Rape-aXe -que puede traducirse como “hacha antiviolación”- es el invento de una médica sudafricana para proteger a mujeres contra violadores.
Según versiones periodísticas internacionales, la médica sudafricana Sonette Ehlers es la creadora del dispositivo -un condón con púas interiores que se coloca en la vagina, y, al causar extremo dolor en el pene del atacante, impide que la violación se lleve a cabo-.
Una vez producida la penetración, el agresor no puede quitarse el artefacto, por lo que deben acudir a un médico para que, aplicando un sencillo procedimiento quirúrgico, lo remueva, de acuerdo con las informaciones.
Esto permite saber quién es el agresor, lo que facilita acusarlo penalmente, mientras que, ante el obvio enfrentamiento entre victimario -negando haber cometido el delito- y víctima -formulando la denuncia-, el ADN de la segunda queda adherido al condón, lo que elimina toda posibilidad de duda, indicaron las mismas fuentes.
Por su parte, el Grupo de las Naciones Unidas para el desarrollo Sostenible (Gnuds), informó, el 20 de julio de este año, en su sitio en Internet, que, en Sudáfrica, “según las estadísticas policiales, hubo 53.295 delitos sexuales denunciados durante los 12 meses comprendidos entre abril de 2019 y marzo de 2020, lo que supone un aumento del 1,7% con respecto al período anterior”.
Si desglosar la cifra correspondiente a violaciones, el Gnuds agregó que “esto equivale a un delito sexual cada diez minutos”.
“Y estos son solo los casos denunciados a la policía”, porque “los expertos creen que la mayoría de los delitos nunca se denuncian”, precisó.
“Algunas mujeres (…) acaban en centros de atención creados para ayudar a las supervivientes de la violencia sexual”, agregó la entidad especializada de la organización mundial.
“Hay más de 50 centros de este tipo repartidos por toda Sudáfrica, que sirven de instalaciones de atención de ‘ventanilla única’ o puestos de primera línea en la lucha contra la violación”, puntualizó.
“Su función principal es ‘reducir la victimización secundaria, mejorar las tasas de condena y reducir el tiempo’ entre el momento en que se comete un delito y el momento en que el autor es finalmente condenado”, continuó explicando.
Además, “los centros están anexos o situados cerca de los hospitales, lo que garantiza que las supervivientes tengan acceso a la atención médica urgente”, indicó, a continuación, además de indicar que “una de dichas instalaciones es el centro de atención Sinawe Thuthuzela, situado en la pequeña ciudad de Mthatha, en la provincia del Cabo Oriental”.
El Gnuds señaló que el nombre de esa instalación médica significa “estamos contigo”, en xhosa, uno de los idiomas autóctonos oficiales sudafricano.
En declaraciones reproducidas internacionalmente, al referirse a su creación antiviolación, Ehlers dijo que data de 2005.
La profesional explicó que, herido el atacante, la víctima puede alejarse, rápidamente, del lugar donde ocurrió la agresión machista, para solicitar ayuda.
También dijo que el dispositivo -que la potencial víctima debe colocarse al percibir una situación de peligro- queda firmemente adherido, imposibilitando, por ejemplo, que el violador se movilice fácilmente.
«Duele”, aseguró Ehlers.
El delincuente “no podrá orinar ni caminar mientras esté enganchado”, agregó, además de explicar que, “si intenta quitárselo, (el dispositivo) se aferrará aún más”, garantizó.
“Sin embargo, no rompe la piel, y no hay peligro de exposición a líquidos”, aclaró.
Ello significa que el condón “también sirve para identificar a este tipo de delincuentes sexuales”, lo que se facilita, además, por el hecho de que “el ADN que se encuentre en el Rape-aXe, será el mismo que el de la víctima”, de modo que “se puede condenar, fácilmente, al agresor”, dijo.
Sumado a eso, el aXe evita embarazos -una secuela habitual de las violaciones-, lo mismo que el contagio de infecciones de transmisión sexual, incluido el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), señaló la médica.
Ehlers relató que desarrolló la idea a raíz del diálogo que desarrolló, en 1968, con una víctima de agresión sexual a quien estaba proporcionando asistencia profesional.
La médica relató que la paciente “me dijo unas palabras que nunca olvidaré”, y agregó que, “temblando de terror, con lágrimas corriendo por su rostro, dijo: ‘Si tan solo tuviera dientes ahí abajo’”.