La violencia de género es un factor que obliga, con particular fuerza, a la población femenina y sexualmente diversa, de los países del Triángulo Norte de Centroamérica, a emigrar, denunció la oficina del alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Ante la magnitud de ese contexto social, Acnur planteó la necesidad de que, de inmediato, en la región, se implemente acciones que, con nuevos enfoques, pongan remedio a esa dramática situación, de acuerdo con lo señalado en una nota informativa que la agencia especializada internacional difundió el 6 de diciembre, en su sitio en Internet.
La pandemia mundial del nuevo coronavirus, estallada al inicio de 2020, ha contribuido a agudizar el panorama, precisó la entidad, en el texto que tituló “ACNUR insta a que se emprendan acciones más eficaces contra la violencia de género en el norte de Centroamérica”, en alusión los países integrantes del triángulo -El Salvador, Guatemala, Honduras-.
Citada en la extensa nota, la alta comisionada adjunta de Acnur para Protección, la australiana Gillian Triggs, calificó de inaceptable el machismo agresor que impera en esas tres naciones, las que, en conjunto, constituyen una de las regiones, a nivel mundial, con los más altos índices de violencia general.
Triggs subrayó, asimismo, que la situación golpea, con singular fuerza, a las mujeres trans.
“La violencia de género, a menudo poco denunciada y estadísticamente invisible, es uno de los principales factores que llevan a mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intergénero, queer, y más) a huir de sus hogares en El Salvador, Honduras y Guatemala”, señaló Acnur.
“Al mismo tiempo, es uno de los principales riesgos a los que se enfrentan en su búsqueda de seguridad”, puntualizó.
“La situación se volvió crítica durante los confinamientos relacionados con la pandemia, que aumentaron los incidentes y los riesgos”, planteó, además, en referencia a medidas tales como la cuarentena -en algunos casos, impuesta mediante toque de queda-, implementadas por la mayoría de gobiernos afectados, incluidos los del Triángulo Norte.
“Una vez que se levantaron las restricciones fronterizas a la circulación en los últimos meses, las mujeres y las niñas ocuparon un lugar destacado entre las cifras sin precedentes de personas que se vieron forzadas a huir de sus hogares”, indicó.
“En respuesta a los alarmantes niveles de violencia de género en el norte de Centroamérica, ACNUR (…) pide medidas más eficaces, innovadoras e inmediatas para proteger los derechos de mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ que se desplazan en la región”, de acuerdo con lo indicado en el material informativo.
En opinión de Triggs, “es inaceptable que la violencia de género siga expulsando a las mujeres, niñas, y personas LGBTIQ+, de sus hogares, y que siga siendo uno de los principales riesgos a los que se enfrentan durante su desplazamiento”.
“Las autoridades nacionales deben garantizar su acceso al asilo y a la protección, así como ampliar las medidas de prevención y respuesta”, recomendó, a continuación la experta, quien profesionalmente se desempeña como jurista.
“Las medidas de prevención son cruciales para ayudar a empoderar a mujeres, niñas y personas LGBTIQ+, así como para garantizar sus derechos e impulsar su autosuficiencia”, sugirió, además.
“Al mismo tiempo, quienes logran sobrevivir a los abusos, deben estar en el centro de todas las respuestas”, subrayó.
Al detallar situaciones que determinan la decisión de emigrar, Acnur hizo alusión al accionar de las maras -pandillas- que operan en los tres países, con integrantes que, conjuntamente, llegan a decenas de miles.
“Las pandillas callejeras suelen atacar y forzar, a mujeres y niñas, a la esclavitud sexual”, comenzó a relatar.
“Los delincuentes también utilizan la agresión sexual –o la amenaza de ella– como arma para obligar a los miembros de la familia a realizar actividades ilícitas”, indicó, de inmediato.
Acnur precisó que, sumado a ello, “cuando se percibe que las mujeres y niñas tienen vínculos con una pandilla concreta, pueden ser objetivo de sus rivales”.
“Además, las mujeres y las niñas pueden ser víctimas de abuso o violación o, incluso, ser asesinadas como parte de los ritos de iniciación de las pandillas”, continuó denunciando.
“Un estudio reciente en Honduras demostró que la violencia contra las mujeres era un factor determinante en el desplazamiento, sobre todo para aquellas que tenían funciones de liderazgo y relaciones con miembros de las pandillas o de las fuerzas de seguridad”, informó.
En cuanto a la población sexualmente diversa, detalló que “las personas LGBTIQ+, especialmente las mujeres transgénero, también son especialmente vulnerables a la extorsión, la explotación y la persecución”.
A manera de ilustración, Acnur informó que, en El Salvador, la organización no gubernamental Comcavis Trans estima en casi dos tercios de esa comunidad el total de personas a quienes el grupo de trabajo ha asistido, durante 2021,y que huían de pandillas criminales.
Según análisis de esa entidad de sociedad civil, las amenazas de muerte constituyen el principal motivo para huir.
Entretanto, en Honduras, la también no gubernamental Cattrachas –que toma su nombre del gentilicio popular, catracho, con que se conoce a los nacionales del país- ha calculado que 373 asesinatos violentos de personas sexualmente diversas han ocurrido desde 2009.
Acnur señaló, asimismo, que, “incluso cuando huyen en busca de seguridad, muchas mujeres, niñas y personas LGBTIQ+ son vulnerables a la trata, las agresiones y las violaciones, sobre todo cuando recurren a las redes de tratantes o cruzan las fronteras por puntos informales”.
En materia de respuestas, la agencia destacó la iniciativa que, en Guatemala, se denomina Unidad Móvil para la Prevención de la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (Univet).
Creadas con apoyo de Acnur y de la guatemalteca Secretaría Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, “las UNIVET se desplazan a lugares remotos y a lo largo de las rutas de tránsito para proporcionar información y brindar apoyo a supervivientes de violencia de género”, según la información.
Asimismo, a nivel de México y Centroamérica, “la lucha contra la violencia de género es un punto clave del Marco Integral Regional de Protección y Soluciones (MIRPS), un mecanismo regional de solidaridad y de responsabilidad compartida”, agregó.
Esta iniciativa es implementada en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, y Panamá.
Respecto al caso de Honduras, en declaraciones reproducidas el 22 de setiembre por la agencia informativa española Efe, la coordinadora de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), Margarita Bueso, advirtió que, la violencia de género es vista como algo normal, específicamente en lo que tiene que ver con los femicidios.
La situación requiere que la sociedad hondureña deje de tolerar esa variante de agresión machista, para cuyo combate es necesario emprender una labor educativa, que apunte a modificar los modelos culturales enraizados, y que genere conciencia en la toda población nacional -constituida por unos 9.5 millones, de los cuales las mujeres son alrededor de 52 por ciento-, planteó.
“La violencia, en general, está empezando a sentirse normal, como que es una situación que acontece cotidianamente en el contexto hondureño, y ya no la vemos como un fenómeno que no es natural, y eso pasa con los feminicidios”, expresó la experta hondureña.
Al respecto, Bueso subrayó que “la sociedad no puede seguir tolerando que se asesine a sus mujeres, y que se vea, esto, como un hecho natural”.