No es malo querer estar a la moda, pero se debe mantener el equilibrio. De no poder lograrlo, es posible que usted padezca del trastorno de compras compulsivas (TCC).

La necesidad de estar a la moda en la vestimenta, zapatos y accesorios, cueste lo que cueste, endeudándose sin capacidad de pago, para sentirse bien por unos instantes, aunque después entre en arrepentimiento porque gastó el dinero para cubrir los gastos del hogar o de la universidad, son situaciones que enfrentan muchas mujeres.

Aunque comprar es uno de los placeres de la sociedad capitalista, esta práctica puede llevar a un serio problema de conducta humana si se convierte en un hábito que difícilmente la persona pueda controlar.

Samanta, una compradora compulsiva, confiesa que más que un tema de autoestima, ha tenido adicción a la moda por los zapatos.  Esto la llevó a incurrir en grandes deudas con tarjetas de crédito, porque sentía el impulso irrefrenable de comprarse zapatos, aunque no los necesitara; llegó a tener más pares de zapatos que ropa.

La experta en modas Amanda Moncada manifiesta: “En sí la moda no es una adicción. Más bien debe verse como la proyección de la vida, como la manera de sentirse bien con una misma. Sin embargo, algunas personas pueden volverse adictas, como sucede con una tarjeta, con la comida u otras cosas. Además, una mujer que se arregla es una mujer que se consiente, que se quiere a sí misma, que tiene una buena autoestima”.

A esta adicción de compras se le conoce como el trastorno de compras compulsivas (TCC) (del inglés compulsive buying disorder (CBD), que está reconocido por la comunidad médica como un trastorno psicológico del control de impulsos, que se caracteriza   por la necesidad irresistible de comprar de forma masiva objetos superfluos, acompañados de sentimientos de ansiedad, irritabilidad o malestar.

Como toda adicción, los síntomas se calman una vez se consume el producto (realizada la compra), que permite un alivio simultáneo, pero después emerge los sentimientos de culpa, generalmente vinculados por el gasto innecesario de dinero que conlleva a problemas del endeudamiento.

Este problema, que afecta al 5,8% de la población en Estados Unidos (según estudio de American Journal of Psychiatry en 2006), siendo las mujeres el 80% de este grupo, no se limita a las personas que compran en exceso artículos sin contar con capacidad económica para pagarlos, sino que también incluye a las que emplean una cantidad excesiva de tiempo en ir de “shopping” aunque nunca realice las compras.

Las características de esta adicción son:

  1. Presencia de impulsos excesivos y recurrentes por comprar, que producen importantes problemas personales y familiares.
  2. Impulsividad y repetición de la conducta de compra, pese a las consecuencias negativas que trae esta conducta para la persona.
  3. Necesidad urgente e irreprimible de comprar.
  4. Intentos fracasados de controlar gastos.
  5. La existencia de consecuencias negativas tangibles de comprar excesivamente, como agotamiento marcado, deterioro social o laboral, y problemas financieros o familiares.

Si usted refleja la mayoría de estos síntomas, es importante que acuda a un sicólogo, quien le ayudará  a tomar conciencia de la adicción a través de terapia individual o de grupo.

No obstante, debe quedar claro que querer estar bien arreglada y lucir bonita, no es un pecado ni una enfermedad. Como lo expresa Isela Ramírez, estilista y maquilladora profesional, “una mujer que busca arreglarse y utilizar las últimas tendencias en cuanto al cabello o maquillaje es una mujer que se quiere. Sin embargo, hay que tener cuidado, porque no todas las tendencias le van a cualquier mujer.  No es malo querer estar a la moda, pero se debe mantener el equilibrio”.

“A la moda aunque me joda”, “Antes muerta que sencilla”, son expresiones que se han hecho populares entre las féminas que le gustan estar “in” en todo momento, pero cuidado con convertir estas simples y graciosas frases en una guía de vida que la lleve a una crisis económica y a serios conflictos familiares.

Como comentó Amanda Moncada, “arreglarse bien no es cuestión de dinero, sino de aceptación. Hay accesorios muy caros pero mal combinados, y eso hace que no se vean atractivos; y algunas mujeres muy creativas realizan excelentes combinaciones con accesorios baratos, sin tener que endeudarse”.

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