente importante en el caso de las mujeres, ya que su documentación de identidad podría usarse fraudulentamente, Koofi expresó que “la seguridad y el fraude (electorales) son temas serios, pero, quizá, hay alternativas, tales como el escaneo del iris, que pueden resultar más aceptables para las mujeres”.
Al respecto, Abdul Aziz Ibrahimi, vocero de la comisión electoral, explicó que el registro biométrico es necesario, particularmente en el caso de las mujeres.
“En el pasado, los hombres votaban en nombre de las Mujeres, sin ningún mecanismo de control”, explicó Ibrahimi, también citado por Reuters, y agregó que el registro facial “fue parte de las reformas electorales que se ha llevado a cabo para frenar el fraude y para mayor transparencia”.
Sin embargo, en opinión de la activista, para el caso de las mujeres, “tenemos que hallar una manera que sea sensible a sus necesidades”.
Ibrahimi aclaró que, no obstante las costumbres enmarcadas en un contexto social de fuertes características patriarcales, “algunas mujeres aceptaron que se les tomara una foto, pero otras no”.
“Posiblemente, nuestra campaña de concientización sobre la tecnología no llegó a todas las personas, pero eso puede corregirse en el futuro”, agregó.
En cuanto al escaso número de votantes mujeres quienes participaron en la jornada electoral o presidencial afgana del 28 de setiembre, Sheila Qayumi, dirigente de la organización no gubernamental Igualdad para la Paz y la Democracia, aseguró que “ellas no se sintieron cómodas al mostrar su rostro en público, no sintieron seguridad respecto a cómo sus fotos serían usadas”.
La agrupación dirigida por Qayumi, promueve la participación de las afganas en la política.
Las “sensibilidades culturales deben tenerse en cuenta, y se debe informar adecuadamente a las mujeres”, ya que, “de lo contrario, corremos el riesgo de perder su voz en los asuntos del país”, advirtió.
El temor a que el Movimiento Talibán vuelva a controlar al país, constituye un componente que tamnbieeén limita esa participación.
Durante el control que ejerció sobre la mayor parte del territorio afgano (1996-2001) –hasta que una invasión militar mayoritariamente estadounidense lo derrotó-, el movimiento impuso brutalmente su interpretación de la Sharia –Ley Islámica-, enfocándose particularmente en limitar la autonomía personal de las mujeres.
Ello incluyó la prohibición de educarse, así como de salir de la casa sin el acompañamiento de un hombre, además de la obligación de usar la burka, entre otras medidas.
Numerosas mujeres quienes desobedecieron esas imposiciones fueron castigadas públicamente –lo que incluyó casos de flagelación-.
En cuanto a la aplicación del reconocimiento facial –técnica que se implementa, además del ámbito electoral, en sitios públicos tales como aeropuertos y el servicio subterráneo de pasajeros, donde las mujeres deben desplazarse cubiertas-, Areeq Chowdhury, el fundador de Future Advocacy (Defensa Futura), grupo de reflexión con sede en Londres, dijo que constituye una medida que impone una dificultad para las afganas.
“Si no hay una solución adecuada, y las mujeres deben mostrar el rostro en público, para ejercer su derecho democrático, entonces eso es enormemente problemático”, advirtió, además de reflexionar que “yo cuestionaría que haya requisitos tan estricto, de identificación de votantes, para cualquier elección en cualquier país”.
Tres días antes de la votación presidencial de setiembre, 18 organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres solicitaron, en cartas individuales que dirigieron a la CEI, la eliminación del requisito de identificación biométrica para las votantes, por considerar que, si bien deseaban ejercer el derecho al sufragio, las mujeres de zonas rurales creen que es religiosa y culturalmente incorrecto permitir que hombres las fotografíen.
Al respecto, la activista afgana Tamina Rasheed expresó que la medida “es impuesta sin ninguna consulta con organizaciones de los derechos de las mujeres”, y subrayó que “las mujeres tienen derecho a votar, pero no tendrían que sentirse nerviosas al ejercer ese derecho”.