Aunque las piedras en los riñones es más frecuentes en los hombres, en los últimos años han aumentado los casos en mujeres

Las piedras en el riñón y las vías urinarias representan un problema muy frecuente que afecta a un 10% de la población, siendo tres veces más frecuentes en los hombres, aunque en los últimos años han aumentado los casos en mujeres. Se sabe que existe una predisposición genética en el sentido que es más frecuente en ciertas familias. Sin embargo, pueden afectar a todas las personas, sobre todo en zonas calientes y soleadas.

Las piedras se forman por la interacción de dos factores, el consumo de agua, así el agua tiene un efecto protector, y el segundo factor es el consumo de ciertos alimentos, unos que propician la formación de piedras y otros que la impiden. Esta es la razón por la cual la dieta y la hidratación juegan un papel tan importante en esta enfermedad.

Existen diversos tipos de piedras, el 80% están conformadas por calcio, sea oxalato de calcio o fosfato de calcio. Un 10% son de ácido úrico, y el restante son de minerales diversos como cisteína y la estruvita.

Muchos pacientes tienen piedras por años sin sentir ninguna molestia, aunque lo más frecuente es que tarde o temprano provoquen diversos síntomas, siendo el más común el dolor que suele ser alrededor del ombligo que se irradia a la espalda, el muslo y la zona genital, a veces tan intenso que genera náuseas y vómito.

También es muy común la presencia de sangre en la orina y síntomas de cistitis como dolor o ardor al orinar, orinar poquitos, sentir que no se vacía totalmente la vejiga al orinar, y en algunos casos fiebre.

A veces el diagnóstico resulta fácil porque la piedra se expulsa con la orina. En otros casos la piedra se documenta sea con el ultrasonido, las radiografías o el TAC. Los exámenes de orina también son importantes porque determinan si hay cuadros de infección urinaria y en otros porque se ven los cristales que forman las piedras.

Si la piedra no ha provocado molestias, el tratamiento consiste en medidas preventivas como hidratación y cambios en la dieta. Si la piedra provoca síntomas por lo general el dolor es tan intenso que lo tenemos que tratar cuanto antes. A veces se deben dar antibióticos, y poner algunos medicamentos que facilitan la salida de la piedra sobre todo si la piedra mide menos de 9mm. Piedras de mayor tamaño suele ser necesario realizar una cirugía para extraerla.

Las piedras pueden provocar un dolor tan severo que se compara con el dolor de parto, siendo una experiencia atroz. También las piedras pueden llegar a dañar el riñón sobre todo cuando obstruyen la salida de la orina o cuando generan ciertos cuadros infecciosos.

En muchos casos el paciente no tiene una piedra consolidada como tal, sino que tiene una especie de sedimento que llamamos cristales o arena renal, que es una etapa previa a la formación de la piedra, que puede dar molestias menores pero reiterativas como dolor de espalda, molestias urinarias, infecciones en la vejiga sobre todo con la deshidratación como en día asoleados o cuando se hace ejercicio.

Además, los cristales en la orina pueden afectar la vida íntima porque provocan dolor con la penetración, al punto que pueden impedir el acto sexual. Otras veces propician infecciones urinarias después de la relación que son muy molestas y que pueden desmotivar a ambos miembros de la pareja. Afortunadamente, hoy contamos con diversos tratamientos que nos permiten evitar estos escenarios tan molestos.

Foto: Kindel Media