En lo casos en que, para aliviar, de alguna manera, su crítica situación monetaria, las familias entregan a sus hijas, a descocidos, sin obtener dinero, el ambiente al que llegan las nuevas esposas es aún más agresivo

El apartado sector mexicano de La Mixteca Guerrerense -más conocido como La Montaña, y de población mayoritariamente indígena- empieza a ver cómo algunas mujeres de la zona empiezan a debilitar la ancestralmente arraigada costumbre de vender a niñas y adolescentes, para matrimonio.

Los críticos indicadores socioeconómicos del lugar -en el sector oriental del costero y sudoccidental estado de Guerrero- han establecido, como fuente de algún ingreso familiar, el eufemísticamente denominado pago de dote -que no es más que una transacción comercial que involucra a personas, en este caso mujeres adolescentes y menores de edad-.

Históricamente, la venta -que, en la actualidad, se ubica, en promedio, en el rango promedio de 600 a casi 2000 dólares- ha significado, para las afectadas, recibir, en su nuevo entorno familiar, trato violatorio de sus derechos.

En lo casos en que, para aliviar, de alguna manera, su crítica situación monetaria, las familias entregan a sus hijas, a descocidos, sin obtener dinero, el ambiente al que llegan las nuevas esposas es aún más agresivo.

Mujeres y niñas victimizadas

Según denuncias de víctimas y de organizaciones defensoras de los derechos humanos -principalmente, de las garantías fundamentales de la población femenina- las mujeres y las niñas así victimizadas, pasan a ser explotadas para la realización de trabajo doméstico no remunerado, y a carecer de oportunidades -educativas, laborales, entre otras-.

Frente a ello, se fortalece el número de madres -y también de padres- quienes se niegan a vender a sus hijas, empoderándolas respecto al rumbo que quieran dar a sus vidas.

Al presentar el dramático cuadro de situación, en una extensa nota informativa que publicó el 3 de abril, la British Broadcasting Corporation (BBC) indicó que, si bien es una tendencia en desarrollo, el camio de paradigma respecto al matrimonio, es complejo.

“La Montaña de Guerrero, una región en el sur de México donde pueblos indígenas realizan esta práctica, desde hace muchísimos años, en base a sus usos y costumbres”, planteó el medio de comunicación británico.

“La Montaña sobrevive como puede a una asfixiante extrema pobreza y a la falta de oportunidades”, agregó.

Al mencionar la comercialización para casamiento, la BBC precisó que, “estas ventas para el matrimonio afectan principalmente a adolescentes, pero se han registrado casos de incluso niñas de 9 y 10 años”.

“Tradicionalmente, muchas niñas eran vendidas a hombres mayores, en ocasiones incluso desconocidos, para quienes acaban desempeñando labores domésticas a cambio de una cantidad, para su familia”, siguió explicando, para señalar que, “cuanto más joven es la niña, mayor suele ser el pago”.

Por otra parte, “al ser vendidas, generalmente ingresan a un hogar en el que no tendrán ninguna independencia económica, al no poder estudiar ni trabajar”, según la versión periodística.

“La venta es vista como un salvavidas económico para muchas familias que viven sumidas en la pobreza”, de modo que “no son pocos (los habitantes locales) quienes optan por migrar al norte de México, y (hacia) Estados Unidos, ante la total ausencia de oportunidades de trabajo” en su lugar de origen, agregó la BBC.

“Pero, además de la falta de recursos económicos, otro de los factores que perpetúan esta práctica en la región son los estereotipos de género sobre las mujeres”, planteó, además de revelar que, “por estas creencias tan arraigadas, las propias jóvenes llegan a normalizar su venta, al relacionar su propio valor con la cantidad que se paga por ellas”.

Sin embargo, lo profundamente enraizado de esa patriarcal costumbre no ha impedido que una tendencia de oposición adquiera fuerza, según la versión periodística.

“En algunas comunidades (de La Montaña), las comienzan a cambiar, y las jóvenes empiezan a decidir sobre su propio futuro”, informó el medio de comunicación.

“Algunas de las mujeres de la comunidad (…) están protagonizando un cambio, lento pero constante, gracias al apoyo imprescindible de sus familiares”, informó el medio de comunicación, según el cual, “en algunas comunidades (de La Montaña), las coas comienzan a cambiar, y las jóvenes empiezan a decidir sobre su propio futuro”.

En ese sentido, citó el caso -y reprodujo el testimonio- de una joven a quien identificó solamente como Norma, y como “parte de la primera generación de mujeres, en su familia, que no fue vendida”.

Al narrar su poco habitual situación, Norma dijo que, “cuando yo me junté con mi marido, mi padre dijo que no me vendería, porque, cuando lo haces, te pueden maltratar o hacer daño”, y agregó, en calidad de reflexión, que “hizo muy bien”.

El no haber pagado facilitaría que, si llegara a ser necesario, pudiera abandonar la casa conyugal”, y reintegrarse a su entorno familiar, “pero, una vez que pagan por ti, como que no puedes escapar de tu marido, y te obligan a quedarte”, explicó.

“Los hombres que pagan, se supone que tienen que respetar a sus esposas, pero, cuando no se paga, dicen que eso les da derecho a irse con otras, o no hacer caso a su mujer”, precisó, a continuación.

La BBC citó, igualmente, a Soyla, quien “acaba de anunciar que se casará con un joven que conoció en la comunidad”, y puntualizó “que sus padres no cobrarán por ella”.

“Estoy feliz y orgullosa porque pensaron en mí, en que yo pueda lograr lo que quiera con mi pareja”, aseguró.

“Porque algunos matrimonios que se cobran, tienen problemas”, ya que “no sabes cómo puede acabar: el hombre empieza a regañar con ella (…) y luego se divorcian”, planteó.

Al respecto, Cecilia, la madre de Soyla, explicó que “muchos venden a sus hijas, pero las consecuencias son para ellas”.

“Algunos les dicen: ‘levántate temprano, haz de comer, lava mi ropa, que para eso te compré’”, indicó Cecilia, para, de inmediato, señalar que, “eso mismo, me reforzó para no vender a Soyla”.

Sobre ese punto, el padre de la joven -no identificado en la nota informativa-, dijo que aceptó la decisión, “porque tenía la capacidad de seguir manteniéndola”.

“Muchos no pueden, y es cuando las mandan a buscar marido”, agregó, para explicar que, “a mí, me parece mal esto de la venta, porque, cuando mis otros dos hijos varones se casen, me la pueden aplicar, y pedir dinero por sus novias”.

Foto: RIGOYRBK