Testigos de la detención denunciaron que vieron cuando la mujer era golpeada dentro de la camioneta a bordo de la cual fue llevada. La joven falleció a causa de lesiones internas
Mahsa Amini, de 23 años, fue detenida, en Irán, por agentes de la Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de control de la fe-, debido a que violó la legislación vigente en esa materia, al llevar inadecuadamente puesto su hijab -prenda religiosa femenina que cubre a quien la usa-.
Se trata de la Ley sobre Hijab y Castidad -fortalecida, en agosto, mediante decreto del presidente Iraní, Ebrahim Raisi-, cuyo cumplimiento es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -algo así como un ministerio de la moral-.
De acuerdo con versiones periodísticas internacionales, al arrestarla, el 14 de setiembre en Teherán -la capital nacional-, los agentes indicaron, a familiares de la víctima -a quienes la mujer terminaba de visitar-, que Amini sería sometida a una clase “educativa y de orientación”, en la sede de la Gasht-e Ershad -conocida popularmente, como “policía de la moral”-.
El mismo día, la detenida -integrante del pueblo kurdo, una etnia iraní asentada en el sector occidental del país- fue conducida, en coma, a un hospital, donde falleció, dos días después.
En la cuenta del hospital en la red social Instagram, se informó que, habiendo llegado cerebralmente fallecida, “la paciente fue sometida a resucitación, la frecuencia cardíaca regresó, y la paciente fue ingresada a la unidad de cuidados intensivos”.
“Lamentablemente, 48 horas después, el viernes, la paciente sufrió, nuevamente, un paro cardíaco, debido a la muerte cerebral”, de acuerdo con el mismo relato.
“No obstante los esfuerzos, el equipo médico no logró resucitarla, y la paciente falleció”, según la relación de hechos -que fue borrada, una hora después-.
No obstante, la censurada evaluación médica, según la versión policial, Amini sufrió, en custodia, un ataque cardíaco, o de epilepsia.
La familia de la víctima rechazó la información oficial, mientras testigos de la detención denunciaron que vieron cuando la mujer era golpeada dentro de la camioneta a bordo de la cual fue llevada, desde el punto del arresto, en las afueras de una estación de metro, en Teherán, donde era acompañada por un hermano.
De acuerdo con las coincidentes versiones periodísticas, la joven falleció a causa de lesiones internas.
Según estas fuentes, un escaneo de la cabeza de Amini mostró fractura ósea, hemorragia interna, y edema cerebral, todo lo cual confirma que fue golpeada.
Por su parte, el padre de la joven dijo, a medios de comunicación, que autoridades cubrieron los moretones que la asesinada presentaba, y que se negaron a que los familiares los viesen.
Citado, el 18 de setiembre, por el periódico británico The Guardian, lo mismo que por el diario local Ham-Mihan, aclaró que “ella no tenía epilepsia, ni enfermedad cardíaca”, y agregó que, “la peor enfermedad que tuvo fue un resfriado”.
Respecto a la versión policial, denunció que “el video que mostraron, desde el centro de detención, también fue editado”.
“Por qué no mostraron el video de cuando bajaron, a mi hija, de la camioneta?”, y “por qué no muestran lo que pasó en los corredores del centro de detención?”, preguntó.
“Para ella, fue psicológicamente estresante, y la policía es responsable de este desastre”, planteó.
La familia de Amini ha exigido, formalmente, que la totalidad del video de la televisión de circuito cerrado en la sede policial sea dado a conocer, en lugar de la versión parcial difundida.
El asesinato de Amini generó, el 18 de setiembre, manifestaciones callejeras en protesta contra el crimen, lo mismo que contra la ilegitimidad de la fuerza policial religiosa.
Las protestas, en algunso casos violentas, fueron calificadas, por funcionarios, como acciones organizadas para generar caos e inestabilidad en el país del oeste asiático.
En ese sentido, el gobernador de la norteña provincia de Teherán -donde se ubica la capital nacional-, Mohsen Mansouri, expresó, el 20 de setiembre, en la red social Twitter, críticas respecto a las manifestaciones.
“Los principales elementos del núcleo inicial de las reuniones en Teherán, esta noche, fueron plenamente organizados, entrenados y programados para crear disturbios en Teherán”, aseveró.
En su opinión, “quemar la bandera (nacional), echar diesel sobre las calles, lanzar piedras, atacar a la policía, prender fuego a vehículos y basureros, destruir la propiedad privada, etc (…) no son trabajo de gente común”.
La represión policial lanzada contra las protestas, generó víctimas fatales entre los manifestantes, de acuerdo con versiones periodísticas.
Irán es gobernado por una teocracia que, llegada al poder en 1979, es encabezada por un líder supremo -actualmente, Ali Khamenei-, la máxima autoridad gubernamental -con rango superior al presidente-.
El régimen religioso fue constituido luego de que un proceso denominado Revolución Islámica (1978-1979) derrocó al monarca iraní, el sha (rey, en persa, el idioma oficial) Mohammad Reza Pahlavi -quien gobernó desde 1941 hasta 1979-, para instalar en el poder al ayatola (clérigo) Ruhollah Khomeini.
Al igual que en el vecino Afganistán -bajo la dictadura del fundamentalista grupo islámico Talibán, establecida el 15 de agosto de 2021-, el régimen iraní aplica, severa y
arbitrariamente, normas religiosas, en violación de las garantías fundamentales -en particular, contrarias a los derechos de la población femenina-.
En ese sentido, entre otras disposiciones, el código penal vigente en Irán determina que las mujeres cometen un delito si, en público, aparecen sin el hijab.
La hipocresía misógina del régimen iraní tuvo un punto culminante en la declaración que Raisi dio, telefónicamente, el 18 de setiembre, a la familia de Amini.
“Su bija es como mi propia hija, y siento que este incidente ocurrió a uno de mis seres queridos”, afirmó el presidente iraní, según versiones de medios de comunicación estatales.
“Por favor, acepten mis condolencias”, aseveró, no obstante, el hecho de que, como máxima autoridad del régimen, ha agudizado la severidad en la aplicación de la ley sobre el uso obligatorio del hijab.
Por su parte, Hossein Rahimi, el jefe del Comando Disciplinario de la Islámica República de Irán -la policía nacional, cuya sigla, en persa, es Faraja- fue aún más lejos, al refutar, en conferencia de prensa, el 19 de setiembre, las denuncias contra la fuerza policial religiosa.
Amini fue detenida por la Gasht-e Ershad, mientras caminaba por un parque, debido a que “su hijab era inadecuado”, dijo.
Las denuncias contra esa fuerza de seguridad “son acusaciones cobardes (…) todas las palabras publicadas en el ciberespacio sobre la causa de muerte son puras mentiras”, afirmó, además de asegurar que “no hubo ninguna negligencia por parte de la policía, ni siquiera una pequeña falla”.
Rahimi indicó, asimismo, que “los agentes de la Patrulla Guía están equipados con cámaras corporales, pero, en este caso, no tenían ninguna cámara”.
Además de mentir, el jefe policial ofendió, al afirmar que, durante la detención, “no hubo discusión ni resistencia”, y llegó al extremo de aseverar que, dentro de la camioneta, la joven “hasta iba bromeando”.
Foto: obra de Shamsia Hassani