Panamá es un país donde el racismo constituye una conducta generalizada y fuerte, situación que afecta, con particular intensidad, a las mujeres afrodescendientes, según lo indicado en un estudio que, sobre el tema, fue dado a conocer por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Undp).

El fenómeno afecta por igual a las integrantes de la población femenina negra, sin perjuicio de condición socioeconómica o nivel educativo, aseguró el Undp, en el estudio que, titulado “Situación de las Mujeres Afropanameñas”, su representación local emitió, el 9 de diciembre, conjuntamente con el gubernamental Instituto Nacional de la Mujer (Inamu).

En la primera de sus numerosas conclusiones, el programa aseguró que, en términos generales, “Panamá es un país altamente racista”, y que “el racismo atraviesa todas las esferas y segmentos de población en el país y se suma al entramado del mundo global, donde pareciera que las prácticas racistas y distintos tipos de discriminaciones aparecen –o reaparecen– con fuerza”.

En tal contexto, “las mujeres afrodescendientes enfrentan una serie de obstáculos y desigualdades que les impiden alcanzar su desarrollo humano, aprovechar todo su potencial y capacidades para vivir una vida digna”, denunció.

“Solo asumiendo esta realidad nacional es posible trabajar en superar las prácticas racistas en todo el país”, sugirió, a continuación.

En cuanto a la población afropanameña, resumió que “la situación de marginalidad y exclusión se da, en el caso de las mujeres pobres y en extrema pobreza, por no concretarse los derechos que les permitirían insertarse de manera adecuada a la educación de calidad y posteriormente al mercado laboral competitivamente”.

Y, “en el caso de las mujeres de clase media y media alta, porque una vez adquiridas y desarrolladas las capacidades y habilidades de incorporación efectiva, siguen siendo ignorados sus derechos impidiendo su ubicación en posiciones laborales acordes”, agregó.

No obstante, las panameñas negras no se sienten abatidas por el contexto de discriminación que las rodea, según los hallazgos del estudio.

“Las mujeres afropanameñas no se consideran víctimas”, indicó el Undp.

“Se podría pensar, a partir de los datos obtenidos, que las desigualdades que han enfrentado y enfrentan (…) todas por el esquema racista imperante, podrían hacerlas sentir víctimas de la realidad”, planteó, para agregar que, “sin embargo, en los grupos de mujeres (participantes en el análisis) la categoría de víctima no apareció”.

“Ellas se reconocen trabajadoras, fuertes, capaces, incansables”, señaló.

Pero son conscientes, en la mayoría de los casos, de que, por la vía de la discriminación, sus derechos les son sistemáticamente negados, además de que, socialmente, se las responsabiliza de las carencias y la falta de oportunidades que enfrentan, aunque ello sea a causa del injusto sistema social, de acuerdo con lo indicado en el documentos de 118 páginas.

En ese sentido, entre otras exigencias, reclaman el “ejercicio de la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, político y educativo”, lo que requiere la creación de “las condiciones que posibiliten a estas mujeres empoderarse”, precisó la agencia especializada de Naciones Unidas.

En materia de recomendaciones, la entidad internacional señaló que, en materia de “discriminación y racismo”, es necesario “impulsar la adopción e implementación de leyes, políticas, planes de acción integrales y multisectoriales, así como programas de sensibilización”.

Esto, “para prevenir, atender, sancionar y erradicar las distintas formas de violencia y discriminación por razón de género y etnia/raza en distintos ámbitos: privado, público, político, económico, institucional, así como las formas de violencia facilitadas por las tecnologías en las redes sociales”, explicó.

Puntualmente en materia de “justicia y violencia” -al relatar que, en una comunidad, las mujeres expulsaron a los hombres, “por haber ejercido violencia contra ellas”-, indicó que, “claramente es necesario el apoyo (…) donde la presencia del estado es escasa y las mujeres prefieren no hacer denuncias y no utilizar los canales institucionales para hacer resolver temas como la pensión alimenticia”.

