Foto por: Department of the Interior

Deb Haaland, la nueva titular del Departamento del Interior (Department of the Interior, DOI) estadounidense, está ingresando a la historia de ese país como la primera indígena integrante del gabinete ministerial.

Nominada por el presidente Joe Biden, Haaland superó, en la audiencia para analizar la propuesta del mandatario, y en la ajustada votación para concretar su designación -ambas en el Senado-, los obstáculos tenazmente planteados por legisladores del opositor Partido Republicano, contrarios a su nombramiento.

Integrante del Pueblo Laguna, en el sudoccidental estado de Nuevo México, fronterizo con México, Haaland fue confirmada, el 16 de marzo, por 51 de los 91 senadores presentes -del total de 100-, para encabezar un departamento (ministerio) que, por su amplia área de responsabilidad, está llamado a desempeñar un papel clave en la implementación de la política de Biden respecto a la conservación ambiental en general y al cambio climático en particular.

Creado el 3 de marzo de 1849, por el Senado, el DOI administra algo más de dos millones de kilómetros cuadrados de tierras -aproximadamente la quinta parte del territorio estadounidense, así como 544 refugios de vida silvestre, 410 parques nacionales, 348 reservas naturales.

El departamento es, asimismo, responsable de la relación entre los pueblos indígenas y los sucesivos gobiernos del país norteamericano.

Al informar sobre la confirmación de Haaland como nueva secretaria del Interior, la emisora estadounidense National Public Radio (NPR) destacó que la designación es “tan simbólica cuanto histórica”.

Al describir el campo de acción del DOI, la radio indicó que, sumado a la relación entre la población autóctona y el gobierno, la dependencia “administra las tierras públicas del país, especies en peligro, y recursos naturales”.

También aseguró que, “durante gran parte de su historia, el Departamento del Interior fue usado como instrumento de opresión contra los pueblos indígenas estadounidenses”.

En una breve declaración que emitió poco después de que el Senado la confirmó en el cargo, Haaland aseguró que, durante la audiencia, “dije que todos apostamos al futuro de nuestro país”.

“Sin perjuicio de partido político o Área Postal, de herencia ancestral o nivel de ingresos, todos tenemos que asumir, con seriedad, los formidables retos que están planteados, y los asumiremos de frente, juntos”, agregó.

“Juntos, trabajaremos para implementar la visión del presidente Biden de honrar la relación de nación a nación con las Tribus, atender las crisis climática y de la naturaleza, avanzar en la justicia ambiental, y construir un futuro de energía limpia que genere empleos bien pagados e impulse a nuestra nación”, agregó.

“El cambio que necesitamos tomará trabajo duro y perseverancia, pero sé que, juntos, no hay nada que no podamos lograr”, expresó.

Haaland -hija de una indígena estadounidense y un norteamericano de ascendencia noruega- también hizo historia parlamentaria, constituyéndose, en 2019, junto con Sharice Davis -ambas del nuevamente gobernante Partido Demócrata-, en una de las dos primeras mujeres indígenas en la Cámara de Representantes.

Davis es integrante del pueblo Ho-Chunk, asentado en sectores de los estados de Illinois, Iowa, Minnesota, y Wisconsin -todos en lo que se considera como el medio-oeste del país-.

Dos años después, se les sumó la republicana Yvette Herrell, de la nación Cherokee -que cubre sectores de los sudorientales estados de Alabama, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, y Tennessee-.

La renuncia de Haaland, para incorporarse al gabinete de Biden, dejó en cuatro la representación indígena en la Cámara de Representantes, bloque también integrado por Tom Cole y Markwayne Mullin, respectivamente de los pueblos Chickasaw y Cherokee
-ambas naciones autóctonas ubicadas en los mismos estados del sureste-.

En su desempeño como congresista, Haaland fue crítica de la política que el cuestionado ex presidente estadounidense (2017-2021) Donald Trump implementó en materia ambiental.

En ese contexto, se opuso a la agenda desreguladora del anterior mandatario, quien persiste en denunciar fraude electoral en la votación presidencial que, en noviembre del año pasado, perdió ante Biden.

Durante su desempeño en la cámara baja, también dio apoyo a iniciativas para limitar la explotación de combustible fósil en tierras públicas, y se opuso a la práctica de fracking
–proceso de perforación del suelo antes de dirigir, al componente de piedra subterránea, agua a alta presión, para liberar gas-.

También fue una de las primeras congresistas -junto, entre otras, a la demócrata Alexandria Ocasio-Cortes, de ascendencia puertorriqueña- en apoyar el Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde), iniciativa socioambiental que promueve fuerte política pública para reducir la desigualdad económica y hacer frente al cambio climático.

En materia ambiental, durante la audiencia en el Senado, Haaland aseguró que “no cabe duda de que la energía fósil desempeña, y continuará desempeñando, un papel importante en Estados Unidos, durante años por venir”.
Al respecto, indicó que la extracción -de tierras públicas- y el uso de combustible fósil, representan alrededor de la cuarta parte del total de gas de invernadero emitido a nivel nacional.

En ese sentido, expresó que “la agenda del presidente demuestra que las tierras públicas de Estados Unidos pueden y deben ser motores de producción de energía limpia”.

“El Departamento (del Interior) tiene un papel en utilizar el potencial de energía limpia, de nuestras tierras públicas, para generar empleos y nuevas oportunidades económicas”, planteó.

Asimismo, subrayó la necesidad de hacer frente al cambio climático, lo que descruibió como un “reto de nuestro tiempo”.