Si se distribuyen las compras en varios meses, en vez de quince días antes de la Navidad, podría hacer compras mucho más eficientes y  lograría menos endeudamiento.

A pocos días de celebrarse el Día de la Madre, los pasillos de los comercios estaban llenos de artículos navideños.  Desde ya escuchamos propaganda como: “Haga su apartado y retire con su aguinaldo.”  Se puede decir que los anaqueles llenos de decoraciones navideñas, indirectamente estimulan las compras de la época con anterioridad. ¿Cuál será el razonamiento detrás de este movimiento o será solo un truco comercial?

En la situación actual, los comercios se están enfrentando a una economía relativamente contraída, donde la gente piensa dos veces antes de consumir. Sin embargo, es menos probable que las personas sientan que están gastando si piensa que están comprando para “dar sin esperar recibir”, lema muy navideño.  Esto lleva a que durante los meses no navideños, la gente inicie sus compras de la época, más por antojo que por necesidad. Definitivamente esto produce la compra por impulso, la cual beneficia enormemente al sector comercial, aunque convierte una fiesta religiosa en un elogio al gasto.

Otro conflicto interno del mundo comercial, es la globalización del consumo. Tiempos de antaño eran aquellos cuando la gente iba a su tienda favorita y compraba todos los regalos en un mismo lugar. Hoy en día la oferta no solo se ha multiplicado sino, que también las personas se concentran en comparar lo que se les ofrece.  Un factor de mil nace, si está en Amazon lo multiplico por mil, si en el mercado está más caro, mejor lo traigo por mi casillero. La guerra de precios no es solo entre tiendas y centros comerciales, sino que con el mundo cibernético también.

Entonces,  se puede decir que es obvio que el comercio que tenga en sus anaqueles las decoraciones navideñas, tendrá más oportunidad de incentivar la compra navideña en sus clientes. Además, no se tiene que preocupar por la decoración más adelante, sino enfocarse en la “experiencia navideña” que pueden ofrecer: el árbol más grande, la iluminación para intensa, la novedad más impresionante.  Este fenómeno de atracción se ha convertido en una gran competencia comercial adicional, que cada día pesa más sobre el presupuesto del comercio.

Como cliente, puede que se  inspire a organizar el consumo. Si se distribuyen las compras en varios meses, en vez de quince días, podría hacer compras mucho más eficientes. Probablemente se lograría menos endeudamiento, hasta podría lograrse la distribución de los gastos en los meses previos y fomentar un ahorro fuerte del aguinaldo. También se ha dado pie a que las personas piensen en Navidad con mayor anticipación, ofreciendo la oportunidad de poder producir los obsequios en casa, cambiando un poco la costumbre de compra.

Sin embargo la realidad es otra. Las redes sociales se llenan de mensajes ofuscados, quejas y resentimientos al sector comercial,  incomodo de ver cintas navideñas en agosto, adornos en setiembre y árboles a la venta en octubre. Existe el cliente que no quiere empezar a comprar todavía, y se siente sobre estimulado de una manera negativa, y perdiendo el respeto hacia el comercio que ha tornado la Navidad en un consumismo de las masas.  También está presente el consumidor que ha producido un aumento en las tiendas de más de un 16% en productos relacionados a la Navidad.

En pocas palabras no podemos decir para quien es bueno o malo, pero definitivamente la Navidad llegó meses antes y tenemos que vivir con ello. Pero pobre de niños que si el tiempo se hacía largo cuando era poco, ahora es eterno.