Las mujeres han hecho acciones increíbles para obtener puestos profesionales, obtener reconocimiento y alcanzar metas, dentro de una sociedad que les cerró las puertas por razón de género
Vestirse como hombres y utilizar seudónimos masculinos, son las principales acciones realizadas por mujeres destacadas, que hoy sí son reconocidas por su género, pero hace siglos y décadas atrás, eran “machos”.
Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, española, (1585 o 1592-1650). Nombres masculinos: Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Eraus. Vivió en un convento desde los 4 años a 15 años de edad, cuando se escapó. Fue militar, monja y escritora española, que vivió disfrazada de varón, con el cabello corto y usando distintos nombres. Su físico no era femenino, lo que le ayudó a su engaño. Hizo varios viajes por América como militar, ganando fama de ser valiente y hábil con las armas y sin revelar nunca que era una mujer. En la batalla de Valdivia recibió el grado de alférez. A causa de una disputa fue detenida y para evitar su ajusticiamiento pidió clemencia al obispo Agustín de Carvajal, al que confesó que era mujer. El obispo la protegió y fue enviada a España. Allí la recibió el rey Felipe IV de España, el cual le mantuvo su graduación militar y la apodó monja alférez, a la vez que le permitía emplear su nombre masculino y le concedió una pensión por sus servicios a la Corona en la Capitanía General de Chile. Catalina viajó a Roma, tuvo una audiencia con el papa Urbano VIII, el cual la autorizó para continuar vistiendo de hombre.
Francisca Burdeos Zamboráin, española, (-1810). Nombre masculino: Benito Burdeos. Logró ocultar su condición femenina durante mucho tiempo vestida como hombre. Luchó en la primera guerra carlista y en las barricadas de Madrid en julio de 1854. Siempre se portó como el más valiente soldado y no fue herida. Una vez obtenida la licencia absoluta, trabajó en el campo en varias localidades navarras, haciéndose pasar por Benito. Se supo cuál era su sexo, cuando amenazada por ir a una celda con otros presos varones reveló que era mujer y que se llamaba Francisca Burdeos, y fue aceptada sin mayor rechazo. Nuevamente en un juicio en el que tuvo que declarar como testigo, se suscitó la condición de su sexo, basado en una ley de las Partidas, en donde las mujeres vestidas y con maneras de hombre no podían declarar.
Enriqueta Favez, sueca, (1791-1856). Nombre masculino: Enrique Favez. Con pantalón y traje militar, siguió a su marido en la guerra y luego, cuando éste murió en la batalla, tomó su posición en la línea de combate. Vestida de hombre, estudió medicina en la Universidad de París, y sirvió como doctor durante la campaña rusa de la guerra napoleónica. Viaja a Cuba a ejercer la profesión y se convierte en la primera mujer médica en América Latina, y en uno de los tres únicos médicos cirujanos en el área del Caribe en esa época. Se casa con una mujer, ella denuncia su sexo, y tras un proceso judicial fue expulsada de todos los territorios de España en América. Zarpó de La Habana hacia Nueva Orleans a vivir en un convento como Sor Magdalena.
Margaret Ann Bulkley, irlandesa, (1795-1865). Nombre masculino: James Barry. Se hizo pasar por hombre para poder estudiar medicina. Alcanzó su meta al graduarse de galena, y trabajó como cirujana militar del ejército británico durante la Batalla de Waterloo e inspector médico de la Colonia Británica. Se supo que era mujer a la hora de su muerte, cuando sus colegas procedieron a preparar su cadáver y darse cuenta que era biológicamente una mujer.
Cecilia Böhl de Faber, sueca, (1796-1877). Nombre masculino: Fernán Caballero. Naturalizada española, creó un seudónimo masculino para poder escribir y publicar sus libros. Su literatura es considerada por la crítica como el vínculo entre el costumbrismo, la novela romántica y el realismo. Se decidió a publicar su obra cuando enviudó por tercera vez y su precariedad económica la impulsó a probar suerte en la literatura. Hoy su obra La gaviota es una obra clásica de la literatura costumbrista.
