Las mujeres estudian más y se preparan más que los hombres en educación universitaria, pero la inequidad laboral persiste.
El esfuerzo que realizan en general, en Costa Rica, las mujeres quienes llevan su preparación educativa al nivel universitario, es superior al de los hombres, lo que se refleja en un mayor número de graduaciones, a lo que suelen agregar estudios de posgrado.
El panorama educativo de las ticas –algo más de 50 por ciento de la población nacional, que se ubica apenas por encima de 4.7 millones de personas- se presenta así como mejorando.
Sin embargo, la inequidad laboral –incluida la división del trabajo entre ocupaciones “de mujeres” y “de hombres”-, una de diversas consecuencias directas de la cultura machista universalmente imperante, es un obstáculo para que ese esfuerzo extra sea reconocido en la práctica.
Al exponer este panorama, en diálogo con Petra, la trabajadora social Erika López, especialista en el Area de Construcción de Identidades y de Proyectos de Vida del estatal Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), planteó que la brecha de género empieza a consolidarse tan temprano como en el nivel de enseñanza primaria.
Ello se evidencia en el trato diferenciado –expresiones de afecto, desarrollo de actividades- que personal docente y el administrativo dan al alumnado, según se trate de niñas o de niños, indicó.
Las actividades que requieren menos esfuerzo físico son, por lo general, desempeñadas por niñas –tales como juegos con dispositivos electrónicos-, mientras que aquellas que implican mayor desempeño físico –actividades deportivas, principalmente fútbol- son del ámbito varonil, algo asumido como natural tanto por educadores como por educandos, señaló.
El esquema persiste en la etapa de enseñanza secundaria, y se traduce, a nivel educativo superior, en la opción –en buena medida, orientada por género-, de la carrera universitaria a seguir, indicó.
De acuerdo con ese implícito lineamiento discriminatorio, profesiones que implican atención a personas –tales como enfermería, docencia- son, por lo general, desempeñadas por mujeres, mientras que aquellas de mayor vínculo con el mercado – como la ingeniería-, son de la órbita masculina, indicó López, quien señaló que su profesión también se enmarca en el primer grupo.
La experta dijo que el área de su desempeño, en el Inamu, cubre sectores de interés social de las mujeres, tales como salud, educación, cultura, además de ejes específicos -incluidos los de deporte, discapacidades, diversidades sexuales, educación-.
Especializada en los tres últimos, López señaló que, para atender los distorsionados enfoques de género en materia educativa y de desempeño personal, el Inamu, junto con el Ministerio de Educación, lleva a cabo el programa “Escuelas para el Cambio”, dirigido al nivel de enseñanza primaria.
El objetivo de la iniciativa –que actualmente se implementa en 16 centros educativos, con miras a extenderlo a cobertura nacional- es el de “ir rompiendo las brechas de género, tanto en niños y niñas como en el personal”, con miras a su desempeño futuro, explicó.
Mientras las brechas persisten, a nivel profesional, las mujeres asumen responsabilidades adicionales, en procura de superarlas, contexto en el cual “estudian más, se preparan más, en términos estadísticos de educación superior”, señaló.
Al respecto, en su Primer Estado de los Derechos Humanos de las Mujeres en Costa Rica, emitido en 2011, la Unidad de Investigación del Inamu indicó que los datos referidos a educación superior “son una muestra contundente del compromiso de las mujeres con la formación profesional”.
De los casi 220 mil títulos entregados durante el período 2001-2008 por las universidades costarricenses –lo mismo estatales que privadas- 62.94 por ciento correspondió a mujeres, según la misma fuente.
En el último de los siete capítulos del primer informe, el Inamu señaló que “a pesar de que en décadas pasadas el acceso de las mujeres a la formación universitaria estuvo muy limitado por su posición de subordinación en la sociedad, se ha dado una mejoría sustancial en este ámbito en los últimos años”.
La mayoría de títulos femeninos muestra “un avance en términos de igualdad”, agregó.
“Sin embargo cabe preguntarse por qué dicho avance en el ámbito académico no ha repercutido con la misma fuerza en la ocupación de puestos de toma de decisiones por parte de las mujeres”, planteó a continuación.
“Un avance tan contundente en el nivel de profesionalización de las mujeres debería tener una repercusión clara en el ámbito laboral”, pero persisten “patrones de subordinación y de discriminación de género que marginan a las mujeres y reproducen los roles tradicionales”, señaló.
En ese sentido, el instituto señaló, en su segundo informe –dado a conocer en julio de este año-, que la tradicional y conservadora delimitación de espacios laborales según género “subsiste en las diferentes prácticas, símbolos, representaciones, reconocimientos, valoraciones que se determinan socialmente para las mujeres y para los hombres”.
Se trata de elementos que, “en muchos aspectos llegan a constituirse en mandatos sociales”, indicó el Inamu.
Al subrayar el hecho de que las mujeres recorren una milla adicional en materia de estudio universitario, López planteó que “el asunto es: a qué costo (…) tiene que prepararse más”, para agregar que “dos costos, hay, importantes”.
“Uno, que generalmente es, paralelamente, haciendo el trabajo doméstico y de cuido (…) algo que sigue siendo una situación estructural, para las mujeres”, comenzó a explicar.
“O sea, por más que se preparen, por más que trabajen (…) por más que reciban salario, y todo, siempre tienen que asumir el rol del trabajo doméstico y de cuido, con doble o triple jornada, la mayoría”, precisó.
“El otro costo es todo lo que le implica estudiar más, en términos económicos, (de) tiempo, su formación, su intelecto”, agregó.
El hecho de “que las mujeres cada vez se preparan más, no (…) se refleja en las estadísticas laborales, o en los puestos de jefatura”, puntualizó López.
“Ella lo hace, pero las estructuras no necesariamente le facilitan
-por no decir ‘no’-”, reflexionó.
En opinión de López, el panorama educativo de las mujeres, en Costa Rica, “yo dría que es alentador, en términos, digamos, históricos, en términos del acceso”, lo que se refleja en que “las mujeres, cada vez, se preparan más”.
Sin embargo, “el asunto es bien y mal, o sea, yo lo podría poner, ahí, como ying y yang”, advirtió.
“Porque, entonces, el otro punto es (…) hay más acceso”, pero surgen dificultades “cuando se habla, ya, de la parte laboral, porque, ya, entran otros elementos, ahí, a mediar”, agregó, en alusión a componentes de la enraizada discriminación hacia las mujeres.
López aseguró que, en tal contexto, “por más preparadas que estén, las oportunidades, en el empleo, se empiezan a cerrar” para esa discriminada mitad de la población.
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