La periodista Khadija Amin afirmade nuevo, las mujeres están solas luchandolos hombres que no están de acuerdo con los talibanes, que consideran que las mujeres solo sirven para dar a luz, no las apoyan por miedo”

Al evaluar el dramático cuadro de situación de ese sector de la sociedad afgana, la exiliada periodista Khadija Amin, hizo referencia al hecho de que las mujeres lucharon, esencialmente solas, para lograr, los derechos que estuvieron vigentes las dos décadas pasadas, no obstante la tenaz oposición talibana.

No obstante tratarse de un país cuya sociedad es marcadamente patriarcal, la población femenina marcó, las dos décadas previas a la instalación de la actual dictadura misógina musulmana, un tiempo de esforzados logros en cuanto a respecto a las garantías fundamentales
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el grupo fundamentalista islámico Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.

La tiranía religiosa -que se caracteriza por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular las garantías de la población femenina- fue derrocada en diciembre de 2001, por una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.

No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada contra la ocupación foránea.

Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que entonces mantenían la intervención-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto de 2021, el control de Kabul, la capital nacional -por lo tanto, del país-.

En su arbitraria interpretación del Corán -el libro sagrado del Islam-, el criminal movimiento fundamentalista considera que las mujeres carecen, por completo, de derechos, y que son naturalmente dependientes, en todo sentido, de los hombres.

Resultado de ello, entre las numerosas violaciones a las garantías fundamentales de la población femenina -lo mismo la adulta que la menor de edad- figuran el cierre del acceso a la educación secundaria y superior, la limitación a desplazarse, en áreas públicas, sin el acompañamiento de un mahram -familiar hombre-, el uso obligatorio del hijab (velo religioso), y, desde abril, la prohibición de trabajar, en Afganistán, para Naciones Unidas.

Las mujeres tuvimos que luchar por nuestros derechos en casa, en el trabajo y en nuestras comunidades; fue muy duro, nos vimos obligadas a hacer muchos sacrificios.

“Afganistán es un país patriarcal y tradicional”, indicó Amin, en el artículo de opinión que, sobre el tema, publicó, el 10 de junio, en el diario español 20 Minutos, para el cual, habitualmente, escribe como columnista.

“Antes de llegar los talibanes, también era difícil para las mujeres vivir libres, pero, décadas antes, no costaba tanto”, agregó.

A manera de ejemplo, precisó que “mi madre, en los años ’70, llevaba faldas cortas, y salía sin velo, a la calle, paseaba sin necesitar la compañía de un hombre”.

En ese sentido, aseguró que “las mujeres han vivido con una razonable libertad en mi país”, lo que cambió cuando el grupo talibán irrumpió en escena.

Yo tenía tres años, cuando los talibanes tomaron el poder en Afganistán, por primera vez”, puntualizó, para precisar que “no podía ir a la escuela para estudiar, como mi hermano”.

Amin escribió que, en ese tiempo, “había mujeres que daban clase en casa para las niñas”, lo que vinculó con el hecho de que, “ahora, también hay mujeres que intentan dar clase, a las niñas, aunque suponga un riesgo para ellas”.

Los talibanes no permiten a las mujeres salir sin burka(prenda religiosa que cubre desde la cabeza hasta los pies) y solas; no las permiten trabajar ni estudiar; golpean a aquellas que van solas por la calle, las torturan e incluso ejecutan; obligan a las chicas a casarse con ellos, incluso a niñas de doce años con hombres de cincuenta”, precisó.

La periodista dio, a continuación, testimonio personal, de esa misógina e ilegal política de la teocracia afgana.

“Un matrimonio forzado, puede acabar con tu vida”, planteó, para agregar que “lo sé bien: soy un ejemplo”.

Además, “llevar burka, es muy difícil, cuesta respirar: yo lo llevé seis años”, y, “cuando me casé a la fuerza, mi marido me golpeaba y me obligaba a ponérmelosiguió relatando.

Amin escribió, en términos de la situación de los derechos humanos -en particular, los de las mujeres y las niñas-, que, “durante estos 20 años de democracia(inmediatamente previos a la actual dictadura), los talibanes no dejaron, en ningún momento, de matar, de atacar con bombas”.

“Han asesinado bebés, niñas, mujeres, hombres, estudiantes”, narró, a continuación.

En tal cuadro de situación, “me impactó, especialmente, cuando entraron en un hospital ginecológico, y masacraron a mujeres con sus bebés recién nacidos”, expresó.

Y, ahora, a partir de “aquel fatídico 15 agosto”, que “fue un momento muy triste,” la realidad es que “lo hemos perdido todo”.

En relación con esa fecha de 2021, Amin reflexionó en el sentido de que “no imaginaba que los talibanes iban a controlar, de nuevo, Afganistán, y que las mujeres perderíamos nuestros logros, todo lo conseguido trasmuchos sacrificios, porque nadie nos regaló nada, ni siquiera la democracia, cuyos gobernantes hicieron poco por nosotras”.

Para consolidar esos objetivos de género, “fuimos, cada una de nosotras, las que tuvimos que pelear”, aseguró.

Por ejemplo, tuvimos que luchar mucho para lograr escribir el nombre de la madre en la tarjeta de nacimiento de los bebés, y lo conseguimos”, comenzó a enumerar.

De la misma manera, conquistamos muchos logros: teníamos ministras, juezas deportistas, cantantes, o parlamentarias”, agregó, a continuación.

Respecto al último caso, “en enero, Mursal Nabizada, ex miembro del Parlamento, quien se negó a irse del país, fue asesinada”, denunció, y, a continuación, aclaró que, “como a mí (…) nadie le regaló nada”.

Al respecto, Amin denunció que, en el nuevo contexto de criminal totalitarismo talibán imperante en Afganistán, la lucha por la defesa de los derechos de la población femenina, es, otra vez, un combate sin mayor apoyo masculino.

“De nuevo, las mujeres están solas luchando”, reveló, para explicar que “los hombres que no están de acuerdo con los talibanes, que consideran que las mujeres solo sirven para dar a luz, no las apoyan por miedo”.