Me senté a escribir este texto mientras contemplaba de reojo a mi hijo jugando con su colección de dinosaurios y carritos. Me llegó la inspiración luego de horas de trabajo para un cliente y para otro ¡Gracias a Dios!
En junio del 2020 la vida dio un cambio significativo en mi vida, la pandemia nos golpeó a todos, y yo para nada fui la excepción, me quedé sin trabajo de la noche a la mañana con el corazón en la mano, la billetera vacía, una casa que pagar y una boquita que alimentar, como dicen los señores de antes: ¡Éramos muchos y parió la chancha! Ese momento fue duro, durísimo.
Antes de la época pandémica nunca me había visualizado como una trabajadora independiente, siempre me había fiado de la estabilidad laboral y el crecimiento en una empresa o institución, sin embargo, ahora parezco otra persona frente al espejo. Ahora soy una mujer profesional que ama su faceta de madre trabajando como comunicadora desde su propia casa.
Sé que las madres me entenderán cuando digo que ser mamá significa vivir en constante lucha contra la “culpa”, sí esa que llega por las noches antes de dormir y que nos hace cuestionarnos todo: ¿ser una madre que sale a trabajar para darle lo mejor a los hijos, pero verlos dormidos al llegar a casa? o ¿quedarse en casa, pero no generar ingresos para sostener el hogar? Esas preguntas rodean nuestra mente y corazón, les aseguro que no hay nada más difícil que eso.
Al no encontrar un trabajo “fijo” tomé la decisión de aceptar un empleo por horas en una organización y poco a poco me fui dando cuenta que esa versión de trabajo me resultaba adecuada para complementar mi faceta como madre, una cosa fue llevando a la otra y actualmente me dedico a ofrecer mis servicios profesionales. Al principio inicié con un cliente y ya hoy he sumado varios a mi “cartera”-insisto- ¡Gracias a Dios!
Tuve que ir a la Caja para asegurarme como trabajadora independiente y pagar cada mes mi seguro, también me tocó aprender sobre facturación, IVA y demás trámites engorrosos pero inevitables para poder ejercer de forma independiente, sin embargo, no me sonaba tan pesado mientras llevaba a mi hijo al parque en las mañanas y le daba su merienda.
Cabe mencionar que trabajar de esta forma no significa tener “tiempo libre”, las responsabilidades son el doble de grandes, es tu “empresa” la que necesita cuidar a los clientes y mantenerse en el tiempo, es tu reputación la que entra en juego. Además, se suman las obligaciones hogareñas y la crianza ¡Ardua faena diaria!
Actualmente puedo decir que mi balanza está un “poquito” inclinada, no soy para nada la Raquel de hace un año que no creía que trabajar por cuenta propia y criar a su hijo al mismo tiempo fuese posible. Me siento agradecida y contenta de trabajar de esta forma ¿Cuánto tiempo estaré así? ¡No lo sé! Pero de corazón deseo que se prolongue lo necesario para ver a mi pequeño crecer más de cerquita mientras mi carrera profesional sigue avanzando.
Nada nunca es fácil, menos para una madre, siempre estamos en constantes cambios, procesos y pruebas, pero de que tenemos la capacidad para hacer más de una cosa a la vez con excelencia eso se lo garantizo a cualquier persona.
Sin duda, la pandemia ha traído tristeza, inestabilidad y muchos más problemas en la vida de miles de familias dentro y fuera de nuestras fronteras, pero si me tocara decir que “cosas buenas” ha traído- al menos para mí- sería la resiliencia, el don de la organización, la fe en mis capacidades, la creatividad elevada en su máxima expresión y la posibilidad de reinventarse en medio de la prueba.
Sigo aquí “cuesta arriba”, pero fuerte ¡He ahí la diferencia!
Aprovecho para decirle a todas las mamás que las admiro, las respeto y las bendigo, sé que cada una hace lo mejor que puede con lo mejor que tiene para que sus hijos salgan adelante. Un abrazo a las que salen a trabajar para traer el pan y siguen sus labores cuando llegan a casa, un abrazo para las madres que se quedan en casa para cuidar a sus hijos y trabajar en lo propio.
Un abrazo para todas.