Amantine Aurore Lucile Dupin, francesa, (1804-1876). Nombre masculino: George Sand, Comenzó a escribir novelas bajo el seudónimo de hombre y a vestir con ropas masculinas, aunque se conocía que era mujer. Aurore se convirtió en una escritora de renombre y consiguió un gran éxito gracias a la multitud de novelas que escribió y en la calidad de éstas. En su primera novela independiente, Indiana (1832), adoptó el seudónimo que la hizo famosa y por el que se la conoció: George Sand. Tomó este nombre por la resonancia masculina y por estar asociado a la literatura inglesa.
Charlotte, Emily y Anne Brontë, las hermanas Brontë, británicas, (1816-1855 / 1818-1848 / 1820-1849). Nombres masculinos: Currer, Ellis y Acton Bell. En medio de una situación económica crítica decidieron publicar sus escritos para ganar dinero, bajo seudónimos masculinos. Su primer libro, un poemario, obtuvo buenas críticas, pero no fue bueno en ventas, así que decidieron seguir escribiendo en forma individual, pero manteniendo sus seudónimos masculinos. Hoy día, las hermanas Brontë ostentan la autoría de varias de las mejores novelas europeas del siglo XIX, como Cumbres borrascosas, Jane Eyre y Agnes Grey, La inquilina de Wildfell Hall.
Mary Ann Evans, británica, (1819-1880). Nombre masculino: George Eliot. Es considerada una de las mejores escritoras de la literatura inglesa. Aunque firmó artículos con su propio nombre en un periódico, adoptó la identidad masculina para adentrarse en el mundo de la ficción. Cuando su identidad de mujer fue revelada, tras la publicación de su primera novela, un periódico de crítica literaria revisó la crítica que había hecho del libro. La primera era elogiosa. La segunda, muy negativa.
Concepción Arenal, española, (1820-1893). Aunque no cambió su nombre por uno masculino, tuvo que disfrazarse de hombre para poder ingresar como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid: se cortó el pelo, se puso levita, capa y sombrero de copa. Comenzó a asistir a las clases, pero tutelada y apartada, además de tener prohibido hablar con los demás alumnos; nunca pudo matricularse ni recibió ningún título, pero se convirtió en una experta en Derecho, periodista, poeta y autora dramática española y es considerada una de las precursoras del feminismo de España.
Matilde Cherner, española, (1833-1880). Nombre masculino: Rafael Luna. Fue periodista, de ideas progresistas, marcada libertad de pensamiento y clara vocación ideológica, que comenzó publicando en periódicos locales y que no dudó en escribir sobre asuntos polémicos como la educación de la mujer, su acceso a la universidad, la prostitución o la monarquía. Su obra más polémica fue María Magdalena, en la que criticó la prostitución legalizada como ya hacía en sus artículos de la Ilustración. Escribió algunas obras para el teatro y Colaboró en la revista madrileña La Ilustración de la Mujer.
Sarah Malinda Pritchard Blalock, norteamericana (1839-1901). Nombre masculino: Samuel Blalock. Se hizo pasar por hombre, alistándose en secreto, para acompañar a su marido en la guerra civil norteamericana, ya que ella quería luchar y no deseaba separarse de él. Se cortó el pelo y vistió con prendas masculinas sin revelar su identidad sexual a nadie, haciéndose pasar por un hermano menor de su esposo. Fue una gran soldado. Se supo que era mujer cuando un cirujano tuvo que atenderla al recibir un disparo en el hombro. Cuando terminó la guerra, Malinda regresó a su casa con su esposo.
Elisa Sánchez Loriga, española, (1862 – 1940). Nombre masculino: Mario Sánchez. Maestra de profesión, tuvo que hacerse pasar por hombre para poder casarse por la iglesia, en 1901, con su pareja, Marcela Gracia Ibeas, creando el personaje masculino para la ocasión, Mario Sánchez, un hijo de padres protestantes ingleses que quería convertirse en el catolicismo. Después de la boda, varias personas se dieron cuenta de que Mario era una mujer y ambas huyeron a Argentina. La Iglesia anuló su unión.
