La misógina teocracia es expulsada de principal órgano mundial de género, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, de Naciones Unidas
La misógina dictadura teocrática de Irán fue expulsada de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en lo que medios de comunicación describieron como un hecho sin precedente en las casi ocho décadas desde la fundación de esa agencia especializada de Naciones Unidas.
Se trata de una demoledora victoria inicial de las iraníes en la lucha que, por sus derechos y contra el régimen, intensificaron, inclaudicablemente, hace alrededor de tres meses.
La decisión fue tomada, el 14 de diciembre, por mayoría del Consejo Económico y Social de la organización mundial -del cual depende el grupo de trabajo, conocido por la sigla Uncsw, de su denominación en inglés (United Nations Commission on the Status of Women)-.
Veintinueve de los 53 países integrantes del organismo -también conocido por la sigla de su nombre en inglés (Economic ad Social Council, Ecosoc)- votaron a favor de la iniciativa, promovida por Estados Unidos, mientras ocho se pronunciaron en contra, y 16 de abstuvieron.
En el poderoso revés antipatriarcal participaron, decisivamente, siete de los 10 integrantes latinoamericanos de la Uncsw -Argentina, Belice, Chile, Colombia, Guatemala, Panamá, Perú-, con dos integrantes del bloque habiendo votado -Bolivia, Nicaragua-, mientras uno se abstuvo -México-.
Los países integrantes de grupo de trabajo son elegidos por los miembros del Ecosoc, que ingresan al consejo mediante decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
De acuerdo con la resolución de expulsión, el régimen iraní “socava continuamente y reprime cada vez más los derechos humanos de las mujeres y las niñas, incluido el derecho a la libertad de expresión y opinión, a menudo con el uso excesivo de fuerza”.
Ello, “mediante la implementación de políticas flagrantemente contrarias a los derechos humanos de mujeres y niñas (…) así como a través del uso de fuerza letal, que resulta en la muerte de manifestantes pacíficos, incluidas mujeres y niñas”, según lo planteado en el texto.
Al presentar la propuesta de resolución al Ecosoc, la embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, advirtió que, como “el principal órgano de Naciones Unidas para promover la igualdad de género y empoderar a la mujer”, la Uncsw “no puede hacer su importante trabajo si es minada desde dentro”.
“La membresía de Irán, en este momento, es una fea mancha en la credibilidad de la Comisión”, reflexionó, a manera de denuncia, durante la sesión del consejo, en la sede de la organización mundial, en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York.
Por su parte, el asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos, Jake, Sullivan, declaró que “esta votación es otro indicio del creciente consenso internacional sobre Irán y las exigencias de (que el régimen asuma) responsabilidad”.
Entre las voces internacionales a favor de la decisión, que tuvieron intenso eco en medios de comunicación, Roya Boroumand, activista iraní de derechos humanos, quien radica en Washington, escribió, en la red social Twitter, que, hoy, es “otro día bueno para los derechos humanos y la solidaridad internacional”.
En opinión de Boroumand, “las mujeres iraníes fueron escuchadas”.
Por su parte, Mahsa Alimardani, investigadora iraní en temas de libertad de expresión, calificó el voto mayoritario de “histórica acción”, además de “clara señal, de la comunidad internacional, de que los crímenes de la República Islámica (la dictadura iraní) no serán tolerados”.
En el bando perdedor, el embajador iraní en Naciones Unidas, Amir Saeid Jalil Iravani, describió como ilegal, la decisión, y señaló que se trata de una peligrosa medida sin precedente.
La expulsión se basó sobre “denuncias sin fundamento y argumentos fabricados (…) fruto, exclusivamente, de la hostilidad de Estados Unidos”.
En una declaración que la Casa Blanca difundió el 2 de noviembre, en su sitio en Internet, la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, advirtió que ningún país cuyo gobierno irrespete los derechos de la población femenina debe formar parte de ningún organismo internacional defensor de las libertades básicas.
“Estados Unidos sigue junto a los valientes mujeres de Irán, quienes protestan pacíficamente por sus derechos fundamentales y por básica dignidad humana”, precisó Harris -la primera mujer, y la primera mestiza, quien desempeña la vicepresidencia del país norteamericano-.
“Todo el pueblo de Irán debe tener el derecho a la libertad de expresión y reunión”, agregó, en el texto que la Casa Blanca tituló: “Declaración de la Vicepresidenta Kamala Harris sobre la protestas en Irán y la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, de las Naciones Unidas (Statement by Vice President Kamala Harris on Iran Protests and the UN Commission on the Status of Women).
