La combinación de activismo social y político, feminismo, literatura, y antimperialismo fue la fórmula mediante la cual Prudencia Ayala rompió esquemas patriarcales en la conservadora sociedad del primer cuarto del siglo 20 en El Salvador.

Nacida en 1885, en una familia indígena de escasos recursos, en Sonzacate, en el occidental y costero departamento (provincia) salvadoreño de Sonsonate, Prudencia procuró, tenazmente, lograr el reconocimiento del derecho de las mujeres a participar en todos los escenarios nacionales –incluido el político-, que entonces eran feudo exclusivamente masculino.

Convertida en autodidacta en todas las áreas en las que se desempeñó, ya que, a causa de la precaria situación económica de su familia, debió abandonar el sistema educativo, se hizo, inicialmente, costurera, actividad que le generó algún ingreso.

Simultáneamente, comenzó a proyectar imagen como pronosticadora del futuro, y, superando el recelo y la burla de algunos sectores sociales, logró consolidarla mediante la publicación de sus vaticinios, en periódicos del noroccidental departamento de Santa Ana, fronterizo con Guatemala, incluida su certera predicción de que Estados Unidos participaría en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Esa proyección social le permitió tener voz lo suficientemente fuerte como para difundir su discurso político y feminista.

Así, se convirtió, en 1930, en la primera salvadoreña que ha aspirado a la presidencia, iniciativa que, no obstante el rechazo de la patriarcal Corte Suprema de Justicia, abrió el camino a la lucha sufragista que, nueve años después, resultó en el reconocimiento del derecho de las mujeres al voto, y en 1950, la consolidación constitucional de todos los derechos civiles para la población femenina salvadoreña.

En el contexto del debate nacional generado por su aspiración presidencial, Prudencia impulsó un plan de gobierno con fuerte enfoque social, entre cuyos componentes principales figuraban el reconocimiento de los “hijos ilegítimos”, el apoyo a las organizaciones de trabajadores, la ética y la transparencia como aspectos esenciales en el desempeño de cargos públicos.

Como parte de su convicción antimperialista, Prudencia expresó, en artículos de opinión en el salvadoreño Diario de Occidente, severas críticas a la invasión militar (1912-1933) a Nicaragua, ofensiva que fue enfrentada por el guerrillero Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, encabezado por el general Augusto César Sandino –el General de Hombres Libres- (1927-1934), asesinado por orden del general Anastasio Somoza García, el iniciador de la represora y corrupta dictadura que gobernó, durante cuatro décadas, a ese país centroamericano.

La activista fue encarcelada, en 1919, en El Salvador, por haber formulado, en una de sus columnas de opinión, críticas al alcalde de la localidad de Atiquizaya, en el occidental departamento de Ahuachapán, también fronterizo con Guatemala.

Y, poco después, mientras visitaba Guatemala, fue detenida, durante algunos meses, como sospechosa de haber sido parte una conspiración para derrocar al entonces dictador (1898-1920) Manuel Estrada Cabrera.

En El Salvador, además de su activismo feminista y político, Prudencia, fallecida en 1936, habría participado en el levantamiento campesino de 1932, en protesta contra severas medidas económicas –incluidas masivas expropiaciones de tierras- impuestas por el dictador militar (1931-1944) Maximiliano Hernández.

La rebelión tuvo como líder al dirigente comunista Agustín Farabundo Martí, quien, en el marco de la masacre ordenada por Hernández, para reprimir la protesta, fue fusilado.