El presidente electo de Brasil, planteó, como un objetivo de su nueva administración, la desconstrucción de la desigualdad de género y de la violencia machista

Al inaugurar su tercer mandato gubernamental en dos décadas, el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, planteó, como un objetivo de su nueva administración, la desconstrucción de la desigualdad de género y de la violencia machista.

Una de las acciones en ese sentido es el rescate del Ministerio de las Mujeres (Ministério das Mulheres), señaló Da Silva, cuyo antecesor inmediato (2018-2022),  Jair Bolsonaro, había fusionado, con otros dos, en una sola cartera.

El gabinete ministerial lulista presenta participación femenina, aunque en minoría -11 en 37-, pero el desequilibrio quizá es enmendado por el nivel de las responsabilidades asignadas.

En la prioritaria conducción del Ministerio de Medio ambiente (Ministério de Meio Ambiente), a una actual diputada quien está, así, regresando al cargo que desempeñó durante la primera administración lulista.

Y, al frente del nuevo Ministerio de Pueblos Indígenas (Ministério de Povos Indígenas), designó a una dirigente de ese sector poblacional brasileño.

Además de esas tres carteras, el mandatario encomendó, a mujeres, ministerios tan esenciales como, respectivamente, los de Ciencia y Tecnología, Cultura, Deporte, Gestión e Innovación, Planificación, Pueblos Indígenas, Salud, Turismo.

Al referirse a la desigualdad y a la violencia de género, el presidente -popularmente conocido como “O Lula” (“El Lula”), destacó que se trata de dos prioritarios objetivos de acción en una de las numerosas áreas de trabajo prioritario para su nueva administración.

“Es inadmisible que las mujeres reciban menos (pago) que los hombres, realizado una misma función”, planteó.

También lo es en el sentido de “que no sean reconocidas en un mundo político machista”, además de “que sean asediadas impunemente en las calles y en el trabajo”, agregó.

Resulta igualmente inaceptable “que sean víctimas de violencia, dentro y fuera de la casa”, subrayó.

Respecto a la medida que entró en vigencia en el momento de su juramentación como presidente, el 1 de enero, dijo que “estamos refundando (…) el Ministerio de las Mujeres, para demoler este castillo secular de desigualdad y preconcepto”.

El presidente hizo, así, referencia a la cartera que Bolsonaro -en una de incontables manifestaciones de su misoginia y de su vulgar irrespeto hacia la población femenina- creo como el Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos (Ministério da Mulher, da Familia e dos Direitos Humanos).

Habiendo rescatado la identidad específica de la cartera especializada, el presidente la encomendó a una histórica feminista brasileña: María Aparecida “Cida” Gonçalves, de 60 años, con participación, hace décadas, en movimientos sociales defensores de los derechos de las mujeres.

El origen del ministerio data del 17 de abril de 1997, cuando el entonces presidente brasileño (1995-1994, 1994-2003), el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, creó la presidencial Secretaría de Derechos Humanos (Secretaría de Direitos Humanos).

La dependencia cambió de rango y de nombre, cuando la izquierdista presidenta (2011-2015, 2015-2016) Dilma Rousseff, mediante una reforma ministerial, creó, el 2 de octubre de 2015, el Ministerio de las Mujeres, de la Igualdad Racial y de los Derechos Humanos (Ministerio das Mulheres, da Igualdade Racial e dos Direitos Humanos).

Durante su nefasto mandato, el machista Bolsonaro -quien, como diputado, en un debate parlamentario, dijo, a una colega, que no la violaba porque no era atractiva- creó el Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos, ahora reconstruido como Ministerio de las Mujeres.

De acuerdo con la definición oficial, esta cartera tiene definidas tres áreas centrales de acción: “políticas de trabajo y de autonomía económica de las mujeres; combate a la violencia contra la mujer; en acciones de salud, educación, cultura y participación política femenina”.

Por otra parte, en materia ambiental, Da Silva aseguró que “el mundo espera que Brasil vuelva a ser un líder en el combate a la crisis climática, y un ejemplo de país social y ambientalmente responsable”.

 

“Somos responsables de la mayor parte de la amazonia, y de varios biomas, grandes acuíferos, yacimientos minerales, petróleo, y fuentes de energía limpia”, subrayó.

“Con soberanía y (con) responsabilidad, seremos respetados para compartir, esa magnitud, con la humanidad, solidariamente, jamás con subordinación”, advirtió.

En este campo, Da Silva volvió a designar a la ecologista Marina Silva, actual diputada, como ministra de Medio Ambiente (Meio Ambente) -cargo que desempeño en 2003-2008, durante el primer gobierno lulista-.

