La evidencia sugiere que la apariencia física es más determinante para las mujeres y que la edad le resta más valor a la apariencia física en las mujeres que en los hombres

Las prácticas machistas en el ámbito del trabajo priorizan, en detrimento de las mujeres, la imagen, lo que significa que, a medida que avanzan en edad, deben poner particular esmero -más que los hombres- en cuidar su aspecto -como medida de supervivencia laboral-.

Esto -que incluye, destacadamente, puntual atención en la aparición de canas- afecta intensamente al sector femenino, más allá de la ubicación en la pirámide jerárquica.

Si bien se trata de un contexto de notoria desigualdad de género, en términos generales, tal realidad es particularmente fuerte en el campo de la televisión -incluida la informativa-.

Al analizar ese discriminatorio cuadro de situación, la periodista Ruth Marcus aseguró, en un artículo de opinión publicado el 16 de septiembre, por el diario estadounidense The Washington Post, que las reglas laborales resultan menos estrictas para la población masculina que para la femenina.

En el texto publicado en español, bajo el título “Las mujeres con canas aún sufren de discriminación laboral”, Marcus, subjefa de la Página Editorial del medio, denunció que “los lugares de trabajo son más amables con los hombres mayores que con las mujeres mayores”.

En ese sentido, citó un análisis económico que el estadounidense National Bureau of Economic Research (Buró Nacional de Investigación, NBER) dio a conocer en 2017.

Según lo informado por el buró, se cuenta con “pruebas sólidas de discriminación por edad en la contratación de mujeres mayores, en especial aquellas que se acercan a la edad de jubilación”.

“La evidencia sugiere que la apariencia física es más determinante para las mujeres y que la edad le resta más valor a la apariencia física en las mujeres que en los hombres”, agregó la entidad no gubernamental que, fundada en 1920, se dedica, de acuerdo con lo indicado en su sitio en Internet, a “realizar y difundir investigación económica independiente”.

Al respecto, Marcus escribió que “este doble rasero opera en todos los niveles corporativos”.

“Cuando a los ejecutivos hombres de mayor edad les salen canas adquieren un aura de estadista sabio”, pero, “con las ejecutivas mayores… bueno, no tenemos mucha experiencia sobre qué pensar sobre ellas, pero queda claro que muchas sienten la necesidad de tomar medidas, algunas más extremas que teñirse el cabello, para lucir más jóvenes”, agregó.

En ese sentido, recomendó: “échale un vistazo a las directoras ejecutivas de Fortune 500 y te darás cuenta que es difícil encontrar una cana”.

La periodista hizo, así, referencia a la lista Fortune 500, que, publicada anualmente por la revista especializada estadounidense, incluye a las principales corporaciones, enumeradas siguiendo el orden de sus respectivos ingresos.

Marcus señaló que, “en el pasado, teñirse el cabello se percibía como algo vergonzoso”, pero, “hoy, es mero mantenimiento básico”.

La autora citó un artículo de opinión escrito, en 2005, por la guionista, dramaturga, y escritora estadounidense Nora Ephron (1941-2012).

“El tinte para el cabello lo ha cambiado todo, pero casi nunca recibe el crédito”, escribió, entonces, Ephron.

“Es el arma más poderosa que tienen las mujeres mayores contra la cultura juvenil”, agregó, además de plantear que “podría argumentar que es en parte responsable de la cantidad de mujeres que ingresan -y logran permanecer- en el mercado laboral a mediana y avanzada edad”.

Sobre ese análisis, Marcus comentó, en el artículo de opinión, que “esto es lo que se considera progreso, supongo”.

“En algunas industrias, como la de la actuación o la televisión, donde -seamos honestos- la apariencia es aún más importante, esa brecha de género se vuelve gigantesca”, aseguró.

Al respecto, relató el caso de una presentadora de noticias en la televisión canadiense.

Lisa LaFlamme, “la presentadora principal del noticiero nocturno más visto de Canadá, de 58 años, fue despedida de la cadena CTV donde había trabajado durante 35 años, para ser remplazada por un hombre de 39 años”, comenzó a narrar.

“El canal declaró que había sido una ‘decisión comercial’ impulsada por ‘cambios en los hábitos de los espectadores’”, agregó, para aclarar que, “de hecho, algo más había cambiado”.

“LaFlamme, como muchas otras mujeres durante la pandemia, había dejado de teñirse el cabello”, precisó Marcus.

“Finalmente dije: ‘para qué molestarme? Me dejaré las canas’”, expresó la presentadora, citada por la articulista, y reveló que, “honestamente, si hubiera sabido que el confinamiento iba ser tan liberador en cuanto a eso, lo habría hecho mucho antes”.

Marcus indicó que la decisión de LaFlamme “generó un aparente disgusto al nuevo jefe de la cadena, Michael Melling, quien según reportes ‘preguntó quién había autorizado la decisión de ‘dejar que el cabello de Lisa se viera canoso’”.

“En serio?”, expresó la subjefa editorial del Post, para agregar: “una periodista adulta y galardonada no puede tomar esa decisión por sí misma?”.

“Parece tan evidente como las raíces canosas, que la mezcla tóxica de la discriminación por la edad y el sexismo jugó algún papel en la repentina salida de LaFlamme”, reflexionó.

Marcus indicó, que, sin embargo, el presentador Lloyd Robertson, “a quien LaFlamme remplazó en la silla de presentador, se retiró a los 77 años”, lo que evidencia que, “de alguna manera, los ‘cambios en los hábitos de los espectadores’ no lo afectaron”.

La articulista puntualizó que, “como resultado, las periodistas de televisión que dejan ver su vejez lo hacen bajo su propio riesgo”, además de indicar, en apoyo a esa evaluación, que “no existen cabezas canosas femeninas en las presentadoras de nuestras pantallas” -y aclaró que, “al menos no la mía, debo admitir”-.

“Mi convicción de que nunca escondería mis canas se desmoronó al primer indicio, y sólo puedo pensar en dos amigas que han resistido el impulso”, reveló.

“Nuestra pregunta no es si las mujeres se lo tiñen o no, sino: lo hace en su casa o en el salón de belleza?”, agregó.

“Es esto vanidad personal o autopreservación profesional?”, preguntó, además, para responder que se trata de “un poco de ambas”.

En opinión de Marcus, “todo esto es terriblemente anticuado, y creo que ese es el punto”, porque, si bien “mucho ha mejorado en el mundo de las mujeres trabajadoras (…) todavía hay mucho sexismo, en especial de variedades más sutiles, obstinadamente arraigado en la cultura, y en nosotras y nosotros mismos”.

Según la periodista, “en todo caso, con el dominio de la cultura juvenil, la discriminación por edad podría ser ahora peor que nunca”.

Foto: Timur Weber