Caterina Albert i Paradís, española, (1869 – 1966). Nombre masculino: Víctor Català. Cuando ganó el premio Jocs Florals de Olot en 1898, al mejor poema, se supo que la pieza ganadora, La infanticida, la había escrito una mujer. Tanto la temática como su identidad (mujer) causó un gran revuelo y la censuraron. A partir de esa situación firmó bajo el pseudónimo masculino. Fue una autora innovadora, exponiendo temas como discriminación de la mujer, el deseo femenino, la crítica del matrimonio. Su obra ha sido traducida a varias lenguas y adaptada al cine.
Tamara de Lempicka, polaca, (1898-980). Nombre masculino: Lempitzki. Fue una pintora que alcanzó la fama en Europa y en Estados Unidos con sus retratos y desnudos del estilo art déco. En los catálogos no aparecía como mujer, ya que firmaba sus cuadros con el apellido de su esposo, «Lempitzki», para que creyeran que su obra era hecha por un hombre. Su éxito comenzó en 1925 con la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, que más tarde dio su nombre al estilo art déco.
Dorothy Lucille Tipton, estadounidense,(1914-1989), estadounidense. Nombre Masculino: Billy Tipton. A los 19 años se convirtió en Billy Tipton, un músico de Jazz. Consiguió ser un artista de renombre, y trabajó con muchos músicos famosos a lo largo de su vida, incluso formó su propia banda de jazz con otros dos artistas. Hasta el momento de su muerte no se conoció su verdadero sexo, incluso su esposa y sus tres hijos adoptivos desconocían este secreto, porque ella (Billy) les explicó que había tenido un accidente de coche en su juventud que, además de dejarle varias costillas rotas, le deformó los genitales, por lo que no quería mantener relaciones sexuales o que le vieran desnudo.
Rena “Rusty” Kanokogi (1935-2009), estadounidense. Comenzó a interesarse por el judo, luego de intentar registrarse en varias competiciones, y ser rechazada por ser mujer, se hizo pasar por hombre. Consiguió competir y ganar el campeonato de judo de YMCA en Utica, Nueva York. Le retiraron la medalla cuando se enteraron de que era una mujer. Se mudó a Kodokan (Tokio) para seguir con su carrera de judoka. Luchó contra el machismo en el deporte y consiguió colocar la mujer yudoka al panteón olímpico a partir de la entrada de la modalidad femenina de este deporte en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
Joanne Rowling, británica, (1965-), ocultó su primer nombre, Joanne, por sugerencia de la empresa que publicó sus historias sobre Harry Potter, para que los libros fueron leídos por los niños. Publicó sus primeros libros como JK Rowling. Para escapar de las expectativas en torno a su primera novela policial, Rowling también escogió un seudónimo masculino, Robert Galbraith. El libro había vendido poco, pero recibió críticas tan positivas que levantó sospechas de que no era una novela de un nuevo autor, pero fue descubierta. Actualmente mantiene sus seudónimos, aunque todos sabe que es mujer.
Shirley Iveth Cruz Traña, costarricense, (1985- ). Es la primera mujer futbolista profesional de Costa Rica y la persona centroamericana más exitosa como jugadora de fútbol profesional. Tiene siete hermanos y desde pequeña se inclinó por el fútbol. Como no había equipos de mujeres sus padres la inscribieron en la misma oncena en la que jugaban sus hermanos mayores, pero tenían que cortarle el cabello para que no se dieran cuenta que se trataba de una mujer. Jugó con el París Saint-Germain y en el Olympique Lyon, con quien fue seis veces campeona de Francia, ganó dos copas de Francia y dos Champions League y elegida como la mejor jugadora de la liga francesa en la temporada 2012-13. Es la costarricense con más anotaciones en Copas de Europa con 11 y más juegos disputados con 62.