
Alrededor de cuarenta mujeres de la comunidad de El Terrero, en el oeste de México, decidió armarse para hacer frente al narcotraficante Cartel Jalisco Nueva Generación (Cjng), de cuyo accionar delictivo, y ante la ineficiencia policial y militar, se declararon cansadas.
El grupo, denominado Las Vigilantes, considera que el Cjng es su principal enemigo, en esa zona del estado de Michoacán donde, paralelamente al cartel, operan otras estructuras de crimen organizado, de acuerdo con lo que indicaron integrantes del grupo de defensa, citadas, el 16 de enero, por la agencia informativa estadounidense The Associated Press (AP).
Las vigilantes, quienes cuentan con armas automáticas, también refutaron señalamientos según los cuales su organización sería otro grupo delictivo local.
Numerosas de esas mujeres, quienes han perdido a familiares, en el marco de enfrentamientos con el Cjng, expresaron que temen nuevas incursiones armadas del cartel, razón por la cual erigen y operan barricadas y retenes en diferentes puntos carreteros de la zona de El Terrero, informó AP.
Igualmente, en diferentes sectores de los numerosos caminos de tierra en el área, cavan zanjas considerablemente profundas, a lo ancho de esas vías, para impedir el posible avance de unidades de transporte de la organización narco, agregó la agencia.
En su labor, el grupo de defensa comunitaria cuenta, para sus desplazamientos por la zona, además de diferentes vehículos, con una camioneta negra, artesanalmente blindada con gruesas láminas metálicas.
En las que fueron montadas en la parte delantera, se ubicó un cartel en el cual se lee -dos veces-, en letras negras pintadas sobre fondo blanco, la inscripción “BARRICADAS MOVIBLES”.
El medio también señaló el hecho de que algunas defensoras de la comunidad están embarazadas, mientras que otras tienen hijos pequeños -a quienes acostumbran llevar consigo, a los improvisados puestos de control de tránsito-.
Una vigilante, quien habló a condición de anonimato, se refirió al hecho de que el cartel suele secuestrar a jóvenes -principalmente hombres- de la comunidad, y dijo que tal es el caso de su hija de 14 años.
“Ya estamos cansadas de que nos desaparecen así a nuestros hijos, a nuestras familias”, expresó, para agregar que “se llevan a nuestros hijos, a nuestras hijas, a nuestros parientes”.
“Sea nomás un hombre que pueda usar un arma, se lo llevan, lo desaparecen”, y “no sabemos si los traen o ya los mataron”, relató.
Por lo tanto, “vamos a defender a los que nos quedan, a nuestros hijos que nos quedan, los vamos a defender con nuestras vidas”, aseguró.
Al respecto, su compañera de lucha Eufresina Blanco Nava, narró que su hijo de 29 años fue secuestrado, al parecer, por integrantes del Cjng.
“Han desaparecido muchos”, y a “muchas muchachas también, jovencitas”, agregó.
La vigilante quien no quiso identificarse, explicó, además, que estas mujeres de El Terrero optaron por emprender la defensa armada de su comunidad, debido a que un elevado porcentaje de los hombres en condiciones de hacerlo, han desaparecido o murieron combatiendo al cartel.
Algunos varones también son vigilantes.
Uno de ellos, Sergio García, relató que su hermano de 15 años fue secuestrado y asesinado por integrantes de la organización narco, y denunció ineficiencia policial en el combate a la macroestructura.
Alberto García, otro integrante del grupo de defensa, oriundo de la cercana comunidad de Naranjo de Chilas, indicó que fue expulsado del lugar, por criminales del Cjng, a causa de que se negó a incorporarse a la organización delictiva.
“A un hermano mío lo mataron, también”, señaló, además de expresar que “lo descuartizaron, y a una cuñada, embarazada de ocho meses, también”.
AP informó que, “desde hace tiempo, El Terrero ha estado dominado por los grupos delictivos La Nueva Familia Michoacana y los Viagras”, además del CJNG.
“En 2019, los Viagras secuestraron y quemaron media decena de camionetas y autobuses”, para bloquear el puente sobre un río cercano, con el propósito de “evitar que unas caravanas del CJNG ingresaran en un ataque sorpresa”, agregó.
“Y ese mismo año, en la localidad vecina de San José de Chila, los grupos rivales utilizaron una iglesia como un reducto armado para luchar contra una ofensiva del CJNG”, siguió señalando.
En el contexto de la violenta rivalidad entre esas organizaciones de crimen organizado, “todos se ven obligados a elegir un bando —ya sea el del CJNG o el de la Nueva Familia Michoacana y los Viagras—, lo que ha convencido a muchos de que las vigilantes de El Terrero son sólo soldados de a pie de una de esas dos últimas bandas”, indicó, además.
Al respecto, precisó que “las vigilantes rechazan las afirmaciones de que sean parte de alguna organización delictiva, pero claramente señalan que el CJNG es su rival”, y “dijeron que estarían más que felices si la policía y el ejército viniera e hiciera ese trabajo”.