Un encuentro fugaz, un breve diálogo, un roce de una mano de la religiosa con una manga del hábito de su interlocutor, generaron un inmediato eintenso enamoramiento que culminó en matrimonio

Según la letra de una canción venezolana, “cuando el amor llega así, de esta manera, uno no se da ni cuenta”.

Es, exactamente lo que ocurrió entre Mary Elizabethuna monja ermitañay Robert –un fraile-, ambos carmelitas, en un convento en la noroccidental localidad inglesa de Preston.

Robert estaba de visita en el lugar, al cual habíallegado en diferentes momentos, para ofrecer misa, en monasterios cercanos al de Mary Elizabeth, homilías que, sin que lo supiera, en algunos casos fueron escuchadas, a distancia, por la religiosa.

La monja se incorporó, a los 19 años, a la Orden de las Carmelitas, quienes se rigen por la austeridad extrema, incluido un voto de silencio interrumpido en solamente dos momentos diarios -de 30 minutos cada uno-, para que las religiosas conversen entre sí.

El fraile, un teólogo y académico polaco, llegó, también en Inglaterra, a la vida sacerdotal.

Un encuentro fugaz, un breve diálogo, un roce de una mano de la religiosa con una manga del hábito de su interlocutor, generaron un inmediato e intensoenamoramiento que culminó en matrimonio.

Al relatar la singular historia, el medio de comunicación British Broadcasting Corporation (BBC) los describió como “la monja de clausura y el fraile que se enamoraron y lo dejaron todo para casarse”.

Al citar a ambos en la nota informativa que difundió el 3 de enero, la BBC relató, respecto a Mary Elizabeth, que “la mayor parte de sus días los había pasado en una celda de la Orden de las Carmelitas, en el norte de Inglaterra”, y que su vida fue de devoción, austeridad, y, en buena medida, silencio, “hasta que tuvo un encuentro fugaz” -con Robert-.

Si bien sus padres no eran religiosos, Lisa Tinkler -nombre y apellido de nacimiento de la hermana Mary Elizabeth-, oriunda de la noroccidental localidad inglesa de Middlesbrough, sintió, inicialmente, su vocación al acompañar, a una tía, en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes -en el sur de Francia, cerca de la frontera con España-, de acuerdo con la versión periodística.

Al respecto, la religiosa relató al medio de comunicación británico, que, a su regreso del viaje de índole religiosa, solicitó, a su padre, que construyera un altar, a la Virgen de Lourdes, en su dormitorio.

Tenía una pequeña estatua de Nuestra Señora, y una pequeña botella de agua de Lourdes”, comenzó a relatar.

En realidad, pensé que era la botella lo que era sagrado, y no el agua, así que sólo la estaba llenando del grifo, y bebiendo el agua”, agregó.

La BBC indicó que “Lisa asistía a una de las iglesias católicas en su ciudad natal”, donde “se sentaba sola en el segundo banco”.

Allídesarrolló un amor abrumador por la Virgen María, y finalmente sintió que tenía una vocación”, respecto a la cual tuvo pleno convencimiento al participar, un fin de semana, en un retiro espiritual organizado por un monasterio en la zona, señaló el medio.

El recinto estaba dirigido por monjas carmelitas de una orden que tenía sus orígenes en el siglo XII, y donde la vida era particularmente espartana, recluida y estricta, pero ella decidió que esa era precisamente la vida que quería llevar”, según la versión periodística.

Luego de la celebración de una Navidad, junto con sus padres, Lisa se incorporó a la vida religiosa, convirtiéndose en la hermana Mary Elizabeth.

Desde entonces, viví como una ermitaña”, empezó a narrar.

Teníamos dos recesos al día, como de media hora, en los que podíamos hablar”, agregó.

Por lo demás, estabas sola en tu celda”, siguió planteando, para precisar, a manera de ejemplo, que “nunca trabajabas con nadie, siempre sola”.

Por su parte, Robert fue, durante más de una década, un fraile carmelita.

