Lenchas (mujeres sexualmente diversas) realizaron la primera manifestación presencial, en la Ciudad de México (CDMX), para exigir, entre otros reclamos, la erradicación de la violencia contra ese sector de la población de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, intersexuales y más (Lgbti+).

Durante la marcha, llevada a cabo, el 19 de junio, por varias calles y avenidas del centro capitalino, también tomaron posesión de la despectiva expresión popular mexicana “lencha” -de la que son objeto referencial-, para quitarle la connotación ofensiva, de acuerdo con lo indicado en la declaración que las organizadoras de la actividad dieron a conocer entonces.

También demandaron que se cuente con registros de los crímenes de odio contra las variadas orientaciones sexuales femeninas, las que definen como “lenchitudes”, así como de los brutales procedimientos que, presuntamente, modifican orientaciones sexuales diversas.

La manifestación -enmarcada en el Mes del Orgullo de la comunidad Lgbti+- fue la primera llevada a cabo de manera presencial, ya que la marcha inicial, convocada para el año pasado, debió convertirse en una actividad virtual, a causa de la pandemia mundial del nuevo coronavirus -que golpea, con particular fuerza, a México-.

“Aquí estamos las lenchas que tomamos las calles y celebramos la diversidad. Aquí estamos las lenchas que por siglos hemos sido invisibilizadas a pesar de que siempre han existido los afectos entre morras (mujeres)”, señalaron en la extensa declaración

“Aquí estamos las lenchas, en el mes del Orgullo, luchando en contra de los sistemas (…) que son opresores”, agregaron.

La marcha apoyó demandas tales como “reconocimiento pleno social y legal de las lesbomaternidades y familias diversas”.

Además, “trato digno para las infancias y adolescencias (femeninas sexualmente diversas) por parte de la sociedad en general, empezando por sus familias, escuelas, vecindarios y por todas las instancias de gobierno, que tienen la obligación de garantizar sus derechos humanos”.

También plantearon la necesidad de que se instituya “educación sexual integral para toda la población, especialmente en infancias y juventudes lenchas en espacios educativos y así fomentar el respeto, reconocimiento y aceptación de su sexualidad, expresión e identidad de género”.

Asimismo, “garantizar el acceso a la salud integral, con énfasis en la salud mental y sexual, libre de discriminación y violencia para las lenchitudes, mediante la creación e implementación de protocolos especializados, capacitaciones, y disposición general de servicios de salud suficientes y accesibles.

Igualmente, “garantizar que las lenchitudes gocen de vidas libres de violencia, en particular ante la violencia supuestamente ‘correctiva’ y punitiva que suelen ejercer las propias familias y comunidades a través de la violencia verbal, psicológica, física, sexual, económica y / o patrimonial, aun cuando se usan pretextos religiosos y pseudo-psicológicos o pseudo-científicos”.

En ese sentido, señalaron que es necesario llevar a cabo una “recaudación amplia, constante y precisa de datos sobre crímenes de odio y ECOSIG en contra de las lenchitudes, como herramienta para la creación de políticas públicas integrales y suficientes con el presupuesto necesario para que prevengan, atiendan y reparen la violencia sistemática”.

Las organizadoras de la marcha hicieron referencia, por su sigla, a los particularmente crueles Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (Ecosig), procedimientos que, según denuncias de expertos y organizaciones de derechos humanos, se caracterizan, entre otros delictivos rasgos, por violencia contra las víctimas.

Citada al respecto por el portal informativo mexicano GQ, Paola Santillán, activista de los derechos de las mujeres sexualmente diversas -y víctima de una variante de los Ecosig-, aseguró, al describir esos procedimientos, que “se trata de tratos crueles, inhumanos y denigrantes para las personas de la diversidad sexual”.

“Estas prácticas a veces son ejercidas en los famosos anexos (…) en ocasiones en granjas o pseudo grupos de apoyo, a veces, por la misma sociedad, otras, por la familia, amigos, o cualquier persona que intente ‘curar’ -y lo pongo entre comillas, porque no hay nada que curar-, suprimir, o cambiar nuestra orientación o identidad de género”, denunció.

“Y, claro, las principales víctimas son niñas, niños y adolescentes”, agregó, en las declaraciones incluidas por GQ en la nota informativa que el medio tituló “Terapias de conversión en México: cuando la intolerancia se disfraza de ‘amor’”.

Al describir la diversidad de los Ecosig, la experta indicó que “van desde la privación de la libertad, las mal llamadas terapias de conversión, los electroshocks, rituales espirituales -que son como una especie de exorcismos-“, y señaló que, “ahora, en esta nueva normalidad (el contexto de la pandemia), también están las terapias en línea o por zoom”.

Santillán relató que esos procesamientos incluyen “hasta violaciones correctivas, que es justo del tipo de Ecosig del que soy sobreviviente”.

“El abuso sexual que sufrí a los 15 años era para quitarme lo lesbiana”, comenzó a narrar, y precisó que “eso me decían mis perpetradores”, para agregar que “ese discurso me acompañó por muchos años, los cuales viví reprimiendo mi sexualidad”.

“Esa etapa de mi vida, la viví en un encierro, con miedo, con incertidumbre, con la promesa de quebrantar mi espíritu si vivía con la mujer libre y diversa que soy el día de hoy”, continuó relatando.

“Esa experiencia frustró mi libre desarrollo como persona, y, también, me atrasó en muchos niveles, social y escolarmente, y mermó mi salud mental”, planteó.

“Justo eso es lo que viven muchos jóvenes, actualmente”, denunció.

En la declaración referida a la marcha mexicana, las organizadoras se refirieron, precisamente, a la estigmatización de que la lenchas son objeto permanente, y subrayaron la diversidad implícita en esta comunidad.

“Podemos ser femeninas, andróginas o machorras; podemos o no estar en una relación con una mujer, pero sabemos que nuestra existencia, nuestra manera de ser, nuestros deseos, nuestros afectos y nuestra sexualidad son incómodos para el cis(género)-hetero(sexual)-patriarcado y por ello queremos reivindicar las lenchitudes”, expresaron, en la declaración de algo más de dos páginas.

También expresaron que “necesitamos espacios propios, autogestivos y libres de exclusión para la satisfacción de nuestras necesidades específicas”.

Y aclararon que, “somos vistas como ‘lenchas’ y así nos reivindicamos porque estamos conscientes de los estigmas que nos atraviesan y deben cesar”.