Las directoras de escuelas y centros de enseñanza secundaria, en Afganistán, esperan conocer los planes de estudio para niñas, a ser impuestos por el régimen del movimiento fundamentalista islámico Talibán, pero no pueden participar en reuniones informativas, ya que el acceso es autorizado solamente para hombres.
En una extensa nota informativa que, al respecto, publicó el 23 de setiembre, el diario estadounidense The New York Times citó a Aqila, directora de una instalación educativa de nivel medio, centro que fue destruido por un atentado terrorista -que no fue reivindicado por ninguna organización- en el cual decenas de alumnas perdieron la vida.
“Dicen que (a las reuniones) hay que enviar a un representante masculino”, planteó Aqila
-identificada solamente por su nombre-.
“Lo que falta por determinar es cuán draconiano será el sistema nuevo, y qué tipo de educación, basada en el Islam, se impondrá a niños y niñas”, indicó el periódico, que, además, señaló que, a medida que el regreso a clases va estableciéndose, para algunos grados, se ha autorizado la presencia, únicamente, de estudiantes varones.
Si bien el gobierno interino talibán anunciado el 7 de setiembre -casi un mes después de la violenta toma del poder, el 15 de agosto, por el grupo extremista- ha indicado que se determinará algún tipo de enseñanza para las niñas, los detalles no son aún conocidos.
Entretanto, las autoridades han señalado que la educación impartida, en los distintos niveles, a niñas y a mujeres, no estará a cargo de docentes hombres.
Por otra parte, “las alumnas deberán llevar el ´hiyab islámico’, pero la definición queda abierta a las interpretación”, agregó el Times.
El hiyab es un velo religioso que cubre la cabeza y el torso de las mujeres, que, indistintamente, puede usarse ocultando, o no, el rostro -en el primer caso, dejando descubiertos, solamente, los ojos-.
Por otra parte, el mes pasado, “en una reunión de mujeres en favor de los talibanes, muchas llevaban nicabs”, indicó, además, el medio de comunicación estadounidense.
La variante de velo denominada nicab, cubre, completamente, la cabeza, con una angosta ranura que deja visibles, solamente, los ojos.
El Times informó, al respecto, que “las profesoras, administradoras y alumnas se han preparado para las nuevas restricciones austeras”, y que “muchas dicen que han empezado a usar nicabs y a preparar las aulas para llevar a cabio clases divididas de manera estricta por género”.
“Muchas escuelas también impartían clases solo para niños y solo para niñas bajo el gobierno respaldado por Estados Unidos”, aclaró, en alusión al período (2001-2021) en el cual los talibanes no controlaron el país.
“Empecé a usar el nicab desde el primer día de la llegada de los talibanes”, en agosto, dijo, citada en la nota informativa, Parisa, docente en una escuela de Kabul -la capital nacional-.
“Lo usaremos (…) no queremos dejar de educar”, agregó la educadora.
El times reveló, asimismo, que el personal docente masculino de los centros educativos también se siente atemorizado.
Uno de los educadores, quien desempeñaba labores en la escuela Sayed Ol-Shuhada, planteó que 11 de sus alumnos fallecieron durante el ataque terrorista contra ese centro educativo, y agregó que, “después de la explosión, perdimos la confianza en nosotros mismos”, además de que “los alumnos no tenían motivación para ir a la escuela”.
En cuanto a las estudiantes, numerosas de ellas se declaran asustadas, según el diario.
Zayba, de 17 años, sobreviviente del atentado contra la escuela, relató que, desde la llegada de los talibanes al poder, hace casi dos meses, dejó de asistir a clase, porque ese
acontecimiento la desmotivó.
Ello le dificulta continuar, en casa, sus estudios, explicó.
“Lo intento, pero no puedo, porque no veo ningún futuro para mí con este régimen”, dijo.
Sanam, compañera escolar un año menor que ella, debió someterse a dos intervenciones quirúrgicas, a causa de las heridas de bala que sufrió durante la agresión armada contra la escuela.
Indicó que, cuando supo que los talibanes habían tomado control del país, “pensé que vendrían a matar a todos los estudiantes”.
Sanam expresó que “no puedo concentrarme en mis estudios”, porque, “cuando pensamos en nuestro futuro, no vemos nada”.
Respecto al tema del acceso de género al sistema educativo nacional, la joven afgana Malala Yousafzai, activista por ese derecho, planteó, en un artículo de opinión que publicó, el 17 de agosto, en el Times, la urgente necesidad de ayudarlas.
“En este momento crucial, debemos escuchar las voces de las mujeres y niñas afganas”, quienes “piden protección, educación y la libertad”, expresó la promotora de la educación para las niñas en Afganistán, activismo que le significó, en 2012-cuando tenía 15 años- un atentado talibán, a balazos, del que, siguiendo un complejo y prolongado proceso médico, en Europa, logró recuperarse.
“Las niñas y mujeres jóvenes afganas están de nuevo en una situación en la que he estado: desesperadas por la idea de que otra vez no se les permita estar en un salón de clases o sostener un libro”, precisó Yousafzai, quien, en 2014 -a la edad de 17 años-, se convirtió en la persona receptora más joven, hasta ahora, del Premio Nobel de la Paz -y de cualquiera de los galardones Nobel-.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996) -tras la ocupación militar (1978-1992) de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el grupo Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio afgano.
La violenta administración talibana -caracterizada por las brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada.
Tras el reciente retiro de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que mantenían la ocupación en el país asiático-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó el control de Kabul, el 15 de agosto de este año.