Asimismo, el Undp señaló que “la violencia contra las mujeres se debe abordar con perspectiva de derechos humanos, género e interculturalidad”.

“En este sentido, se deben fortalecer las capacidades de las instituciones encargadas de la seguridad y protección de las mujeres frente a la violencia y convertirlas en un ente de referencia y apoyo para ellas”, expresó.

Complementariamente, “será necesario acompañar los esfuerzos institucionales con programas para prevenir la violencia, que involucren a los hombres e incluyan el tema de las nuevas masculinidades”, sugirió, a continuación.

La agencia de Naciones Unidas hizo, además, énfasis en la educación libre de prejuicios, que contenga componentes que consoliden aspectos de la cultura afropanameña.

Es necesario “promover una educación que incluya elementos culturales y de diversidad de la población afrodescendiente para fortalecer las identidades y construir un proceso de
integración que genere lenguajes comunes, además de resaltar los aportes de la cultura afrodescendiente al país, con el fin de fomentar la dignificación, revalorización y
conservación de su cultura”, planteó.

“Esto implica garantizar el acceso de todas las mujeres a la educación y mejorar las prácticas de enseñanza libres de contenidos y pedagogías racistas, sexistas y discriminadoras que interfieran en el aprovechamiento y continuidad de la formación educativa”, recomendó, asimismo.

Al destacar la diversidad de este sector poblacional femenino, el programa aclaró que “las mujeres afropanameñas no son un conglomerado homogéneo” sino que “en él participan mujeres de diferentes culturas, clases sociales, áreas geográficas, etc., elementos que deben
ser tomados en cuenta para situarlas y definir acciones que las involucren”.

“Las mujeres afropanameñas pueden ser caracterizadas dentro de culturas diferenciadas: las
culturas afroantillanas -con sus derivaciones a lo interno según la procedencia y el idioma- y las culturas afrocoloniales -con sus derivaciones a lo interno según la procedencia y el área geográfica-“, explicó.

Pero “esto no es un problema” sino que “solo significa que, desde el ámbito propio de su cultura, las mujeres afropanameñas presentan situaciones, necesidades y preocupaciones propias”, aclaró.

No obstante estas diferenciadas características culturales, el racismo afecta a todas por igual, como también el cuadro de situación discriminatorio por razón de género, precisó.

Esto comprende contextos que van desde lo doméstico -principalmente en materia de cuidados de integrantes de la familia- hasta participación en los procesos de toma de decisiones, pasando por el área del emprendedurismo,

En cuanto al tema de labores en el hogar, el Undp sugirió “promover soluciones enfocadas en una redistribución del cuidado con mayor apoyo del Estado, las estructuras comunitarias y las familias”.

“Las soluciones deben ser adaptadas a las necesidades particulares de las familias de las mujeres afrodescendientes en áreas rurales”, algo que “le brindaría a muchas de ellas más posibilidades de continuar estudios o de acceder a ingresos propios”, aseguró.

En el aspecto económico, planteó la necesidad de apoyar el empoderamiento femenino, mediante “acompañamiento técnico para el fortalecimiento de los emprendimientos
productivos de las mujeres afrodescendientes y promover políticas para una educación financiera que sea accesible y pertinente”.

Respecto a “liderazgo y participación”, sugirió que se debe “fortalecer la institucionalidad de las asociaciones o espacios comunitarios de mujeres afrodescendientes y promover el desarrollo de nuevos liderazgos para un relevo generacional”.

Además, “promover una mayor representación de las mujeres afrodescendientes en los procesos de toma de decisiones a fin de que sus necesidades sean tomadas en cuenta y se les dé respuesta”.

Ello implica, por ejemplo, que se incentive “su participación como candidatas en procesos electorales para promover directamente sus prioridades como mujeres afropanameñas y los temas que les conciernen”, al igual que “monitorear su acceso a cargos en la administración
pública y otras funciones del Estado”.