María Julia “Maju” de Araújo es una brasileña quien rompió un techo de cemento, en materia de discriminación, al convertirse en modelo profesional, superando los prejuicios sociales derivados del hecho de que padece síndrome de Down.
La vocación que mostró desde su infancia, se consolidó luego de una fuerte afectación de salud, según lo relatado por su madre, Adriana de Araújo, al diario español El País.
Maju y Adriana -quien ahora es, además asesora y portavoz de la profesional- pudieron superar las barreras de rechazo generadas por el prejuicio, hasta lograr que la carioca (natural de la oriental ciudad de Río de Janeiro) de 19 años recorriera, hace tres años, la primera pasarela de su carrera, indicó el medio de comunicación.
El éxito de la joven de 19 años, incluye, entre otros reconocimientos, su nombramiento, por la firma francesa de productos de belleza L’Oréal, como embajadora de buena voluntad, informó el periódico en la nota informativa que, titulada “Maju de Araújo, la modelo brasileña con síndrome de Down que se abre paso en las pasarelas”, publicó el 1 de noviembre.
La modelo ahora es el soporte económico de la familia -madre, padre, dos hermanas mayores que ella-, de acuerdo con la versión periodística.
Maju (pronunciado con el sonido de la letra “j”, en inglés) “no alcanza el metro y cincuenta de estatura, muy lejos de los estándares de las pasarelas”, comenzó a describirla El País, además de indicar que “no tiene el cuerpo esbelto y delgado que exhiben las top models de todo el mundo” sino que “tiene el pelo largo y liso, ojos marrones almendrados y una sonrisa fácil”.
“Aun así, Maju se ha convertido en modelo internacional”, y como tal “tiene una intensa agenda de trabajo”, no obstante lo cual, “el mundo todavía tiene que acostumbrarse a ella”, señaló el diario.
Al respecto, Adriana, de 48 años, confesó que “pensaba que el mundo de la moda sería inaccesible para ella”.
Eso, porque la discriminación y el rechazo social constituyeron la realidad de su hija, según relató.
“Varias veces llegamos a los colegios y nos dijeron que no quedaban plazas”, señaló, como ejemplo.
Inesperadamente, a raíz de que contrajo meningitis, Maju estuvo en coma, y, cuando superó esa crisis, reafirmó su deseo de convertirse en una “modelo famosa”, continuó narrando, Adriana, a El País.
“En aquel momento, teníamos graves problemas financieros”, agregó, para señalar que “el único dinero que pude reservar fueron 200 reales (unos 36 dólares): la matrícula de la escuela de modelos”.
“Pensé: ‘mi hija se lo merece’”, señaló la madre, quien dijo que, entonces desempeñaba tareas de elaboración de alimentación para eventos, y recordó que “Solía llevarme a mis tres hijas al trabajo”, y “Maju, ayudaba a montar los platos”, recordó.
Indicó, asimismo, que, al querer inscribir a su hija en la escuela de modelaje, el rechazo fue la respuesta inmediata de la institución.
“Amenacé con demandar a la escuela de modelos, que no quería aceptar a mi hija”, señaló, para agregar que, “allí, me posicioné, por primera vez”.
En ese sentido, El País informó que “el rechazo de las agencias expone cómo el mercado ignora a un público inmenso”.
A continuación, citó el más reciente censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística, Ibge), según el cual 24 por ciento de la población nacional -casi 214 millones- presenta alguna de las discapacidades estudiadas en el documento -auditiva, motora, mental o intelectual, visual-.
El diario agregó que 46 millones de personas, en el país sudamericano, están en esa condición.
Citado en la nota informativa, Iván Barón, quien se define como un influencer de la inclusión, declaró que “suelo decir que las personas con discapacidad, son la mayor minoría que existe”.
Iván, quien padece parálisis cerebral, informó que “muchas empresas están dispuestas a cambiar”, y agregó que “las marcas han empezado a buscarme, y a darse cuenta de que también puedo atraer consumidores, con mi discurso”.
Al respecto, expresó que, “un gran logro, fue convertirme en embajador oficial de Spotify, una de las mayores plataformas musicales del mundo”.
El País indicó que “Iván utiliza su cuenta en Instagram para hacer llegar algunas inquietudes al público y sentirse representado”.
El influencer relató que “crecí sin ningún tipo de representación, no me veía representado como joven con discapacidad, y, cuando no te sientes representado, crees que no existes”.
En el caso de Maju -quien se comunica por medio de gestos y expresiones, además del lenguaje de señas-, el periódico indicó que su hermana Larissa, y su madre, la ayudan a contar a sus más de 387.000 seguidores en Instagram.
“También, filtramos los comentarios”, explicó la hermana de 25 años, ya que “hay muchos comentarios de odio. Mucha gente dice, por ejemplo, que (Maju) es blanca y privilegiada”.
El País relató, asimismo, que Maju finalizó, en 2019, en Río de Janeiro, el curo9s de modelaje.
“Sin embargo, las oportunidades profesionales tardaron en llegar”, razón por la cual la joven “pasó mucho tiempo haciendo trabajos a cambio de productos, en lugar de dinero, como suelen hacer muchas modelos en inicio de profesión”.
“Solo cuando firmó un contrato con Mind, una agencia de imagen, y no solo de modelos, empezaron a hablar de su caché, y los trabajos se volvieron más profesionales”, señaló el diario, y agregó que, “hoy, Maju prácticamente mantiene a su familia”.
En ese sentido, Adriana dijo que “Maju ha aportado estabilidad económica, con su trabajo”.
La madre aseguró, además, que, en términos generales, y en cuanto a la población con alguna discapacidad, Maju considera que, como profesional, “su verdadera misión es propagar la visibilidad de estas personas, que son personas reales”.