En materia de oportunidades laborales, las mujeres enfrentan serias dificultades para superar los obstáculos establecidos por el histórico sistema patriarcal, limitaciones que radican en el injusto esquema de sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado que castiga lo mismo a adultas que a menores de edad.

Al presentar ese análisis de situación, la española Irene Montero, ministra de Igualdad, explica que se trata de un “suelo pegajoso” que les impide tomar el impulso suficiente para superar el “techo de cristal”.

Por ello, resulta esencial la redistribución de las tareas tradicionalmente asignadas al sector femenino de la sociedad, algo que, al lograrse, facilitará el logro de la igualdad de género, según lo expresado por Montero, al medio español Byzness.

“El techo de cristal es un problema, pero es más grave el suelo pegajoso”, planteó.

“Las mujeres, como tienen más carga de cuidados en el ámbito familiar, tienen mucho más difícil la entrada al mercado laboral”, comenzó a precisar, respecto al segundo concepto.

“Además, las condiciones de entrada son mucho más precarias: más trabajo a tiempo parcial -y la mitad de ellas dicen que lo hacen de forma involuntaria-, ellas querrían tener un trabajo a tiempo completo, pero, o bien las tareas de cuidados y la sobrecarga de los cuidados o bien la imposibilidad de encontrar un trabajo a tiempo completo, hacen que estén en esa situación”, agregó.

“Los problemas del mercado de trabajo para las mujeres son múltiples”, aseguró.

Respecto al “suelo pegajoso”, explicó que se trata de un concepto surgido en lo que se considera la cuarta ola del movimiento feminista mundial, y que se vincula con el paro global convocado para el 8 de marzo de 2018, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

“Es la reflexión de la cuarta ola del movimiento feminista”, indicó Montero, para agregar que “el movimiento irrumpe en los últimos años con la frase ‘si nosotras paramos para el mundo’, por lo que pretende poner encima de la mesa una reflexión que el movimiento feminista ha hecho siempre, pero que en cómo se ha trasladado al ámbito de la política institucional siempre ha quedado en un segundo plano”.

Según diferentes análisis históricos del movimiento feminista mundial, la Primera Ola, surgida a mediados del siglo 18, cuyas líderes cuestionaron el concepto patriarcal de la supuesta naturaleza superior de hombres respecto a mujeres, además de que formularon los ´planteamientos iniciales sobre los derechos de las mujeres -incluido el que tiene que ver con educación-.

La Segunda Ola inició a mediados del siglo 19 y continuó hasta aproximadamente la mitad del siglo 20, habiendo sido el derecho femenino al voto su tema central.

La Tercera Ola se desarrolló desde la década de 1970 hasta la de 1980 -aunque algunos análisis plantean que no ha concluido-, con postulados tales como la inclusión del enfoque de género en las políticas públicas, la promoción del divorcio, exigencia de atención en materia de salud sexual y reproductiva libre de prejuicios patriarcales, y participación igualitaria en el área política.

La ola actual -la Cuarta- enmarca planteamientos tales como la erradicación de la desigualdad de género lo mismo que de la violencia contra mujeres y niñas, además de impulsar intensamente la aprobación de legislación que despenalice o legalice la interrupción del embarazo.

Respecto al movimiento feminista, Montero planteó la necesidad de que, junto con la necesaria mayor participación femenina en materia de toma de decisiones, exista equidad en términos generales -y que ésta sea real-.

“El feminismo no tiene que ver sólo con el eje de la representación, con que haya más mujeres tomando decisiones -que es fundamental-, sino que también tiene que ver con la redistribución”, señaló.

“Para que una sociedad pueda garantizar la igualdad entre hombres y mujeres no sólo hace falta que estemos más mujeres en puestos de responsabilidad, sino que también hay que repartir la riqueza, el tiempo y los cuidados”, precisó, a continuación.

“Pero, si las mujeres tenemos más difícil el acceso al mercado laboral, nos pagan menos, y hacemos más horas en el ámbito doméstico, significa que tenemos menos tiempo para buscar un trabajo mejor, para cuidarnos a nosotras mismas, para leer, para estudiar”, continuó explicando.

“Esto nos pone en una situación de mucha mayor dificultad, y hace imposible que hablemos de una igualdad plena efectiva y real”, advirtió.

En opinión de la ministra -quien es parlamentaria, desde 2016, por el cogobernante e izquierdista partido Podemos-, la desigualdad de género, históricamente existente, fue puesta de manifiesto con particular intensidad en el marco de la presente pandemia mundial del nuevo coronavirus -que también golpea, fuertemente, a España-.

Entre otros problemas padecidos por mujeres y niñas, la emergencia sanitaria ha agudizado la violencia de género, debido a que, consecuencia de medidas de aislamiento social -cuarentena- implementadas por la mayoría de gobiernos para tratar de contener la propagación del virus, las víctimas -o quienes están en riesgo de serlo- se ven obligadas a cohabitar 24/7 con los agresores.

“La pandemia ha venido a decir que el movimiento feminista tiene toda la razón: o hay políticas redistributivas o no vamos a conseguir la igualdad”, subrayó.

“Pero tampoco vamos a conseguir erradicar las violencias machistas”, porque “una de las bases fundamentales de la violencia machista tiene que ver con la dependencia económica de las mujeres, y con la mayor exclusión social”, reparó.

En ese sentido, Montero reflexionó respecto a la condición irracional del machismo, componente de la injusta estructura social imperante a nivel universal.

“Todas las mujeres, por el hecho de serlo, han sufrido machismo (…) el patriarcado es una estructura de dominación que, en algún momento, nos ha golpeado a todas”, aseguró.

Al referirse a su experiencia personal, agregó que, “en un ámbito como la política -que es todavía muy estructurado por y para hombres-, también”.

“Por el hecho de ser mujer, y más por el hecho de ser mujer joven, se cuestionan tus capacidades, tu legitimidad para estar ahí, el hecho de que puedas tomar decisiones por ti misma y no te lo tenga que decir un compañero de tu partido”, precisó, para plantear que, “si eres mujer, si eres mujer joven, si eres mujer migrada o mujer pobre, mejor que no te metas en política porque vas a sufrir”.

Al respecto, Montero aseguró que “más me preocupa una forma de hacer política de la extrema derecha, que es estructuralmente violenta, que elige la violencia, el odio como una forma de intentar ganar posiciones y de intentar eliminar y destrozar al adversario incluso en términos personales”, optando por “no combatir sus ideas o combatir sus proyectos de país, sino destrozar al propio adversario en términos personales”.

La ministra aseguró que, ante ello, “el movimiento feminista es el principal vector de avance democrático, y de conquista de derechos, a nivel mundial”, y expresó que “va ser muy difícil frenar ese movimiento, por la extrema derecha”.