La conceptualización que, sobre el trabajo de mujeres, fuera del hogar, expresa el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encaja perfectamente en el pensamiento de la edad de piedra, de acuerdo con el análisis que, al respecto, dio a conocer la periodista y escritora estadounidense Jill Filipovic.
En la visión misógina de Trump, respecto a los papeles de mujeres y de hombres en cuanto a las responsabilidades domésticas y a las de liderazgo, labores tales como el lavado de platos o el cuidado de niños no son propias de hombres, en particular de aquellos quienes desempeñan, por ejemplo, altos cargos nivel gubernamental, explicó Filipovic, en un artículo de opinión difundido por la cadena de televisión informativa estadounidense Cable News Network (CNN).
“Para el presidente Donald Trump, las mujeres hacen una cosa: servir. Y los hombres, incluso cuando se supone que son servidores públicos, lideran”, escribió la periodista, al inicio del texto que tituló “Las opiniones de la edad de piedra de Trump sobre el ‘trabajo de las mujeres’”.
La suposición de que los varones ubicados en altos cargos -como él, por ejemplo- “son demasiado importantes para lavar los platos, entonces, no es solo un comentario sobre los platos. Es un reflejo de toda una ideología que Trump ha llevado a cabo, desde quién coloca en posiciones de poder hasta cómo ejerce la suya”, explicó.
De acuerdo con ese concepto, “los hombres están arriba. Las mujeres están limpiando el desorden”, agregó, a continuación.
En ese sentido, el presidente -conocido por sus recurrentes afirmaciones misóginas, en algunos casos, fuertemente ofensivas respecto a las mujeres- se ha expresado, en declaraciones públicas, describiendo su conducta personal, señaló Filipovic, autora de libros de contenido feminista.
“Trump ha dicho públicamente que se niega a hacer el trabajo necesario de crianza de los hijos”, y que “deposita todas las obligaciones en cada una de sus sucesivas esposas”, indicó, en alusión al hecho de que el gobernante se encuentra, actualmente -desde 2005, en su tercer matrimonio-.
“Trump le dijo a un locutor de radio en 2005, un año antes de que naciera su hijo Barron, un hombre que cambia los pañales, está actuando ‘como la esposa’, comenzó a relatar.
Pero el mandatario “fue más allá, diciendo que es esencialmente completamente inútil cuando se trata de hacer trabajo en el hogar”, siguió narrando.
“’Quiero decir, no haré nada para cuidarlos. Proporcionaré fondos y ella cuidará a los niños. No es que vaya a caminar con los niños por Central Park’, dijo en el show de Howard Stern el mismo año”, agregó.
Y, “en el mismo programa, dos años después, cuando Barron era un niño pequeño, dijo: ‘Melania (su actual esposa) es una madre maravillosa. Ella cuida al bebé y yo pago todos los gastos’”, precisó.
Filipovic también mencionó el vínculo de Trump con certámenes de belleza y su denunciada conducta abusiva con participantes n esas competencias.
“Y luego, por supuesto, está la inclinación de Trump por los concursos de belleza y su presunto acoso a las jóvenes concursantes”, escribió, para agregar que “las mujeres, en el mundo de Trump, deberían estar en el escenario para el placer visual de los hombres, o en la cocina lavando los platos”.
Los varones quienes se esfuerzan en proyectar imagen de personas fuertes se muestran, en realidad, como personajes ridículos, aseguró, asimismo, la periodista, respecto al gobernante quien, además asume constantes posiciones de autoritarismo -por ejemplo, despidiendo a funcionarios a quienes considera como desleales, o expresando conceptos xenofóbicos respecto a los inmigrantes indocumentados, principalmente los del Triángulo Norte Centroamericano (El Salvador, Guatemala, Honduras)-.
“Los hombres fuertes, y los aspirantes a hombres fuertes como Trump, ponen tanto énfasis en el ‘hombre’ como lo hacen lo ‘fuerte’”, aunque no advierten que “el hombre fuerte es una caricatura de masculinidad, todo bravuconada para cubrir una profunda fragilidad interna, debilidad y cobardía”, advirtió.
“Y la masculinidad tan superficial y caricaturesca solo puede mostrarse en alto contraste dominando su opuesto: el femenino consentido”, siguió explicando, y puntualizó que “esta es la historia de la vida de Trump: convertir a las mujeres en objetos y accesorios para que pueda sentirse más viril en comparación”.
Por ello, las mujeres quienes no se enmarcan en ese concepto son vistas, por Trump, como personas peligrosas, en particular aquellas quienes lo cuestionan, incluidas algunas líderes políticas opositoras, además de reporteras quienes cubren las actividades presidenciales, según señaló Filipovic.
“Las mujeres que lo desafían (…) o que incluso se defienden a sí mismas no son mujeres, y ciertamente no se puede confiar en ellas”, porque “el rechazo de la sumisión se trata como evidencia de un defecto femenino, un signo de engaño”, planteó.
La periodista precisó que la conducta machista agresora del presidente no se limita a las mujeres, ya que “este abuso de género también está dirigido a otros hombres: Trump los insulta como feminizados”. De
El mandatario, cuya presidencia es objeto de críticas, actualmente debido a su cuestionado manejo de la pandemia, aspira a reelección, en los comicios de noviembre de este año.
A nivel mundial, la emergencia sanitaria registra alrededor de 4.5 millones de casos, de los cuales aproximadamente 1.5 millones fueron ubicados en Estados Unidos.