De acuerdo con lo señalado por la BBC, “era un pensador, académico y teólogo que llegó a la vida monástica en busca de un propósito en lo que él describe como una crisis de fe e identidad”.

Al ver hacia atrás, siente que sus raíces hicieron que esa confusión fuera casi inevitable”, ya que, entre otros componentes, creció “con un padre luterano y una madre católica”, agregó la emisora europea.

Pero fue un período oscuro, tras una relación fallida, que lo llevó a continuar su búsqueda de realización en Inglaterra donde, a pesar de la teología protestante luterana en la que se había asentado, fue en un monasterio Carmelita católico romano donde encontró su consuelo”, precisó.

Al respecto, Robert relató que “no sabía mucho sobre los Carmelitas, y no había considerado ser monje”.

De hecho, siempre sospeché mucho de este tipo de expresión de fe”, agregó, a manera de confesión, no obstante lo cual, esa orden religiosa, le “enseñó a abrazar la oscuridad, las dificultades, y las crisis, hasta el punto en que se sintió satisfecho”.

El encuentro de la monja y el sacerdote fue tan casual como breve -aunque inmensamente intenso-.

Robert estaba de visita en el convento donde MaryElizabeth practicaba su aislada religiosidad.

De acuerdo con la versión periodística, “la priora (superiora) de la orden la había llevado a conocer al fraile Robert, que estaba de visita procedente del convento Carmelita de Oxford, para saber si le apetecía algo de comer”.

“Una llamada telefónica que la superiora tuvo que atender, la hizo apartarse en ese momento, con lo cual quedaron solos”, indicó la BBC.

La hermana dijo que “fue nuestra primera vez en una habitación, juntos”, y “nos sentamos en una mesa, mientras él comía”.

La priora no volvió, así que tuve que conducirlo a la salida”, agregó.

Mary Elizabeth relató que, al momento de acompañar al visitante, a la puerta, para que saliera, rozó una manga del hábito que el fraile vestía.

En ese instante, “sentí una química allí, algo, y estaba un poco avergonzada”, expresó, como confesándose, lo que le hizo pensar: “Dios, él también sintió eso”.

Y cuando lo dejé salir por la puerta, fue bastante incómodo”, aseguró.

La mutua conexión tuvo su primera -y decisiva- manifestación, una semana después, cuando la religiosa recibió un impactante mensaje, en el cual Robert le preguntó: “dejarías tu orden y te casarías conmigo?”.

La monja dijo, al medio de comunicación, que “estaba un poco sorprendida”, ya que, el día del breve encuentro inicial, “llevaba un velo, por lo que nunca vio el color de mi cabello”.

Realmente, (Robert) no sabía nada sobre mí, nada sobre mi educación, ni siquiera sabía cuál era mi nombre no religioso”, agregó.

Al mismo tiempo pensó que ella conocía algo de la historia personal de Robert, habiendo escuchado algunos relatos que el religioso mencionó en las misas.

Sin tener claro cómo manejarse, ante la sorpresiva pregunta/propuesta, Mary Elizabeth se abstuvo de responder inmediatamente.

No sabía cómo se sentía estar enamorada, y pensé que las hermanas podían verlo en mi rostro”, razón por la cual “me puse bastante nerviosa”, dijo, al recordar la situación.

Podía sentir el cambio en mí, y eso me asustó”, según expresó, a continuación.

Antes de enviar respuesta a Robert, la religiosa informó, de lo ocurrido, a la priora, cuya reacción no fue la esperada, ya que expresó incredulidad.

Ella no podía entender cómo había sucedido algo así, porque (las hermanas) estábamos allí las 24 horas del día, los siete días de la semana, bajo su vigilancia todo el tiempo”, señaló, para precisar que “la priora me preguntó cómo pude enamorarme, con tan poco contacto

La reacción de Mary Elizabeth también inesperada.

En ese sentido, dijo que “la priora fue un poco brusca conmigo, así que metí mis pantalones y un cepillo de dientes, en una bolsa, salí, y nunca volví como la hermana Mary Elizabeth”.