Nacida en la ciudad de Río Branco, la capital del amazónico estado de Acre -limítrofe con Bolivia y con Perú-, Silva tiene ante sí la compleja tarea de encarar la masiva destrucción -principalmente por fuego-, de miles de kilómetros cuadrados de la selva amazónica -incluidos sectores forestales en países fronterizos con Brasil-.

Los fuegos forestales fueron propagados principalmente por productores ganaderos, a quienes Bolsonaro permitió que, de esa manera, preparasen considerables extensiones de tierra para su actividad agroindustrial.

“La sociedad sabe que, ahora, la prioridad es combatir, sin tregua, el despale criminal, para lograr el despale cero”, aseguró Silva, en declaraciones que la corresponsalía de la British Broadcasting Corporation (BBC) en Brasil, reprodujo en noviembre -un mes después de su elección como diputada.

Ello, lo mismo en lo que tiene que ver con la selva amazónica como en “todos los demás biomas de Brasil”, para 2030, explicó.

Un bioma consiste en el conjunto de ecosistemas típicos de un área biogeográfica, lo que, a su vez, está definido por la vegetación y las especies animales que contiene, todo lo cual es determinado por el clima y el suelo.

Durante su adolescencia, Silva desempeñó tareas como recolectora de caucho, en ese sector amazónico, y, durante su primer período (2003-2008) como ministra de Medio Ambiente -en la inicial administración lulista-, impulsó la creación de numerosas áreas de conservación.

También implementó una estrategia contra la deforestación, lo que incluyó operaciones contra delincuentes medioambientales, con apoyo de un sistema de monitoreo satelital.

Asimismo, participó en la creación de un esfuerzo internacional para la conservación de la selva tropical, denominado Fondo Amazonia -financiado principalmente por Noruega.

Mientras fue ministra, la deforestación en la zona, se redujo marcadamente, esfuerzo que, durante el antiecológico régimen bolsonarista, fue anulado.

Su activismo ambiental le significó, entre otros reconocimientos nacionales e internacionales, la entrega, en 1996, del el anual Premio Ambiental Goldman, mediante el cual la estadounidense Fundación Ambiental Goldman reconoce el trabajo, a nivel mundial, de quienes denomina “héroes ambientalistas de base”.

Esa distinción fue otorgada, 19 años después, a la líder indígena, de derechos humanos, ambientalista hondureña Berta Cáceres.

Al recibir el galardón, en 2015, Cáceres -una indígena lenca- encabezaba una tenaz y exitosa lucha contra un proyecto hidroeléctrico que amenazaba con destruir el cauce del río Gualcarque, en el occidente hondureño, iniciativa que ese esfuerzo ecológico logró frenar.

Sosteniendo el premio, explicó, a los asistentes a la ceremonia, la percepción lenca de la naturaleza: “en nuestras cosmovisiones, somos seres surgidos de la tierra, el agua, y el maíz”.

“De los ríos, somos custodios ancestrales -el pueblo lenca-, resguardados, además, por los espíritus de las niñas, que nos enseñan que, dar la vida, de múltiples formas, por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta”, agregó.

Al año siguiente -la madrugada del 3 de marzo de 2016-, a causa de su liderazgo ambientalista, la líder indígena fue asesinada, a balazos, en su vivienda en la ciudad de La Esperanza, la capital del occidental departamento (provincia) de Intibucá.

Otra de las responsabilidades asignadas por Da Silva en el contexto del nuevo gabinete ministerial, es la que corresponde a la líder indígena Sônia Bone, a quien se conoce, dentro y fuera de Brasil, como Sônia Guajajara, apellido que adoptó en homenaje a su comunidad de origen -el pueblo guajajara, en honor a su pueblo de origen-.

Esa comunidad -está asentada en el costero estado de Maranhão, ubicado en el nordeste (noreste) brasileño, una zona caracterizada por críticos niveles socioeconómicas- fue particularmente agredida por el régimen de Bolsonaro, a raíz de la defensa que mantuvo contra los ilegales explotadores de madera quienes invadieron la región.

El pueblo guajajara declaró, a Bolsonaro -racista, además de misógino-, “el principal enemigo de los pueblos indígenas”.

Elegida diputada en los comicios de octubre de 2022 -ganados, en la votación presidencia, en segunda vuelta por Da Silva, por estrecho margen, frente a Bolsonaro, quien buscaba la reelección-, la primera titular del ministerio recientemente creado por el presidente.

Respecto a la nueva cartera, Guajajara aseguró en un mensaje que difundió el 31 de diciembre en la red social Twitter, que “esto(…) es un logro colectivo de los pueblos indígenas, un momento histórico de reparación, en Brasil”.

Además, tuiteó que el establecimiento de la nueva cartera, constituye “una confirmación del compromiso de Lula con nosotros”, los pueblos indígenas brasileños.