La necesidad de que la población femenina participe en los esfuerzos por lograr cambios sociales, es una de las exhortaciones del Sumo Pontífice
El papa Francisco abogó por el reconocimiento y el respecto a los derechos de las mujeres, y advirtió que la desigualdad de género constituye un elemento negativo en las sociedades donde persiste.
En ese sentido, planteó la necesidad de que la población femenina participe en los esfuerzos por lograr cambios sociales.
Resulta lamentable el hecho de que las mujeres se vean históricamente obligadas a luchar por sus derechos, agregó el pontífice, en declaraciones a periodistas, a bordo del avión papa, en el viaje de regreso al Vaticano, desde Bahrein, el microestado insular situado en el sector occidental del Golfo Pérsico -entre Irán y la Península Arábiga, en la zona de confluencia de Asia y África-.
Durante su visita apostólica, de 3 al 6 de noviembre, a ese isleño país árabe -señalado por violaciones a los derechos humanos, en particular los de ese sector poblacional-, Francisco planteó, al gobierno, el imperativo de que rijan, en esa nación -y en la región del golfo, en general-, “derechos y condiciones justas, y cada vez mejores, para los trabajadores, las mujeres, y los jóvenes”.
También se pronunció a favor del “reconocimiento de la mujer en ámbito público, en la instrucción, en el trabajo, en el ejercicio de los propios derechos sociales y políticos”.
En el marco del viaje de regreso, el papa hizo alusión a la dramática situación de la población femenina de Irán, donde manifestaciones -con participación mayoritariamente femenina- vienen teniendo, incesantemente, lugar hace más de un mes, en inmediata reacción al asesinato, el 16 de setiembre, de Mahsa Amini, de 23 años, mientras se hallaba detenida.
La joven fue arrestada, en Teherán -la capital nacional-, por efectivos de la Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de control de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral” -.
Según los agentes involucrados en el arresto, Amini violó la estricta Ley sobre Hijab y Castidad, al llevar inadecuadamente puesto su hijab -velo religioso que cubre la cabeza, hasta los hombros, de quienes lo usan-, ya que no le ocultaba, completamente, el cabello.
La aplicación de esa legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -una especie de ministerio de la moralidad-, y la severidad en la aplicación de esa ley fue fortalecida, en agosto, mediante decreto del cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.
El asesinato de Amini, mientras estaba en custodia policial, disparó, a nivel nacional, marchas por parte de mujeres -principalmente jóvenes, incluidas adolescentes-, y con participación de hombres.
Las protestas -que se mantienen en decenas de ciudades incluida Teherán- han incluido, como signos más visibles de insurrección de género, la remoción y quema de hijabs, lo mismo que el corte de pelo, por parte de numerosas participantes.
La dictadura religiosa impone, por la fuerza, su arbitraria interpretación de la legislación y las costumbres islámicas, violando las garantías fundamentales, en general, y con particular ensañamiento, los derecho de la población femenina.
En las declaraciones que formuló a bordo del avión papa, regresando de Bahrein, el papa aseguró -sin mencionar, por su nombre, a ese país del oeste asiático- que “una sociedad que no es capaz de poner a la mujer en su lugar, no avanza”.
Asimismo, advirtió que “una sociedad que cancela a las mujeres de la vida pública, se empobrece”.
En ese sentido hizo referencia a la persistente inequidad de género, enraizada en sociedades históricamente machistas.
“La igualdad entre hombres y mujeres todavía no se encuentra de forma universal, y existen estos episodios: que las mujeres son de segunda clase o menos”, subrayó.
“Dios no creó al hombre y luego le dio un perrito para divertirse, no: los creó a los dos, iguales, hombre y mujer”, explicó, además de plantear que “todos los derechos de las mujeres provienen de esta igualdad”.
“La mujer tiene su propio camino para resolver un problema, que no es el del hombre, y ambos caminos deben trabajar juntos: la mujer, igual al hombre, trabaja por el bien común,
con esa intuición que tienen las mujeres”; expresó.
Al respecto, destacó que “las mujeres aportan lo suyo”, pero advirtió que “no tienen que volverse como los hombres, no: son mujeres, las necesitamos”.
En materia de equidad, aseguró que debe existir “igualdad de derechos, sí, pero también la igualdad de oportunidades, igualdad de (posibilidades) para salir adelante, porque, de lo contrario, uno se empobrece”.
Al reflexionar que “creo que, con esto, he dicho lo que globalmente se debe hacer”, aseguró que “aún nos queda camino por recorrer, porque existe este machismo”.
A manera de ejemplo, y en elusión a Argentina, señaló que “yo provengo de un pueblo machista”, para subrayar que “los argentinos somos machistas, siempre, y esto es feo”, no obstante lo cual, “cuando hace falta, vamos a las mamás, que son las que resuelven los problemas”.
“Pero este machismo mata a la humanidad”, denunció.
Ante ello, exhortó a que “luchemos no sólo por los derechos, sino porque necesitamos mujeres en la sociedad que nos ayuden a cambiar”.