“E Irán debe terminar su uso de violencia contra su propia ciudadanía, simplemente por ejercer sus libertades fundamentales”, precisó, a continuación.
“Es por esto, que Estados Unidos está anunciando, hoy, nuestra intención de trabajar, con nuestros socios, para remover, a Irán, de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer”, anunció entonces.
“A quienes están protestando, les digo, nuevamente, (que) las vemos y las escuchamos”, aseguró, para expresar, a continuación, que “me inspira su valentía, al igual que a la gente alrededor del mundo”.
“Seguiremos responsabilizando, a las autoridades y entidades iraníes, por la violencia contra manifestantes”, advirtió, asimismo.
La insurrección, inicialmente de género, comenzó como inmediata reacción al asesinato, el 16 de setiembre, de Mahsa Amini, de 23 años, luego de su detención, en Teherán -la capital nacional-, por efectivos de la Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de control de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral” -.
Según los agentes involucrados en el arresto, Amini violó la estricta Ley sobre Hijab y Castidad, al llevar inadecuadamente puesto el hijab -velo religioso que cubre la cabeza, hasta los hombros, de quienes lo usan-, ya que no le ocultaba, completamente, el cabello.
La aplicación de esa legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -algo así como un ministerio de la moralidad-, y la severidad en la aplicación de esa ley fue fortalecida, en agosto, mediante decreto del severamente cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.
El asesinato de Amini -mientras estaba en custodia policial- viralizó las marchas por parte de mujeres -principalmente jóvenes, incluidas adolescentes-, y con participación de hombres, a nivel nacional.
La dictadura religiosa impone, mediante represión, su arbitraria interpretación de la legislación y las costumbres islámicas, violando las garantías fundamentales, en general, y con particular ensañamiento, los derechos de la población femenina.
Las protestas -que se mantienen en decenas de ciudades incluida Teherán- han incluido, como signos más visibles de insurrección de género, la reiterada remoción y quema de hijabs, lo mismo que el corte de pelo, por parte de numerosas participantes.
Las protestas pasaron a tener creciente participación de hombres, y ampliaron el reclamo de género al repudio del régimen, y de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en general.
En cuanto a las inclaudicables manifestaciones, la dictadura mantiene brutal represión, masivas detenciones, y condenas, a pena capital -ahorcamiento-, de numerosos participantes arrestados.
En tal contexto, dos hombres -quienes participaron en protestas- fueron colgados de una grúa, en vía pública, respectivamente el 8 y el 12 de diciembre, en la ciudad de Mashhad -la capital de la nororiental provincia iraní de Razavi Khorasan, limítrofe con Afganistán y con Turkmenistán-.
Los asesinados fue ron identificado como, Mohsen Shekari, y el fisicoculturista y luchador profesional Majid Reza Rahnavard.
A ambos les fue tipificado el fabricado delito de moharebeh – “enemistad con Dios”, o “hacer la guerra a Dios”-.
El patriarcado sacerdotal iraní obliga, a las mujeres -y a las niñas, a partir de la edad de siete años-, a usar hijab, cuyo propósito específico es el de cubrir el cabello -que, de acuerdo con lo establecido por la costumbre musulmana, las mujeres mantienen largo-.
Según lo determinado por el régimen, el hijab debe usarse ajustado a la cabeza, de modo que, no hacerlo, implica brutal sanción.
Al igual que en el limítrofe Afganistán -bajo la tiranía del fundamentalista grupo islámico Talibán, establecida el 15 de agosto de 2021-, el régimen iraní aplica, severa y arbitrariamente, normas religiosas, en violación de las garantías fundamentales -en particular, despreciando los derechos de la población femenina.
En ese sentido, entre otras disposiciones, el código penal vigente en Irán determina que las mujeres cometen un delito si, en público, aparecen sin el hijab.
En desafío a esto, las jornadas iniciales de la actual protesta se caracterizaron por acciones liberadoras, por parte de numerosas mujeres.
En el contexto de esos actos, centenares de manifestantes han quemado sus respectivos hijabs, además de que se han cortado el cabello.
Instalada, en 1979, la misógina dictadura teocrática es encabezada por un líder supremo -actualmente, el ultraconservador ayatola (máximo sacerdote) Ali Khamenei-, la más alta autoridad gubernamental -con rango superior al presidente.
El régimen religioso fue constituido luego de que un proceso denominado Revolución Islámica (1978-1979) derrocó al monarca iraní, el sha (rey) Mohammad Reza Pahlavi -quien gobernó desde 1941 hasta 1979-, para instalar en el poder al ayatola Ruhollah Khomeini -quien estaba exiliado en Francia-.
Foto: Sima Ghaffarzadeh