*Ilustración por Costa Rica Ilustrada
A finales de mayo del presente año se llevó a cabo en la biblioteca Carlos Monge (Universidad de Costa Rica) el conversatorio denominado: “La ‘ideología de género’ como arma: análisis del movimiento conservador en Costa Rica”, que contó con la participación de las profesoras de la escuela de filosofía, Ana Lucía Fonseca y Gabriela Arguedas, junto a Ale Ara Medina, estudiante de sociología, con el fin de explicar el origen de lo que ha trascendido a llamarse “ideología de género”.
Antecedentes
La profesora Gabriela contextualiza el nacimiento del concepto de “ideología de género” aun antes de la existencia del término, en manos del integrismo católico (Papa Pio IX, finales del siglo XIX) en su lucha contra la modernidad, donde declaró como “errores” de la sociedad, entre otros, al racionalismo. Esto se puede traducir, y como señaló la profesora, en una guerra contra el principio de autonomía.
También comentó que en esta lucha por el integrismo se destacó Ratzinger, quien en un discurso de navidad señaló como amenaza al pensamiento feminista, pues “disocia el sexo de eso a lo que ellas llaman género”, aludiendo a textos de la escritora Simone de Beauvoir. No obstante, su preocupación parece haber radicado en la posible disolución de los roles tradicionales, ya que esto atentaría contra “la forma más elevada de ser mujer”, o sea, la maternidad, según el ex-papa.
Al movimiento integrista se le iba a sumar más recientemente los grupos cristianos no católicos como los pentecostales, en su lucha por preservar el conservadurismo.
Conservadurismo y oposición al cambio
Ana Lucía resume el conservadurismo como una tradición en oposición al cambio, que obtiene su respaldo tanto de los valores religiosos que han sacralizado lo natural, como por el nacionalismo mediante el discurso de que las ideas que promueven la “desarticulación” social atentan contra la identidad de una nación.
A lo largo de la historia distintos grupos han criticado el conservadurismo, marcándolo como ‘ideología’ bajo la definición marxista que corresponde a una “falsa conciencia” que pretende mostrarse como universalmente válida. Señala Ana que los grupos conservadores y fundamentalistas contraatacaron a estas críticas por medio de una estrategia, vale decir, audaz: encasillar como “ideología” la crítica a la ideología. Así nace la “ideología de género”, referida como una clase de conspiración que intenta corromper los buenos valores mediante el feminismo y el neomarxismo, y que de alguna manera, para la masa tradicionalista, reúne todos los elementos que van más allá del género: diversidad, laicidad, derechos humanos, etc.
Finalmente, el término fue popularizado mediáticamente gracias a “el libro negro de la nueva izquierda”, escrito por dos autores argentinos hace un par de años.
Ale Ara por su parte, habló de tres dimensiones a polemizar: la sexualidad, la religión y la política. La lucha por los derechos de las mujeres y de la comunidad sexualmente diversa ha sido obstaculizada por la religión con cierto apoyo político, en donde los debates en torno al cuerpo femenino son llevados a cabo (desde tiempos inmemoriales) en su mayoría por hombres. De esta manera, Ale bien señala que lo privado (personal) trasciende en lo público (político). Los grupos religiosos no reconocen otras sexualidades, sino únicamente las que reafirman un sexo, sosteniéndose de argumentos bíblicos y declarando como “perjudiciales” a los grupos que -según ellos- se oponen a los buenos valores.
Finalmente cabe señalar que la lucha contra los grupos hegemónicos del poder siempre se lleva a cabo desde pequeños detalles, por ejemplo, cuando una mujer protesta; por lo que se exalta la importancia de la libre expresión y más en estos tiempos donde asoman vientos de censura.