Simultáneamente, un nuevo mensaje de Robert indicó que el fraile proyectaba llegar a Preston, esa noche -en noviembre de 2015-, para reunirse, en una tabernadel lugar -llamada Black Bull (Toro Negro)-, con un carmelita de su amistad, para abordar el tema de su propuesta a la hermana.

A pie, en medio de condiciones climáticas desfavorables, Mary Elizabeth avanzo, vestida con su hábito, hacia la taberna.

La lluvia azotaba, mientras caminaba por la carretera”, recordó.

El tráfico venía hacia mí, con luces brillantes, y pensé: ‘yo podría, simplemente, terminar esto’”, agregó, haciendo alusión a un fugaz pensamiento suicida.

Realmente estaba luchando, pensé que debía evitar que esto sucediera, y que Robert pudiera seguir con su vida, pero, también, me preguntaba si (él) realmente sentía lo que había dicho sobre casarse”, agregó.

De modo que Mary Elizabeth continuó caminando, hasta que ubicó el lugar, e ingresó.

Al relatar el impacto que sintió en el momento en que advirtió la presencia de la mujer, Robert aseguró que, “cuando la vi, mi corazón se detuvo”.

Pero en realidad estaba paralizado por el miedo, no por la alegría, porque supe en ese momento que tenía que ser completamente para Lisa, pero también sabía que no estábamos, en la práctica, preparados para eso”, aclaró.

También relató, a la BBC, el fugaz contacto en el monasterio, cuando su coyuntural anfitriona lo acompañó a la puerta, para que saliera.

Ese toque de Lisa, en mi manga, inició un cambio”, aseguró.

“Pero, aunque sentía que algo crecía gradualmente en mi corazón, creo que nunca llegué a un punto en el que sentí que me estaba enamorando locamente, porque en la conversión a monje o a monja, te enseñan a lidiar con emociones como el amor”, precisó.

Cuando ella apareció en el pub (la taberna), el pequeño demonio en mí, estaba aterrorizado”, expresó.

Pero mi miedo no era religioso o espiritual: estaba puramente relacionado con cómo comenzaría una nueva vida a los 53 años”, reveló.

Luego de momentos complejos, por el drástico cambiode estilo de vida, “lo que les trajo paz fue lo que, desde el primer momento, los guió a su monacato: conectarse con su fe personal”, según la versiónperiodística.

Al respecto, Lisa -la ahora ex hermana Mary Elizabeth- explicó que, “a lo largo de tu vida religiosa, te dicen que se supone que tu corazón debe ser indiviso, y entregado a Dios”.

Sin embargo, “de repente, sentí que mi corazón se expandía para contener a Robert, pero me di cuenta de que también contenía todo lo demás que yo tenía”, reflexionó, además de puntualizar que “no sentí nada diferente, acerca de Dios, y eso me tranquilizó”.

Lida y Robert se casaron, en la localidad de Hutton Rudby, en la norteña municipalidad inglesa de North Yorkshire, donde ella se desempeña como capellana, en un hospital, y él es vicario de la iglesia local.

La ex hermana dijo que, en la adaptación a la vidafuera del monasterio -proceso que ha presentado complejidades, “es una lucha constante, para Robert y para mí el poder mantenernos centrados y con los pies en la tierra”.

Para lograrlo, “a menudo, pienso que vivo en un monasterio, aquí con Robert, como dos carmelitas, donde todo lo que hacemos se lo ofrecemos a Dios”, expresó.

Nos anclamos en la oración, pero el amor puede hacer un sacramento de todo lo que haces, y me doy cuenta de que nada ha cambiado, realmente, para mí”, agregó.

De modo que la realidad consiste en que, en el matrimonio de Lisa y Robert, hay un participante adicional: “Cristo está en el centro, y viene antes que todo”, de modo que, “si lo sacáramos de la ecuación, creo que realmente no habría durado”.

Foto: Mikhail Nilov