Gran parte de la población podría pensar que las mujeres han alcanzado muchas metas, incluso que “han superado a los hombres”, pues ha sucedido todo lo contrario: se ha retrocedido dos siglos y medios
La globalización económica ha generado una situación paradójica en relación con los derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe, así lo afirmó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el documento sobre El desafío de la equidad de género y de los derechos humanos en los albores del siglo XXI, del 2000, que se presentó en la Octava Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe en Perú. El documento argumenta que «nunca han sido más evidentes las exclusiones que caracterizan a la aldea global».
Veintidós años después de este informe, un nuevo informe de las Naciones Unidas revela que la salud de las mujeres y los niños se ha deteriorado en todo el mundo, ya que las repercusiones de una combinación de los conflictos, la pandemia de COVID-19 y el cambio climático tienen unos efectos devastadores sobre las perspectivas de los niños, los jóvenes y las mujeres.
Los datos presentados en el informe muestran una regresión grave en prácticamente todos los indicadores clave de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Desde el último Informe de Progreso de Todas las Mujeres, Todos los Niños, publicado en 2020, la inseguridad alimentaria, el hambre, el matrimonio infantil, los riesgos de violencia de pareja y la depresión y la ansiedad de los adolescentes han aumentado.
Según el informe del Banco Mundial titulado La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022, alrededor de 2400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas, y 178 países continúan con barreras legales que les impiden participar plenamente en la economía. En 86 países, las mujeres enfrentan algún tipo de restricción laboral, y 95 países no garantizan la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor.
A nivel mundial, las mujeres todavía acceden a solo tres cuartas partes de los derechos reconocidos a los hombres, lo que se traduce en una puntuación total de 76,5 sobre 100 puntos, que indicaría la existencia de una paridad jurídica completa. Sin embargo, a pesar del efecto desproporcionado que la pandemia mundial ha generado en la vida y los medios de subsistencia de las mujeres, 23 países reformaron sus leyes en el 2021 y dieron pasos muy necesarios para promover la inclusión económica de las mujeres, según el informe.
Esta situación contradictoria debe obligar a gobiernos y empresas a examinar la situación de la igualdad de la mujer desde tres perspectivas esenciales: la necesidad de un enfoque integrado de las políticas públicas, la equidad de género como la base de una sociedad justa y equitativa, y los derechos humanos y la paz.
Repercusiones del COVID-19
En 2020, la economía mundial se contrajo un 4,9 % debido a los efectos de la pandemia. Después de que sea un 6,1 % en 2021, se había previsto que la economía mundial, antes del comienzo de la guerra en Ucrania, crecería un 4,1 % en 2022 y un 3,5 % en 2023. Sin embargo, a raíz de los efectos negativos indirectos de la pandemia que se siguió sintiendo y la guerra en Ucrania, el crecimiento mundial se redujo al 3,1 % en 2022 y se prevé que aumentará un 2,3 % en 2023. Asimismo, los países menos Los adelantados han experimentado algunos de los peores resultados derivados de las crisis mundiales. El crecimiento económico promedio en estos países en el período comprendido entre 2020 y 2022, del 2,5 %.
Según un informe de la CEPAL, la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46% en 2020, mientras que la de los hombres en 69% (en 2019 alcanzaron un 52% y un 73,6%, respectivamente). Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó al 12% en 2020, porcentaje que se eleva al 22,2% si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres de 2019. En 2020, explica el estudio, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo.
Sostiene ONUMujeres que cuando estalla una crisis, las mujeres y las niñas sufren más los efectos económicos. En todo el mundo, y por lo general, las mujeres ganan y ahorran menos, representan la mayor parte de los hogares monoparentales y ocupan de manera desproporcionada puestos de trabajo más inseguros en la economía informal o el sector de servicios, con menos acceso a protecciones sociales. Esto provoca que tengan menos capacidad de hacer frente a desastres económicos que los hombres. Para muchas familias, el cierre de los colegios y las medidas de distanciamiento social han aumentado la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que llevan a cabo las mujeres en el hogar, lo que les dificulta asumir trabajos remunerados o mantener el equilibrio entre ambas ocupaciones. La situación empeora en economías en desarrollo, en las que una proporción mayor de personas tienen empleos en la economía informal que ofrecen muchas menos protecciones sociales, como seguro sanitario, bajas por enfermedad pagadas, etc. Si bien a nivel mundial el empleo informal es una fuente de trabajo mayor para los hombres (el 63%) que para las mujeres (el 58%), en países con ingresos bajos y medios-bajos existe una mayor proporción de mujeres que de hombres que trabajan en la economía informal. Es probable que la pandemia provoque una prolongada caída de los ingresos y la participación de las mujeres en la población activa.
Según los cálculos de la OIT, el desempleo a nivel mundial aumentará entre los 5,3 millones (escenario «bajo») y los 24,7 millones (escenario «alto») a partir de un nivel base de 188 millones en 2019, como resultado del efecto del COVID-19 en el crecimiento del PIB mundial. En comparación, el desempleo a nivel mundial incrementó 22 millones durante la crisis financiera mundial de 2008 y 2009. Las trabajadoras informales, migrantes, jóvenes y las personas más pobres del mundo, entre otros grupos vulnerables, son más susceptibles a los despidos y las reducciones de plantilla.
Repercusiones de la guerra Ucrania
La guerra que se está librando en Ucrania ha ensombrecido las perspectivas de una recuperación económica pospandémica para las economías emergentes y en desarrollo de la región de Europa y Asia central, según la actualización económica del Banco Mundial.
La actividad económica seguirá profundamente deprimida durante el próximo año, y se espera un crecimiento mínimo del 0,3 % en 2023, en un contexto en el que las crisis de los precios de la energía siguen afectando a la región. Ahora se prevé que este año la producción regional se contraerá un 0,2 %, lo que refleja un crecimiento superior a lo esperado en algunas de las economías más grandes de la región y la prudente ampliación de los programas de estímulo de la era de la pandemia que llevaron adelante algunos Gobiernos.
El precio que pagan las mujeres en esta guerra va desde el aumento del riesgo de violencia de género, la explotación y el abuso sexuales hasta la pérdida de medios de vida cruciales y el aumento de los niveles de pobreza. La destrucción a gran escala de la infraestructura también ha dificultado la prestación de muchos servicios para sobrevivientes de la violencia, servicios de atención médica y otras formas críticas de apoyo.
Un informe, elaborado por la agencia de género ONU Mujeres y el Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial del Secretario General, describe cómo la guerra de Ucrania ha ampliado las brechas de género en el hambre, la educación y la pobreza, y también ha aumentado la violencia de género.
Por ejemplo, las niñas en edad escolar corren ahora un mayor riesgo de verse obligadas a abandonar la escuela y contraer matrimonio, como una forma de que las familias desesperadas simplemente lleguen a fin de mes.
Las mujeres también han reducido su propia ingesta de alimentos, para que otros miembros de la familia puedan tener más, en medio de las subidas de precios y la escasez de alimentos.
Mientras tanto, los precios de la energía han dejado a las familias sin otra opción que seguir utilizando combustibles fósiles de baja tecnología, exponiendo a las mujeres y a las niñas a la contaminación del aire en los hogares, que mata a 3,2 millones de personas cada año.