Los impactos socioeconómicos de la pandemia mundial del nuevo coronavirus, causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19), no solamente no son neutrales en lo que tiene que ver con género sino que golpean con mayor intensidad a las mujeres.
Por si eso no fuese poco, los desiguales efectos de la emergencia sanitaria perdurarán después que la crisis haya pasado.
Al formular tales advertencias, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) pronosticó que, para 2030, a nivel global, 232 millones de mujeres, frente a 221 millones de hombres, habrán caído en pobreza.
“Los impactos de las crisis nunca son neutrales en materia de género, y la COVID-19 no es la excepción”, planteó ONU Mujeres, en el artículo que, titulado “COVID-19 y su precio para las mujeres: La historia detrás de los números (“COVID-19 and its economic toll on women: The story behind the numbers”), difundió el 16 de setiembre.
En materia económica, señaló, como razones, que las mujeres tienden a ganar menos, cuentan con menos ahorros, trabajan desproporcionadamente más en la economía informal.
Además, tienen menos acceso a la seguridad social, están sobrecargadas con el trabajo de cuido y doméstico no remunerado -por lo que abandonan la fuerza laboral-, constituyen la mayoría de las jefas de hogar monoparental, agregó.
En ese sentido, mencionó situaciones de injusticia socioeconómica de género que las mujeres enfrentan, a nivel mundial, para ilustrar el hecho de que son casos que, con específicas variantes locales, revelan contextos comunes.
“Para la madre soltera en Sudán del Sur, las medidas de encierro por COVID-19 han cesado su pequeño negocio que trae comida a la mesa”, además de que, “para la trabajadora doméstica en Guatemala, la pandemia ha significado no tener trabajo ni beneficios de desempleo ni otra protección”, indicó la agencia especializada internacional.
Por otra parte, “para incontables mujeres en economías de todo tamaño, además de perder ingresos, el trabajo de cuido y doméstico no remunerado ha explotado”, siguió planteando, en el extenso artículo publicado en su sitio en inglés en Internet.
“Mientras todos enfrentan retos sin precedente, las mujeres están cargando el peso de los efectos secundarios adversos de la COVID-19”, resumió ONU Mujeres.
En ese sentido, precisó que las mujeres en situación de pobreza y de marginalidad socioeconómica están en mayor riesgo de contraer el virus, de perder sus medios de vida, y de sufrir mayor violencia.
Como dato ilustrativo, señaló que, a nivel mundial, 70 por ciento del personal de salud y de la primera línea de respuesta a la pandemia está constituido por mujeres, “pero no están niveladas con sus equivalentes masculinos”.
“Ubicada en por lo menos 28 por ciento, la brecha salarial en el sector salud es más alta que la brecha salarial general de género -16 por ciento-“, puntualizó.
Asimismo, “la pobreza y las brechas (de género) en servicios básicos e infraestructura se suman a la carga laboral no remunerada de las mujeres”, aseguró, para indicar que, “globalmente, alrededor de 4 mil millones de personas carecen de acceso a instalaciones de salud adecuadamente administradas, y aproximadamente 3 mil millones carecen de agua potable y jabón en la casa”.
“En estas situaciones, se asigna, a mujeres y niñas, la tarea de recolectar agua, y otras tareas necesarias para supervivencia cotidiana”, agregó.
ONU Mujeres aclaró que la inseguridad económica no se limita a la actual pérdida de trabajo y de ingresos, y advirtió que impactos en áreas como la educativa “tienen consecuencias duraderas que, si no se las atiende, revertirán logros que han implicado esfuerzo en materia de igualdad de género”.
En tal sentido, reveló que, de acuerdo con diversas estimaciones, para el fin de la pandemia, unos 11 millones de niñas se habrán sumado a las alumnas quienes hayan abandonado la escuela, y recordó que “la evidencia de crisis anteriores, sugiere que muchas no regresarán”.
La agencia hizo así alusión a emergencias mundiales, como la epidemia (2014-2016) de la enfermedad causada por el virus ébola, en África Occidental -a causa de la cual alumnas adolescentes debieron abandonar, masivamente, sus estudios-, y a la crisis financiera de 2008.
La actual “inseguridad económica (…) tiene un efecto de bola de nieve en las vidas de mujeres y niñas en años por venir”, advirtió.
En materia educativa, “una creciente brecha (…) de género tiene serias implicaciones para las mujeres, incluida una significativa reducción en lo que ganan, y cómo, y un aumento en embarazos adolescentes y matrimonio infantiles”, agregó.
Al respecto, señaló el círculo vicioso de falta de educación, inseguridad económica, y mayor riesgo de violencia de género, porque, “sin recursos económicos suficientes, las mujeres no pueden huir de parejas abusivas y enfrentan una mayor amenaza de explotación y tráfico sexuales”.
En el contexto de la emergencia mundial presente, hay cinco medidas que los sectores gubernamental y empresarial de los países pueden implementar, según la agencia de Naciones Unidas.
Se trata de “apoyo directo a las mujeres en materia de ingresos”, “apoyo a los negocios propiedad y administrados por mujeres”, “apoyo a las mujeres trabajadoras”, “apoyo a las trabajadoras informales”, “conciliación entre trabajo remunerado y no remunerado”.