La corriente migratoria irregular de mujeres, desde el Triángulo Norte de Centroamérica, hacia Estados Unidos, está en aumento, lo que también ocurre con los peligraos que estas viajeras forzadas enfrentan en elk largo y complejo recorrido terrestre.
De acuerdo con el análisis formulado al respecto por la directora asociada de la organización no gubernamental internacional Alianza Américas, la colombiana Helena Olea, el factor riesgo está planteado por integrantes de las fuerzas de seguridad, así como organización es delictivas, principalmente en territorio mexicano -la mayor parte del trayecto de alrededor de cuatro mil kilómetros entre el triángulo y la frontera sur estadounidense, el límite de 3155 kilómetros, con México-.
Ello, debido a agresión de género, incluido abuso sexual, explicó Olea -una abogada especializada en derechos humanos de mujeres, migrantes, refugiados, desplazados internos-, al diario salvadoreño La Prensa Gráfica.
Por otra parte, y a diferencia de años anteriores, el componente femenino del fenómeno resulta, con frecuencia creciente, de la decisión personal de las migrantes, más que del acompañamiento a sus respectivas parejas, agregó la experta, en las declaraciones publicadas el 20 de abril.
“La migración irregular de mujeres ha aumentado”, indicó.
“La cantidad de migrantes ha crecido, como también han aumentado los riesgos a los que se enfrentan las mujeres, adolescentes y niñas del Triángulo Norte de Centroamérica, en su viaje a la frontera sur (estadounidense)”, aseguró, en las declaraciones reproducidas por el periódico, en la nota informativa titulada “Denuncian violencia sexual contra mujeres migrantes”.
“La tendencia al alza en la migración y detención de mujeres inició en 2012”, precisó.
“Ahora hay más mujeres viajando solas, y alertas por las violaciones ejercidas, en el camino, por cuerpos de seguridad y el crimen organizado”, dijo.
“La feminización de la migración es una realidad”, reflexionó, para agregar que “es importante reconocer que, hace unos años, se hablaba de una migración donde el hombre viajaba primero, y luego su pareja iba a acompañarlo”.
“Hoy día, las mujeres migran de manera autónoma, con sus propios proyectos de vida, no por acompañar a una pareja sino porque ellas también buscan protección”, puntualizó.
Olea, hizo, así, referencia, al hecho de que el triángulo -constituido por El Salvador, Guatemala, Honduras- es considerado como una de las regiones más violentas a nivel mundial -lo que incluye agresión de género-, además de que presenta críticos indicadores socioeconómicos, y elevados niveles de corrupción.
En cuanto a los peligros que enfrentan en la ruta hacia Estados Unidos, la experta señaló que, sumado a la violencia sexual, las migrantes arriesgan la posibilidad de ser arrestadas, e indicó que las detenciones, en territorio mexicano, se dispararon, de un 13 por ciento, en 2012, a 25 por ciento, en 2017.
Esto último, en el contexto de que “Estados Unidos se ha dado cuenta de que la forma efectiva de controlar la inmigración es detenerla en el tránsito, y México y Guatemala están dispuestos a hacerlo”, indicó, en alusión a los dos países cuya frontera terrestre se extiende 962 kilómetros.
“Tenemos demasiada evidencia de cómo la policía, el ejército, y cualquier fuerza de seguridad -incluyendo la reciente creada Guardia Nacional- representan un peligro”, tras ingresar a México.
La dirigente de Alianza Américas aludió, así, a la fuerza de seguridad creada, el 26 de marzo de 2019, por el gobierno del izquierdista presidente mexicano (2018-2024), Andrés Manuel López Obrador -popularmente conocido como AMLO, sus iniciales-.
Entre sus diversas facultades, la Guardia Nacional debe colaborar, con el Instituto Nacional de Migración, en la inspección de documentos migratorios, además de vigilar lo mismo aduanas que vías de comunicación terrestre.
Olea indicó que “los casos de violencia sexual a los que se exponen las mujeres, al embarcarse en la ruta migratoria hacia Estados Unidos, vienen, en gran medida, de las fuerzas de contención, que desde al año pasado, a causa de la pandemia (…) se han reforzado en cada punto fronterizo”.
«La violencia sexual de parte de las autoridades estatales que pueden estar haciendo funciones de control migratorio, o funcionarios de la policía -que no están encargados del control migratorio-, que aprovechan las circunstancias, es un elemento particular que no se visibiliza, pero, en realidad, es un peligro muy grande que enfrentan las mujeres”, denunció.
Además, “las vulneraciones vienen de diferentes grupos organizados, o de las mismas personas con las que transitan las migrantes”, planteó.
“Todos estos peligros a los que se ven enfrentadas las mujeres migrantes, han influenciado en que cambien su proceso de movilización, generando que se viaje en grupos o en las llamadas ‘caravanas’, debido a que consideran que estas opciones les brindan seguridad adicional”, precisó.
Este nuevo fenómeno significa desplazamientos de miles de personas -incluidos niños, en numerosos casos, no acompañados- quienes se desplazan, desde el Triángulo Norte, alternando entre caminar y utilizar autobuses o ferrocarriles -principalmente, trenes de carga-.
Además de precisar que la violencia sexual es una de las experiencias más relatadas por mujeres migrantes centroamericanas, Olea reveló que “está tan interiorizado que la violencia sexual es parte de los ‘requisitos’ del viaje, que muchas se preparan con métodos anticonceptivos, para evitar quedar embarazadas frente a una violación en el viaje”.