En Afganistán, el régimen de facto que gobierna desde agosto de 2021 al país asiático, consolidó, a nivel nacional, la prohibición de acceso a la educación para las alumnas en el rango etario de 12 a 19 años
Al informar sobre la decisión, medios de comunicación internacionales señalaron que fue impuesta el 23 de marzo, la fecha en la cual los establecimientos educativos -cerrados desde agosto de 20221, cuando el gobierno del movimiento fundamentalista islámico Talibán tomo el poder- serían abiertos para la población estudiantil femenina.
Precisamente, ese día, el gobierno absolutista declaró la continuación del cierre para ese sector del alumnado afgano, de acuerdo con las mismas fuentes.
El Ministerio de Educación esgrimió, en apoyo a la arbitraria decisión, diferentes argumentos, según las versiones periodísticas internacionales.
Por intermedio de su portavoz, Aziz Ahmad Rayan, la autoridad de enseñanza planteó que su intención fue, desde el inicio, reabrir, en general, los centros educativos, pero que, en el caso de la discriminación de género, el régimen no se someterá a la presión internacional para que las adolescentes tengan la oportunidad de instruirse.
Puntualmente, respecto a la segregadora disposición, Rayan expresó que “lo estamos haciendo como parte de nuestra responsabilidad de brindar educación, y otras instalaciones, a nuestros estudiantes”.
Ello, según “los principios islámicos”, precisó, en alusión a la Sharia (ley de ese credo).
Además hizo mención a la falta de docentes, escasez que obedece, principalmente, a que fruto de otra dictatorial decisión del régimen talibán, las mujeres -salvo contadas excepciones- tienen prohibido trabajar -así como salir de la casa, o del país, sin un familiar masculino como acompañante, además de conducir vehículos, entre otras limitaciones machistas-.
Tres días después del anuncio ministerial, una veintena de mujeres y niñas, realizaron, en Kabul -la capital nacional- una manifestación de protesta.
Entre las expresiones escritas en numerosas pancartas, una planteó: “me quitaron mi tierra virtuosa, no me quiten mi esfuerzo ni mi educación”.
Entre las reacciones inmediatas, a nivel internacional, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas Para Afganistán (United Nations Assistance Mission in Afghanistan, Unama), emitió un comunicado indicando que “deplora el anuncio de hoy de los talibanes de que están ampliando aún más su prohibición indefinida para que las estudiantes de más de sexto grado puedan regresar a la escuela”.
Por su parte, la representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas para Afganistán, y jefa de la Unama, Deborah Lyons, expresó preocupación por las informaciones conocidas respecto a la decisión talibana.
Por su parte, el encargado de negocios de Estados Unidos en ese país, Ian McCary -de momento, residente en Qatar -país ubicado en la Península Arábiga, en la costa del Golfo Pérsico-, también expresó preocupación por la decisión del régimen.
“Esto es muy decepcionante y contradice muchas garantías y declaraciones de los talibanes”, dijo el diplomático, en alusión a expresiones iniciales del régimen respecto a que la población femenina afgana no sería discriminada.
Entretanto, Sahar Fetrat, investigadora de la organización internacional Human Rights Watch (HRW), con sede en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York, criticó la actitud del gobierno talibán de facto, al preguntar, dirigiéndose a las adolescentes afganas: “por qué tú y tu familia harían grandes sacrificios, para que estudies, si nunca puedes tener la carrera que soñaste?”.
Asimismo, la también defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI), con sede en Londres, emitió un comunicado, en el cual, entre otras cosas, advirtió sobre las negativas consecuencias de la decisión talibana en las vidas de las adolescentes afectadas.
Bajo el título “Afganistán: El paso atrás de los talibanes sobre la reapertura de las escuelas para las niñas afecta de manera irreversible a su futuro”, AI puntualizó, el 28 de marzo, que alumnas afganas de expresaron que la decisión del régimen “las ha ‘destrozado’ y ‘traumatizado’”.
“El 23 de marzo, las alumnas de enseñanza secundaria iban a volver a clase después de siete meses de interrupción”, indicó la oenegé internacional.
Sin embargo, “las autoridades talibanas anunciaron a las nueve de la mañana que habían decidido mantener cerradas las escuelas para las niñas hasta que se hubieran diseñado uniformes escolares acordes con las costumbres y la cultura afganas y con la sharia -ley islámica-, y todas recibieron la orden de abandonar los centros escolares inmediatamente”, agregó.
Al respecto, citada en el comunicado, la directora regional de AI para Asia del Sur, Yamini Mishra, puntualizó que “citar la cultura afgana y la sharia, es un viejo ardid de los talibanes para privar a mujeres y niñas de sus derechos”.
“Es una justificación, completamente inaceptable (…) que constituye una violación flagrante del derecho a la educación, y ensombrece el futuro de millones de niñas afganas”, advirtió, a continuación.
“Negar, a las niñas, su derecho a la educación, tendrá consecuencias a largo plazo, para las perspectivas de reconstrucción social y crecimiento económico de Afganistán”, señaló.
“Los talibanes deben permitir, sin más demora, que las niñas de todas las edades asistan a la escuela, y dejar de usar cínicos pretextos para promover su plan discriminatorio”, subrayó.
En declaraciones reproducidas el 16 de agosto de 2021 -un día después de la violenta toma del poder por el movimiento extremista, una estudiante universitaria afgana, identificada solamente como Khadija, explicó que, los militantes de la agrupación, carecen de sensibilidad humana, y que, en su errónea interpretación y aplicación de la Sharia, demuestran que no comprenden el contenido del Corán -el libro sagrado de esa religión-.
Al respecto, expresó, contundentemente: “los talibanes son como animales, no entienden el Corán”.