
Esta chica de 32 años afirma que se hecho más de 10 intervenciones estéticas y ¡no lo niega ni lo esconde!
Cuando tenía diez años de edad mi madre me llevó a un especialista porque sospechaba que por mi pequeña estatura y extremidades cortas, yo tenía acondroplasia, que es la principal causa de enanismo. Gracias a Dios, solo era una mujer pequeña. Esta quizás sea la razón por la cual, al no poder ser una mujer de estatura “promedio” (mido 1.35mts), crecí sintiéndome poco atractiva, aunque tenía un cuerpo curvilíneo y un rostro para muchos exótico (piel morena, ojos almendrados, cabello largo, oscuro y ondulado)
Después de mi segundo embarazo, a los 20 años, mi cuerpo cambió totalmente. Mis pechos, vientre y nalgas “se aflojaron”. Todo cayó debido al aumento de peso de casi 20 kilos en los nueve meses. Cuando me miraba al espejo no me sentía bien conmigo, y peor aún, me veía fea. Como siempre he trabajado y desde los 17 años tengo mi propio negocio, con mis ahorros decidí hacerme la primera cirugía plástica, una abdominoplastía, que me eliminó el exceso de piel del abdomen. Me gustó ver los resultados: un vientre plano. Luego me hice un aumento mamario. Unos tres años después de la segunda cirugía estética opté por un aumento de glúteos, una liposucción en todo el torso delantero y trasero y una reconstrucción de la vagina. He repetido la liposucción, el aumento de seños y glúteos, de manera que antes de los 27 años ya llevaba a cuesta –y con orgullo- siete intervenciones estéticas.
Después de terminar las cirugías en el cuerpo, inicié las del rostro con una rinoplastia para perfilar la nariz. Me han aplicado ácido hialurónico para rellenar y agrandar los labios y toxina botulínica (botox) en la frente para levantar las cejas, que me tatuaron en forma permanente quedando perfectamente arqueadas. Finalmente utilizo extensiones en el cabello para que se vea más abundante, pestañas postizas y uñas acrílicas de mediana longitud, siempre bien arregladas.
Después de todos estos arreglos estéticos afirmo sin sentir ni un ápice de incomodidad o arrepentimiento que me siento bella, atractiva y satisfecha con mi imagen. Definitivamente prefiero ser una mujer plástica linda, que una fea natural.
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Por Xenia Rodríguez Mora